“Servida de letras últimamente”. Así se siente la cantante euskaldun Anari Alberdi (Azkoitia, 1970), quien a finales de 2022 debutó como escritora con Gari eta goroldiozko y esta semana edita Demoliciones Controladas (Pepitas de Calabaza), un libro con prólogo de Bernardo Atxaga que recoge todas las canciones de su carrera discográfica en euskera y traducidas al castellano, unidas por una melancolía falsamente suave, cruda, profunda y poética siempre en torno a las cosas que nos mueven y conmueven. “La culpa de que cante y escriba la tiene Atxaga, en un 90%”, explica Anari, que presentará el libro este jueves en Bilbao, en la librería Anti, en conversación con el periodista Javier Jerry Corral.
Tras esa indagación en el presente y la memoria de su debut como escritora, Anari se reconoce actualmente tanto ligada a la música como a la escritura. “Estoy a todo a la vez, pero sí, voy servida de letras últimamente”, nos reconoce, a la vez que agradece la respuesta positiva de las lectoras a su novela en euskera. “Ha sido un reto y una experiencia muy enriquecedora. Se podría decir que he aprendido a escribir un libro mientras escribía un libro”, explica.
Y esa satisfacción íntima crece ahora con Demoliciones Controladas, antigua propuesta de la editorial Pepitas de Calabaza y libro -prologado por Bernardo Atxaga y organizado por Iñigo Astiz- que se ha concretado y reúne todas las letras en euskera y castellano de Anari, desde su debut homónimo en 1997 hasta sus últimos singles con Thalia Zedeck y su versión de Nacho Vegas, incluidas sus colaboraciones con Petti o Gailü. “Es una propuesta de hace años, pero necesitaba un punto de inflexión en el que llegaran las letras. En 2022 sentí que este era el punto”.
Anari ha compaginado su trabajo como irakasle con la traducción de sus propias canciones en los últimos meses en este “trabajo tanto de demolición como de rescate”, en palabras de Astiz. “Ha sido un trabajo de reinterpretación y reescritura. La palabra traducir incluye muchos verbos distintos”, aclara antes de reconocer el profundo peso de sus letras en sus canciones, desde que nos sorprendiera hace 25 años con sus primeros versos: “De noche, entro en mi coche, lágrimas de lluvia en el parabrisas, y la luna calla dónde y con quién te acuestas hoy”.
AL DETALLE
Demoliciones controladas. El libro que edita esta semana Anari recoge todas las canciones de su carrera discográfica en euskera y traducidas al castellano.
“Es verdad que el peso de las letras ha sido y es, cada vez más, la esencia de mis canciones. Soy consciente de un camino paralelo en la importancia de las letras a la hora de la composición, y la importancia del feedback por esas letras, con el público”, contesta. ¿Y qué hay del eterno debate sobre el poso poético de ciertos autores y canciones, Premio Nobel mediante a Dylan por medio? “Respecto a si son poesía... Creo que a los que escribimos canciones no nos aporta tanto el hecho de que se considere poesía o no lo que escribimos, en comparación al sacrilegio que parecen padecer ciertos poetas, al considerarse, según ellos, que cualquier cosa es poesía”, apostilla.
Música y poesía son “géneros que, a veces, confluyen” en un equilibrio que Anari dice buscar e instigar cuando compone temas como Galderak 1, donde canta: “todas las preguntas ocultan una sola respuesta: el miedo a la soledad/preguntar no siempre es afirmar y las respuestas suelen tardar/revelan lo que tratamos de tapar: el dolor”. Su libro de canciones/poemas cuenta con el prólogo de Bernardo Atxaga. “Siempre digo que la culpa de que yo cante y escriba la tiene Atxaga, en un noventa por ciento. Así que no sé si es un orgullo, pero sí le estoy muy agradecida de haberse implicado en esta edición con su precioso prólogo”, agradece.
Un ancla con alas
Según el escritor, Anari “indaga en los fenómenos de la conciencia y las palabras, en lugar de expandirse y construir, pongamos, un jardín amplio, un territorio extenso, van juntándose y apretándose hasta formar una masa única, un núcleo, un centro compacto capaz de iluminar nuestras interioridades”. Ella cree que Atxaga ha sintetizado “muy bien mi universo en las canciones” en un prólogo que concluye recordando la propia definición de Anari como aingura hegaduna, un ancla con alas.
“Seguramente sí soy un ancla con alas. Artísticamente, y utilizando un elemento de canciones, diría que soy de acordes menores, tanto al escribir la melodía como a la hora de escribir las canciones. Pero cada vez más busco el contraste, las alas de los acordes mayores, tanto en la melodía como en la canción”, nos explica la azkoitiarra, que adelanta que ya está componiendo canciones nuevas aunque las conoceremos “más a medio plazo que corto”.
Si exceptuamos los últimos singles (el compartido con Thalia Zedek y la versión de Nacho Vegas) y el EP, se van a cumplir casi 7 años sin disco largo nuevo de Anari. “Es verdad, no se puede decir que sea muy prolífica”, confiesa, a la vez que reniega de la costumbre actual de “ir grabando y editando canciones sueltas”, ya que se define como “de la vieja escuela, de discos completos” y carácter conceptual. “Compongo todas las canciones de los discos a la vez, así que tengo que llegar a un punto neutro con respecto al anterior. Tomar una distancia e ir hacia el siguiente. No funcionamos en la dinámica de disco y gira. Tocamos mucho con cada disco, pero no durante una gira en unos meses, sino más pausados en el tiempo, años incluso”, concluye la azkoitarra.