Anartz Peña (Balmaseda, 27 de marzo de 2001) es una referencia en el Deusto, que el domingo quiere sorprender en Unbe al Vitoria y prolongar su viaje en el play-off de ascenso. Portero de 1,76 metros de altura, el encartado, que cursa al unísono CAFyD y Magisterio en la Universidad de Deusto, reconoce que la altura “me lastró” durante su época en el Athletic, pero apunta que “intento buscarme un poco las habichuelas para atajar ese pequeño hándicap”.
Afrontan el domingo en Unbe ante el Vitoria toda una final y si no ganan, el Deusto baja la persiana. ¿Qué le dice la cabeza?
—Tenemos buenas sensaciones después del partido en Etxezuri, que fue muy disputado. Ellos tienen un equipo muy trabajado, con las ideas muy claras, con gente de calidad y joven. Será un partido duro, pero estamos con ganas y con el objetivo de meter un gol más, porque el empate les vale.
Puede que tengan 120 minutos para poder ganar.
—Hay tiempo y no es para volverse locos. Hay que marcar, pero tampoco tiene que ser a todo trapo.
¿Puede jugar a su favor esa presión que se supone tendrá el Vitoria?
—Pues sí. Ellos son un equipo joven e igual ese punto de experiencia que puede tener algún jugador de nuestro equipo podría jugar a nuestro favor. Pero bueno, sí que está claro que ellos son los favoritos. Al final han quedado segundos con bastantes puntos de diferencia respecto a nosotros y eso les hace favoritos claramente.
¿Dónde le pueden hincar el diente?
—Somos un equipo valiente, intentamos presionar alto, intentamos que pasen cosas todo el partido y no vamos a cambiar mucho, es nuestra idea y vamos a seguir con ella.
Solo les vale ganar, por lo tanto la clave será, entre otros detalles, dejar la puerta a cero. Lo que es una buena noticia para un portero, ¿no?
—Si ellos nos meten uno, ya necesitamos dos, entonces dejar la portería a cero te da bastante poso y tranquilidad para afrontar el partido.
¿Qué perfil de portero es Anartz?
—Diría que soy un portero tranquilo, tengo bastantes reflejos y en el juego con el pie también creo que puedo aportar. Al final estuve 7 o 8 años en Lezama y en el juego con el pie te insisten mucho.
¿Y cuáles son sus puntos débiles?
—Como no soy un portero alto, intento ser muy inteligente a la hora de jugar. En las salidas intento prever un poco la jugada, por dónde va a ir y por dónde puedo yo anticiparme un poco. Intento buscarme las habichuelas para atajar ese pequeño hándicap que es un poco la altura, que es lo que me ha lastrado un poco siempre.
¿Se enrabieta cuando tiene un mal día y comete un error grueso?
—Hace algún año me afectaba un poco más porque sabes que el papel del portero es un poco más sacrificado. He aprendido que fallar fallamos todos y que por mucho que le des vueltas a un fallo que hayas cometido no te va a ayudar a hacer las siguientes acciones que puedan surgir. Pero tampoco me castigo mucho, por un fallo no te puedes ir del partido.
Un delantero también puede fallar un gol muy claro.
—Sí, pero un delantero falla un par de ellas o tres , si hubiésemos metido y tal, pero si falla un portero... Te marca, estás un poco más señalado.
Se ha referido con anterioridad a Lezama, donde jugó en el Athletic desde infantiles hasta juveniles. ¿Qué huella le ha dejado?
—Tuve a Peio (Agirreoa) y a Armando como entrenadores de porteros y gracias a ellos he mejorado mucho. Y luego todo el tema de entrenamientos de calidad. Por esa parte de disciplina, de compromiso, se aprende un montón, todo lo táctico, lo técnico.
¿Qué le faltó para no haber pasado ese corte en juveniles?
—Siempre hay cosas que puedes mejorar que igual a ellos no les gusta o no das el perfil. En ese aspecto seguro que hay cosas técnicas y tácticas que tenía que haber mejorado o que podía haber cambiado. Pero creo que me lastró bastante, como he dicho antes, el tema de la altura. En Primera División, la mayoría de porteros tiene una planta de la leche, son súper grandes, de 1,85 metros o más. Yo me salía un poco de ese perfil, mido 1,76, por ahí más o menos.
Y en Lezama también apuestan por ese perfil de portero.
—Yo lo entiendo como algo normal. Tampoco le di muchas vueltas a la cabeza porque al final es una cosa natural, no me volví loco.