La final del próximo domingo es un "premio al trabajo" para Ander Imaz. El zaguero de Oiartzun vivió momentos complicados tras la huelga de pelotaris de Baiko Pilota y tuvo que contar con ayuda profesional para pasar el bache emocional. Junto a Unai Laso han encontrado la piedra filosofal en una combinación irreductible y han llegado a la final del Campeonato de Parejas. El domingo será su primera cita por una txapela. Quiere "disfrutar" ante Jokin Altuna y Julen Martija.
Aunque tuvieron que sacarse las castañas del fuego en el 'play-off', situación que solventaron con brillantez ante Peña II-Albisu (22-10), han vivido un campeonato prácticamente redondo.
-Nuestro trabajo está más que hecho. Al final, nuestro primer objetivo era entrar en ese play-off y a partir de ahí empezamos a dar pasos hacia delante. Ni Unai ni yo pensábamos que íbamos a estar aquí, en la final. Para nosotros es un gran premio.
Comentaba que no se imaginaba estar en la final, pero lo cierto es que todo en su carrera deportiva en la élite ha ido al galope. Fíjese, si hacemos memoria, ni siquiera estaba con ninguna empresa antes de dar el salto y debutó en mes y medio con cuatro ensayos. Tres meses más tarde entró de suplente en el Parejas de Primera y menos de un año después ya era titular por la "baja técnica" de Mikel Beroiz.
-Hace siete años que debuté y parece que han pasado solamente dos. Antes de firmar, ninguna empresa estaba detrás de mí. Hice unos cuantos entrenamientos bien y acabé dando el salto. A los pocos meses entré por Albisu y he estado estos años en Primera. Para mí es un premio estar en esta final del Parejas. Estoy contento.
¿Ha pensado alguna vez en qué habría pasado si hubiera salido un detallito mal en aquellos entrenamientos?
-Hay que estar en el instante justo y que te salgan las cosas bien. En esos momentos recuerdo que estaba jugando buenos partidos y con confianza. La empresa confió en mí. Se han portado muy bien conmigo desde que debuté. Estoy agradecido.
En el campo profesional residen grandes zagueros pegadores como José Javier Zabaleta, Beñat Rezusta o Jon Ander Albisu y usted posee la vitola de pelotari duro, seguro y fiable. ¿Qué le dicen esas etiquetas?
-Es cierto. Si esos tres manistas tienen su día, es muy complicado hacerles frente. Tienen un golpe rompedor. Más que Julen (Martija) o yo. Pero zagueros como nosotros tenemos otras cosas y por eso estamos aquí.
¿Cuáles son las armas de Imaz?
-Vivo mucho la pelota. Entreno a muerte todos los días para darlo todo en los partidos. Creo que mi fuerte es el trabajo. Trabajar es lo que me ha traído hasta aquí. He metido un montón de horas: de frontón, de físico, de monte para estar a este nivel. Además, cabe destacar que he mejorado cosas: la volea, la zurda€ Son cuestiones técnicas en las que tienes que hacer hincapié si quieres estar arriba.
Y de cabeza ¿no?
-Puede ser que el Ander Imaz de hace tres años no estuviera aquí. Al final, vas aprendiendo qué te va bien y que te va mal. Soy un chaval que confía en sí mismo. Creo que puedo estar aquí aunque sea muy complicado estarlo. Las cosas que han pasado estos años me han hecho ver todo de otra manera y ser más fuerte. En los momentos clave se nota.
En 2021 no salió bien el Parejas con Mikel Urrutikoetxea, no se encontraba a gusto en la cancha€ ¡Cómo ha cambiado la película en un año!
-Te das cuenta de cómo puede cambiar la vida de un momento a otro. Reconocí que no estaba en mi mejor momento. Tampoco psicológicamente. Si no estás al cien por cien en cualquier aspecto, se percibe en la cancha. He hecho bien en no dejar de trabajar y creer en mí. La gente cercana es la que ha estado conmigo en ese tramo complicado.
¿Contó con ayuda profesional?
-Estuve acudiendo a un psicólogo que me ayudó. Considero que en el deporte es necesario apoyarte en alguien cuando estás en los malos momentos. Me vino bien. También te das cuenta de quién está contigo y quién no. Y te apoyas en esas personas.
En estos instantes de éxito es cuando empiezan a aparecer como setas las personas que le pasan la mano por encima del hombro. ¿Cómo lleva eso?
-Siempre he dicho que vivir lo que me está pasando ahora es algo muy bonito, el cariño de la gente me está llegando mucho, pero yo me quedo con la gente que estuvo conmigo en los momentos duros, cuando estaba, incluso, llorando en casa. Son personas de las que me acuerdo muchas veces y las que quiero que de verdad disfruten de esta final.
Para ganar una vez hay que perder muchísimas más.
-Lo normal es perder. No es nada raro que un pelotari no llegue a estar en esta situación en toda su trayectoria. Esto es lo que he buscado desde que debuté y desde que empecé con seis años en la pelota a mano. Tengo claro que quiero disfrutar del día, porque quizás nunca más vuelva a vivirlo. Tanto para mí como para los míos es muy bonito todo esto.
En la liguilla de semifinales perdieron su primer partido ante Irribarria-Rezusta (22-20), pero al ganar en el segundo a Elezkano II-Zabaleta (22-18) se provocó una cascada de posibilidades para las cuatro combinaciones. El día anterior a su partido, jugaban esas dos parejas en el Labrit y dependían de ese choque. ¿Estuvo pendiente en la tele?
-Prometí que no, pero acabé viéndolo. Estaba con la cuadrilla en una terraza y un amigo sacó el móvil y puso el tramo final, a partir del 18.
¿Más nervioso que jugando?
-Lo pasas mal. Nos benefició el resultado, porque al principio estábamos obligados a ganar y, con ese 22-16, nos hacían falta unos tantos menos. Había que trabajar y continuar para lograr el objetivo.
Al día siguiente, vencieron 6-22 a Altuna III-Martija, sus rivales en la final, y disiparon todas las dudas. Una alegría inmensa.
-Sí. Unai y yo estábamos bastante nerviosos; sin embargo, pensamos en que hacer 16 tantos es prácticamente vencer. Había que trabajar muy bien y centrarnos en lo nuestro, como si necesitáramos a ganar. Salimos enchufados y nos salieron las cosas.
¿Es relevante de cara a la final ese resultado tan holgado ante Jokin y Julen?
-No. Se ha demostrado que Altuna III-Martija no jugaron su mejor partido. Se les vio igual con menos confianza. Jokin está más acostumbrado a jugar finales que nosotros y tenemos claro que estando él no podemos darle importancia al 6-22. Sabemos que saldrán a dar un nivel terrible.
De siempre ha transmitido la misma mentalidad: ambición pero con los pies en la tierra.
-Aquí, si te subes mucho, te llevas una hostia rápido. Desde siempre me han inculcado en casa que hay que trabajar, que es la receta para conseguir las cosas. Unai y yo somos bastante parecidos en ese aspecto, somos humildes. Sabemos que esto es deporte, que hoy estás arriba y mañana abajo y que hay que disfrutar el momento, porque nunca sabes qué es lo que te puede deparar el futuro.
Tanto Unai Laso como usted han vivido momentos dulces, pero también complicados. Conocen las dos caras de la pelota a mano profesional.
-Yo no pasé una buena época, pero también hay que fijarse en de dónde viene Unai, que estuvo en aficionados y pasó meses duros, tanto él como su familia. El Parejas nos ha pillado con mucha motivación, con muchas ganas de demostrar. Nos hemos apoyado mucho mutuamente. Por eso estamos aquí.
Baiko Pilota le alineó con Laso tras su gran Cuatro y Medio. ¿Pesa a un zaguero jugar con el delantero más en forma de su empresa?
-No. Unai venía de una época muy buena, pero en el Parejas empiezas de cero. Hay duetos muy fuertes y cualquiera te puede ganar. Sabíamos que teníamos que hacer nuestro trabajo. Al final, son catorce semanas que tienes que seguir dando el callo. Se hace duro, pero hemos creído en nosotros y nos han salido las cosas. Además, no he sentido presión ninguna. De hecho, el juego de Laso para un zaguero de mis características es espectacularmente bueno.
¿Quién lleva el peso?
-Creo que está al cincuenta por ciento. Tenemos la suficiente confianza para decirnos lo que haga falta. En los días en los que he estado algo más flojo y me he ido triste a casa, me ha animado él. Hagamos lo hagamos en cada partido, nos llamamos, hablamos por WhatsApp y nos comunicamos.
Entonces, la base es la relación que han construido.
-Desde el primer momento del Parejas ya lo dije: Si no hay una buena relación con el compañero que juegas, no llegas a ningún lado. Formas una pareja en todo: partidos, entrenamientos, comidas€ Somos dos en uno.
¿Suele estar encima de Unai?
-Me dice que si se sale del partido, le centre un poco. A mí me puede pasar lo mismo: me acelero y él me frena.
Es joven pero transmite veteranía.
-Todos sabemos cómo se juegan los partidos, pero otra cosa es llevarlo a cabo. Llevo siete años en este mundo y estoy mejorando poco a poco también en ese aspecto.
En la final se enfrentan dos combinaciones con cierto parecido: delanteros habilidosos, agresivos, que meten mucho ritmo, y zagueros seguros.
-Es un encuentro igualado, pero Jokin marca un poco la diferencia en estos partidos, pues está más acostumbrado a jugarlas. Considero que la clave puede estar atrás. El que domine tendrá mucho ganado, porque se está viendo que tanto Jokin como Unai necesitan muy poco para terminar el tanto. Ahí va a estar la clave.
¿Cómo cree que va a responder en su primera final en Primera?
-Estoy bastante tranquilo por el momento. Tenemos el objetivo cumplido y es un día para disfrutar. Que esté el frontón lleno y que haya mucha gente del pueblo tiene que generar una gran impresión. Estoy con ganas.
¿Cómo está el ambiente por Oiartzun?
-Revolucionado. Solo disponemos de 65 entradas por pelotari y me volaron en un solo día. Tienen intención de montar algún autobús para acercarse al Bizkaia de Bilbao. La gente del pueblo es muy pelotazale y siempre me han apoyado, desde que debuté. Hay mucha ilusión. Es algo que me llega.
¿Imagina el viaje de casa al frontón?
-Normalmente, suelo venir con mis padres, pero no sé qué haré. Ese día llevaré a cabo la rutina de siempre: daré un paseo con Argi, mi perro y mi preparador físico (risas), un bodeguero andaluz, y comeré a la misma hora que cuando tengo partidos. Pondré un poco de música y rumbo a la final.