Ander Imaz se eleva a la enésima potencia para meter a Iñaki Artola en las semifinales del Parejas

Frótense los ojos. ¡Milagro! Un abrazo. Un grito. Párpados húmedos de emoción, la del redivivo, la del que se ve en el filo de la navaja, bailando en el borde del abismo, en el canto de un cristal. Iñaki Artola y Ander Imaz se fusionan. Dos en uno. Empezaron juntos “y teníamos que terminar igual”, dicen ambos. Un solo corazón. Dos pelotaris tercos que creen únicamente en el trabajo, en seguir y seguir. Un pelotazo más. Y en continuar, contra viento y marea. Manos callosas. Hambre lobuna. Crujir de estómago. Artola sintió el aliento de su compañero, que le guió este domingo en Bilbao a las semifinales del Campeonato de Parejas en un cierre de play-off áspero y muy tenso. La emoción sujetó el partido. Y la remontada. Porque Jon Ander Peña y Jon Ander Albisu se diluyeron en el tramo final como un azucarillo. Su propuesta, espoleada por un 1-9 inicial con tintes dramáticos, se vino abajo como un castillo de naipes. Sopló Imaz con aliento de ventarrón. Albisu entró en un bucle del que no salió. Del 12-19 al 22-20. Imperdonable para los Jon Ander, que vuelven a pagar su irregularidad en una contienda en la que contaban con la obligación de ganar a unos adversarios dañados por los problemas de salud del alegiarra. Un desangelado Bizkaia de Bilbao, con apenas 410 espectadores en las gradas, despidió en pie a los gladiadores. Las historias de redención y resurrección tienen buena venta.

Carácter. Personalidad. Y, además, una derecha de dinamita. Ander Imaz se elevó a la enésima potencia en el, probablemente, mejor partido de su carrera deportiva. Con Artola seco, visiblemente perjudicado por el proceso de fiebre y gastroenteritis aguda que le dejó fuera de órbita en el primer partido del play-off del jueves, el zaguero de Oiartzun sujetó, aguantó, terminó y reactivó un encuentro con emoción a raudales y pocas trazas de brillo. Demasiados errores. Remontaron a Peña II y Albisu con ventajas que podían suponerse mortales de necesidad. Pero, entre la capacidad de resistencia de los colorados –Artola solo terminó un tanto, misión esencial en su demarcación; pero se vació en defensa y movió la pelota de sotamano– y los yerros de la montaña rusa azul, Iñaki e Imaz se llevaron el gato al agua.

Ocurre que en el abrazo estuvo todo: la emoción de jugarse un campeonato entero en un solo partido, la rabia de verse con el agua al cuello, la mala fortuna de la gastroenteritis... Y también la sonrisa radiante de un Imaz abrasado, competitivo hasta el tuétano; la liberación de Iñaki o las lágrimas de sus familiares en la grada. La ambición oiartzuarra fue el alimento colorado. Fue increíble lo de Imaz. Ahora les queda una semana para respirar, serenarse y empezar a disfrutar de una liguilla que toman como un premio. Empiezan este sábado con una prueba dura: Jaka-Mariezkurrena II en el Labrit. El estómago de Artola tiene tiempo.

Victoria en el Parejas de Peio Etxeberria-Zabaleta sobre Artola-Imaz en el Labrit. Unai Beroiz

Los errores de Peña II y Albisu

Peña II y Albisu dilapidaron un inicio de partido en el que fueron mucho mejores. Sobre todo, el guardaespaldas de Ataun, quien alargó bien el pelotazo con la derecha, metiendo en problemas a su homólogo. Se encontraron los azules con un plácido 0-6 de salida, en el que no había sucedido prácticamente nada. En el 1-9 se contabilizaban 103 pelotazos. Y, visto el gesto de Iñaki y la desesperación de Imaz, se intuía el desastre.

Pero nada más lejos de la realidad. Los colorados remaron poco a poco. Los azules regalaron. Albisu tuvo trabajo y naufragó. Peña cedió protagonismo. Se le secó el talento. Mal asunto, vista la dinámica. Y todo se le torció a los Jon Ander, que insuflaron oxígeno a unos rivales expertos en el arte del sacrificio.