“Verás, el mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revólver cargado y los que cavan, tú cavas”. Esa frase, legendaria, pertenece a El bueno, el feo y el malo. La escupe Clint Eastwood, el bueno, a Eli Wallach, el feo.
La escena remata un filme de Sergio Leone, el director italiano que ideó el spaghetti western, un subgénero que amplió el mundo de las películas del oeste en la década de los 60 y 70 del pasado siglo.
Leone encontró en el desierto de Almería el vergel en el que rodar un buen puñado de filmes que, aunque nacieron con humildad y cierto desdén de la industria, transcendieron. El oeste que defendió el mito John Wayne había perecido.
Nació otro, distinto, más sucio y turbio, de planos cortos, miradas desconfiadas, peor vestido, más sórdido y feo. Probablemente más real. Aquellas películas, sin héroes, repletas de tipos pendencieros, descreídos y crepusculares, desmitificaron la conquista del oeste que impulsó Hollywood. Se arrancó cualquier romanticismo.
Almería evoca inmediatamente a aquellos filmes y a la estancia de John Lennon, el líder de los Beatles, que escribió Strawberry Fields, un himno de la banda más grande de la historia, en aquella tierra. Luego llegó el mar de plástico, el de los invernaderos, El Dorado. Hasta el Ejido recibió a los Rolling Stones, sus satánicas majestades.
Gran trabajo del Laboral Kutxa
Almería también conecta con las bicis a través de su clásica, que dispone ahora de la versión femenina. El Laboral Kutxa, que se quedó a las puertas del WorldTour, encontró un trozo de felicidad en el amanecer del curso. Ane Santesteban acarició la victoria en la prueba de Almería, cuyo nombre oficial es Women Cycling Pro Costa de Almería.
Si en inglés todo suena más profesional, en italiano suena mejor, más bello. Fue segunda la de Errenteria, por detrás de Olivia Baril en una carrera de 121 kilómetros y varios puertos puntuables.
Se quedó a un dedo de proclamar el logro en la subida definitiva hacia Mojácar, con un kilómetro y medio final al 7% de desnivel y varias rampas al 13%, tras un recorrido aserrado, idóneo para su perfil.
Brilló Santesteban, líder del Laboral Kutxa, que completó una excepcional cordada para el repunte definitivo. No le alcanzó para derrocar a Baril, más fuerte, pero sí para reencontrarse con su mejor versión.
“La verdad es que estoy muy contenta con el segundo puesto. La carrera ha ido en todo momento como queríamos. Siempre teníamos a una compañera en todas las escapadas, Idoia, Usoa, Lourdes... Hemos llegado todas juntas al pie de la última subida y todo el equipo ha hecho un trabajo excepcional", dijo la guipuzcoana tras su estupenda actuación en la cita andaluza.
Santesteban añadió: "Estoy muy orgullosa de este equipo, de cómo hemos corrido. Hoy ha sido el segundo puesto, pero, si seguimos así, sé que la victoria llegará pronto". La fortuna, caprichosa y sinuosa como las carreteras, giró en apenas uno días.
Del susto a la felicidad
El lunes, el semblante de Santesteban era otro. Padeció una fea caída en un descenso. Se lo recordaba el codo izquierdo. Un apósito vendado a modo de memoria del dolor. Se asustó en la disputa de la Challenge Mallorca. En un descenso se fue al suelo y el casco, lacerado por el impacto, le protegió.
Ese día su compañera, la italiana Nadia Quagliotto, que en Mojácar firmó la cuarta plaza, se subió al podio. Reseteada del contratiempo, la guipuzcoana acudió a la carrera andaluza como una de las favoritas al triunfo en una prueba que el Laboral Kutxa gestionó de maravilla.
En cada fuga, una maillot magenta, el pantone del ciclismo vasco femenino, siempre presente. El Laboral Kutxa lanzó los peones y después el alfil de Lourdes Oyarbide hasta que envidaron con Santesteban para la rampa definitiva, el territorio en el que más destaca la guipuzcoana.
La canadiense Olivia Baril se propulsó más que ninguna y alzó los brazos. Santesteban, que batió a Karolina Perekitko en su duelo, tenía el revólver cargado. Segunda en Mojácar, se le iluminó el rostro con una sonrisa de este a oeste.