A sus 17 años, Aner Altuna Oiartzabal (Ordizia, 2007) tiene muy claro cuáles son sus pasiones. Amante del mundo del motor y la adrenalina, sigue los pasos de su aita, Iban Altuna, un experimentado piloto de rally. Desde niño ha visto a su padre ligado a los coches y las carreras, una afición que poco a poco fue haciendo suya y que hoy disfruta enormemente.
Aner e Iban Altuna junto a su nuevo coche de carreras
Su hermano mayor también intentó recorrer el camino de copiloto antes que él, pero no terminó de apasionarle. Lejos de desanimarse, esto motivó aún más a Aner, quien decidió continuar el camino que su hermano había iniciado. Así, al cumplir los 16 años, la edad mínima para competir como copiloto, su aita le propuso empezar a competir juntos y, como símbolo de ese compromiso, le regaló un buzo y un casco. Desde entonces, padre e hijo han formado un equipo sólido, en el que la confianza y la concentración son clave. Juntos, lograron coronarse campeones de la última edición del Campeonato de Euskadi de Rallyes de Tierra.
Este año regresan a la competición con la meta de repetir el éxito del año pasado y, sobre todo, de disfrutar tanto como lo hicieron en su primera temporada juntos. Además, afrontan esta nueva etapa con una gran novedad: un coche nuevo con el que competirán a partir de ahora y que pondrán a prueba en Soria en los próximos días.
Labor de copiloto
El próximo Campeonato de Euskadi de Rallyes de Tierra, que dará comienzo en abril, contará con seis carreras. Como en cada prueba, partirán desde Ordizia un día antes, con el coche de competición remolcado por la autocaravana que se convierte en su hogar durante los fines de semana de carrera.
“ Al cumplir los 16 años, la edad mínima para competir como copiloto, su aita le propuso empezar a competir juntos ”
Una vez en el destino, Aner e Iban se dedican a inspeccionar el terreno. Con cuaderno y bolígrafo en mano, Aner anota cada curva y obstáculo del recorrido. Luego, en plena competición, utiliza sus apuntes para guiar a su aita, advirtiéndole de cada punto crítico del trazado. Iban Altuna no duda en destacar la importancia del trabajo de su hijo, subrayando que su labor requiere una gran precisión y concentración, ya que un simple error o despiste podría salirles muy caro.
Aunque son Aner e Iban quienes se enfrentan a la carrera dentro del coche, detrás de ellos hay un equipo esencial que hace posible cada competición. Juan, Andoni, Jon Ander, Iñaki y Gorka forman parte de esta gran familia del rally, viajando juntos a cada prueba y trabajando unidos para lograr siempre el mejor resultado.
Respeto por la velocidad
Cuando le preguntan a Aner si siente miedo dentro del coche, él lo descarta por completo. Explica que va tan concentrado en dar las indicaciones correctas a su aita que no le queda espacio para el miedo. Aunque es consciente de las velocidades que alcanzan, llegando hasta los 160 o 180 kilómetros por hora, confía plenamente en su padre y en sí mismo. Además, subraya que van equipados con indumentaria especializada: buzo ignífugo, botas y casco, lo que les proporciona una seguridad extra.
“ Explica que va tan concentrado en dar las indicaciones correctas a su aita que no le queda espacio para el miedo ”
Sin embargo, reconoce que hace poco tuvieron un susto en plena carrera cuando el coche salió disparado en una curva. Afortunadamente, lograron recuperar el control y seguir en la competición, quedando todo en un sobresalto. Tanto él como su aita coinciden en que este tipo de incidentes son “normales” en el rally, aunque siempre hay que mantener el respeto por la velocidad. Iban sabe bien lo que eso significa, pues con solo 22 años sufrió un grave accidente. Pasó por un mal momento, pero una vez recuperado, no dudó en volver a competir.
Aner también cuenta que quienes peor lo pasan son su ama y su hermana, que sufren cada vez que compiten. “Es normal, y lo comprendemos”, dice. Por eso, al terminar cada carrera, lo primero que hacen es llamarles para asegurarse de que todo ha salido bien.