El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, recordó hoy el duodécimo aniversario del inicio de la guerra civil en ese país con un llamamiento a todas las partes a hacer más esfuerzos en busca de la paz, ya que, en su opinión, "seguir como en la actualidad desafía la humanidad y la lógica".
"Las dificultades vividas a la hora de responder a los catastróficos terremotos recientes nos recordaron que el actual statu quo es insostenible e indefendible", afirmó el diplomático noruego en un comunicado.
"Ahora que la guerra entra en su decimotercer año, recordamos con profundo dolor las incontables vidas perdidas, así como los abusos y el sufrimiento sufridos por millones, no sólo los desplazados sino también los miles que siguen detenidos de forma arbitraria o desaparecidos", subrayó.
"Siria esta devastada, dividida y empobrecida, con su soberanía, independencia e integridad territorial comprometidas", describió el enviado de Naciones Unidas, quien añadió que "sin una solución política completa, que resuelva todos los problemas, el dolor del país continuará".
12 años de guerra civil
La guerra civil comenzó el 15 de marzo de 2011, cuando manifestaciones que pedían democracia en Alepo y Damasco, dentro de la ola de protestas que se vivían en Oriente Medio y el Magreb durante la Primavera Árabe, fueron violentamente respondidas por las fuerzas de seguridad, que dispararon contra muchos de los manifestantes.
La guerra ha causado entre 300.000 y 600.000 muertos, según distintas fuentes, y unos 13 millones de desplazados, incluidos 6,7 millones de refugiados en otros países.
Al cumplirse hoy doce años del inicio de las revueltas populares contra Damasco que dieron lugar a la guerra civil en Siria y que llevaron a buena parte del globo a repudiar al Gobierno de Bachar al Asad, la "diplomacia del terremoto" comienza a devolver al presidente sirio al abrazo del mundo árabe.
Protestas masivas
El 15 de marzo de 2011, el hastío de la población con su autoritarismo germinó en los primeros síntomas de lo que poco después se convertiría en protestas masivas por todo el país, enmarcadas en la Primavera Árabe y cuya represión por parte de Damasco llevó a muchos gobiernos regionales a cortar relaciones con Al Asad.
Sin embargo, a lo largo de los últimos doce años el presidente de Siria ha salido reelegido una y otra vez con mayorías de más del 90 % de los votos -en elecciones ampliamente consideradas una farsa-, y hace tiempo que logró retomar la mayor parte del control territorial a sus oponentes en el conflicto armado.
Quizás por pura resignación, desde los terremotos que golpearon Siria el pasado 6 de febrero diversas naciones árabes han dado pasos hacia una posible reconciliación con Damasco, incluyendo varias visitas de alto rango y gestos más sutiles como el envío de ayuda humanitaria.
Apoyos tras el seísmo
"El terremoto ofreció a los Estados árabes que todavía estaban boicoteando a Damasco una oportunidad para presentar un plan de renovación de contactos con Al Asad que habían estado considerando desde hacía meses", dijo a EFE Joshua Landis, director del Centro de Estudios sobre Oriente Medio en la Universidad de Oklahoma (EE.UU.).
La tragedia hizo que algunos países anunciaran excepciones a las sanciones internacionales contra la cúpula siria, entre ellos Washington, que permitió durante seis meses todas las transacciones relacionadas con la ayuda humanitaria a los afectados.
Todos los ojos están puestos ahora en Arabia Saudí, la voz cantante del eje suní en Oriente Medio y quien en las últimas semanas ha reconocido públicamente la necesidad de cambiar de enfoque con respecto a Siria, una perspectiva compartida por el mundo árabe en general, según Riad.
Salida política
El experto de la Universidad de Oklahoma interpreta que este nuevo planteamiento pasará por tratar con funcionarios sirios y "en última instancia con Al Asad", si bien considera que todo dependerá de cómo Damasco responda a una serie de demandas establecidas como precondición.
Según mencionó, estas peticiones incluirían negociaciones "serias" con la oposición siria para alcanzar una salida política al conflicto -hasta ahora infructuosas- y rebajar sus relaciones con Irán, uno de los principales aliados del Gobierno sirio.
"Todas estas demandas son lo suficientemente ambiguas como para que Damasco pueda sacarlas adelante", consideró el académico.
Lobo con piel de cordero
Precisamente su cercanía a Teherán era vista como uno de los principales escollos para una posible normalización de relaciones con el resto de Oriente Medio y, en especial, con Arabia Saudí, país que había roto relaciones con Irán en 2016.
No obstante, Riad y Teherán, las grandes potencias suní y chií de la región, anunciaron el pasado viernes un acuerdo para restablecer sus lazos diplomáticos, un paso que podría allanar el camino a un acercamiento entre Siria y Arabia Saudí.
A juicio de Landis, el país del golfo será "clave" también para un eventual retorno de Siria a la Liga Árabe, donde está suspendida desde 2011 debido a la brutal respuesta a las protestas, aunque Riad aseguró la semana pasada que todavía es pronto para considerar su readmisión.
Desapariciones forzosas
El aparente abrazo a Al Asad del último mes ha levantado duras críticas por parte de la oposición siria y de algunas ONG.
"Los Estados árabes que buscan normalizar relaciones deben reconocer que el Gobierno sirio hoy en el poder es el mismo que ha desaparecido forzosamente a decenas de miles de personas y (cometido) otras violaciones serias de los derechos humanos", alertó recientemente Human Rights Watch (HRW).
Mientras tanto, Turquía -valedora de la oposición siria- sigue adelante por su parte con un aparente proceso de normalización iniciado a finales de 2022, cuando Damasco y Ankara mantuvieron su primer encuentro gubernamental en más de una década en Moscú, principal aliada de Al Asad.
El mecanismo, inicialmente tripartito, incluye ahora a Irán y está previsto que pronto de a luz a una reunión a nivel de jefes de la diplomacia.