No es fácil de entender ni de explicar. La Real también perdió ante el Alavés. Lo hizo en otro mal partido en el que demostró que se encuentra a años luz de su mejor estado de forma, del nivel coral e individual del último lustro y que es víctima de una campaña flagrante e inadmisible de los árbitros. A los hechos nos remitimos. El pisotón a Oyarzabal ante el Rayo no es penalti, el del barcelonista Koundé a un jugador rayista permite anular un gol. Por si fuera poco, el pisotón involuntario de ayer, y sin ver que se le acerca el rival a la espalda del 10, es roja. Y además, el primer agarrón en el área que dicen que este año se van a pitar se señala en su contra. Que es verdad que Zubeldia se equivoca pero que no hay más que seguir la evolución de este colegiado para comprobar que nos toman el pelo. Sánchez Martínez, un chulo de playa exhibicionista que disfruta robando el protagonismo a los futbolistas. Lo que pasó ayer en Anoeta hubiese provocado un escándalo sin apenas parangón en la mayor parte de los estadios de la Liga, pero como saben que aquí nunca pasa nada, pues a seguir con la misma historia de siempre. Vergonzoso e injustificable.
La Real incluso logró ponerse por delante con uno menos, pero sus errores y sus regalos provocaron que volviera a marcharse de vacío. Bueno, eso y que aquí no hay refuerzos para hombres clave. Y que el supuesto sustituto de Merino lleva dos partidos sin saltar al campo. Esto es lo que hay.
Imanol declaró que tenía muchas dudas en el once, pero, como siempre, apostó por lo seguro. La única novedad inesperada fue la presencia de Sergio Gómez en el centro del campo, en una segunda altura, con Brais más adelantado y la continuidad de Becker, pese a que su rendimiento continúa bajo sospecha. Confirmado, a Imanol le gusta mucho el surinamés. Zubeldia y Pacheco fueron los centrales, con Traoré y Javi López en las bandas.
El Alavés formó con una alineación previsible, con Guevara y Guridi evocando a la famosa y peligrosa ley del ex. Como el curso pasado, aunque con menos sabor txuri-urdin.
Actitud chulesca y reprobadora
El partido estuvo marcado por la actuación de Sánchez Martínez. Un colegiado que se hizo un hueco en la elite con una actitud chulesca y reprobadora más propia de un profesor de colegio que de un colegiado de fútbol. En realidad va de valiente, pero es el más cobarde de todos por la sencilla razón de que no se atreve a tratar a todos los equipos con el mismo rasero. Sabe lo que pita en todo momento y a favor y en contra de quién. La tarjeta roja a Oyarzabal es la típica de que lo más redondo que ha visto en su vida es la cabeza de un familiar. Que no le ha dado una patada a una pelota en toda su etapa escolar. Un mal control del 10 en un saque de banda y un intento de control sin ver en ningún momento quién le viene por detrás, con la mala suerte de que le pisa el tobillo al rival que se adelanta. Un tipo tan incompetente que primero iba a amonestar al juzgar que se encontraba en el suelo quejándose con razón del pisotón involuntario de un jugador que solo ha dado una patada en su vida y que también le costó la expulsión. Algo huele muy mal en Anoeta. No es que sean malos, es que aplican el reglamento en función de la camiseta de los protagonistas. Y por lo que se ve, no respetan ni al héroe de la Eurocopa. Mención aparte merece el incompetente de Pizarro Gómez, que estaba en el VAR, el mismo al que Mateu Lahoz le tuvo que corregir cinco decisiones en un Real-Cádiz tras el que debió acabar en una óptica. Un inepto que no tiene ni idea de lo que es jugar al fútbol. Pero el murciano, más chulo que un ocho él, no dudó en acudir a la pantalla para decretar la incomprensible expulsión del capitán. ¿Hubiera hecho lo mismo en el Bernabéu? Sin bromas, por favor.
A pesar de todo, la Real, en un arrebato de orgullo, anotó el 1-0, lo que permitió hacerse fuerte hasta que en el descuento el chuleta volvió a sentirse protagonista al señalar un penalti por un torpe agarrón de Zubeldia a Abqar. ¿Lo habría señalado en el Bernabéu al Madrid? Ni en mil años. ¿Y después de expulsar a la estrella local con bastante polémica y de forma discutible? En la vida. Seamos serios. Esto es lo que hay. Qué fácil es arbitrar en Anoeta. No hay más. Un paraíso para los arrogantes que se sienten dueños de los encuentros cuando son meros convidados de piedra que deberían pasar inadvertidos.
Lo que había pasado antes, es decir el juego, un fallo de Kubo en situación inmejorable, un disparo desviado a córner de Oyarzabal y dos paradones de Remiro, en sendos cabezazos a saque de esquina mal defendidos, uno de ellos invalidado por los bloqueos.
Gesto al palco
Imanol quitó al amonestado Pacheco para dar entrada a Jon Martín, que se estrenaba en casa y que estuvo cerca de anotar en el primer balón que tocó de cabeza. Pero los realistas fueron perdiendo fuelle y comenzaron a cosechar continuas imprecisiones que desencadenaban en ocasiones visitantes. Remiro paró un disparo cruzado de Stoichkov y después otro de Toni tras un nuevo error de Zubeldia. El recién llegado hizo mucho daño a la zaga y no desaprovechó un balón suelto en otra jugada defendida de forma muy blanda por Igor, que no pareció estar en condiciones de jugar.
La idea de Imanol fue sacar a Turrientes, Olasagasti y Marín en un movimiento que, si no fue un gesto al palco, ya nos lo explicará algún día. Y poco más, Sadiq disparó alto en la única opción reseñable de los realistas.
Insistimos. Esto es lo que hay. E Imanol está empeñado en demostrar que no tiene mucho más y que, como dice medio en broma sin que tenga demasiada gracia nada en este mercado, ha pedido refuerzos en todas las líneas sin concretar ninguna posición. Quedan menos de 48 horas para el cierre y si la dirección deportiva no es capaz de reforzar y mejorar este equipo, el siguiente tropiezo en Anoeta ya no va a tener una respuesta tan misericorde y admirable de su afición. La más paciente, comprensiva y tranquila que se conoce. Dos encuentros en dos derrotas ante sendos visitantes menores. Sin un refuerzo para la delantera y sin un sustituto para Robin. Una planificación impropia de unos gestores que siempre habían demostrado mucha responsabilidad y acierto en sus decisiones. Encima el mensaje que emana del club es que igual no viene nadie. Es de no creer. Es obligatoria la autocrítica a pesar de que ayer un impresentable saboteó por completo un derbi vasco. A ver si no vuelve…