A pesar de todo, la Real, en un arrebato de orgullo, anotó el 1-0, lo que permitió hacerse fuerte hasta que en el descuento el chuleta volvió a sentirse protagonista al señalar un penalti por un torpe agarrón de Zubeldia a Abqar. ¿Lo habría señalado en el Bernabéu al Madrid? Ni en mil años. ¿Y después de expulsar a la estrella local con bastante polémica y de forma discutible? En la vida. Seamos serios. Esto es lo que hay. Qué fácil es arbitrar en Anoeta. No hay más. Un paraíso para los arrogantes que se sienten dueños de los encuentros cuando son meros convidados de piedra que deberían pasar inadvertidos. 

Lo que había pasado antes, es decir el juego, un fallo de Kubo en situación inmejorable, un disparo desviado a córner de Oyarzabal y dos paradones de Remiro, en sendos cabezazos a saque de esquina mal defendidos, uno de ellos invalidado por los bloqueos. 

Gesto al palco

Imanol quitó al amonestado Pacheco para dar entrada a Jon Martín, que se estrenaba en casa y que estuvo cerca de anotar en el primer balón que tocó de cabeza. Pero los realistas fueron perdiendo fuelle y comenzaron a cosechar continuas imprecisiones que desencadenaban en ocasiones visitantes. Remiro paró un disparo cruzado de Stoichkov y después otro de Toni tras un nuevo error de Zubeldia. El recién llegado hizo mucho daño a la zaga y no desaprovechó un balón suelto en otra jugada defendida de forma muy blanda por Igor, que no pareció estar en condiciones de jugar.

La idea de Imanol fue sacar a Turrientes, Olasagasti y Marín en un movimiento que, si no fue un gesto al palco, ya nos lo explicará algún día. Y poco más, Sadiq disparó alto en la única opción reseñable de los realistas.

Insistimos. Esto es lo que hay. E Imanol está empeñado en demostrar que no tiene mucho más y que, como dice medio en broma sin que tenga demasiada gracia nada en este mercado, ha pedido refuerzos en todas las líneas sin concretar ninguna posición. Quedan menos de 48 horas para el cierre y si la dirección deportiva no es capaz de reforzar y mejorar este equipo, el siguiente tropiezo en Anoeta ya no va a tener una respuesta tan misericorde y admirable de su afición. La más paciente, comprensiva y tranquila que se conoce. Dos encuentros en dos derrotas ante sendos visitantes menores. Sin un refuerzo para la delantera y sin un sustituto para Robin. Una planificación impropia de unos gestores que siempre habían demostrado mucha responsabilidad y acierto en sus decisiones. Encima el mensaje que emana del club es que igual no viene nadie. Es de no creer. Es obligatoria la autocrítica a pesar de que ayer un impresentable saboteó por completo un derbi vasco. A ver si no vuelve…