Habitual en El País y en Instagram, la humorista gráfica Flavita Banana continúa cosechando éxitos con sus viñetas ácidas y concisas, con las que trata temas como el feminismo, las relaciones, la política o la salud mental. Ahora repite un año más en el Salón del Cómic de Navarra, en el que ayer dio una charla y hoy firmará ejemplares de sus trabajos en la librería Chundarata.
¿Cómo empezó en el mundo de la ilustración y cómo encontró su estilo propio?
–Eso son muchos años resumidos. Estudié Bellas Artes e Ilustración, ya iba encaminada y sabía que me iba a dedicar a crear. Eso no tiene nada que ver con encontrar tu estilo, tocas un poco todos los palos pero nada en concreto. Lo de acabar haciendo lo que hago ahora viene más por cosas subliminales del día a día: la presencia del cómic en casa por tener familia francesa, la admiración por el periódico por parte de mi padre, darte cuenta de que tus padres se ríen con las viñetas del periódico... Cosas que no tienes presentes desde pequeña, pero asocias a algo positivo. No sé si es consecuencia o causa, una cosa lleva a la otra. Fue una cuestión de quitar y quitar, aprendes a hacer de todo, pero te das cuenta de que te importa más el mensaje y que necesita poco añadido.
¿Con qué objetivo hace las viñetas, qué mensaje quiere transmitir?
–Hay algunas que son muy absurdas y que no pretenden transmitir nada, sino hacer reír. Pero intento que vayan con el tema actual;hay tendencias, se habla más de ciertos temas. Pero sí que hay mensajes, líneas principales: el tema del feminismo, el sistema laboral, las relaciones, la juventud...
¿Cómo fue la acogida de la gente cuando comenzó a publicar?
–Cuando empecé en prensa empecé en S Moda, y como es una revista para mujeres fue bien acogido, hablaba a mi audiencia propia y se esperaba eso. Cuando pasé a El País, salvo un par de veces que un hombre me ha dicho “tú dedícate a lo tuyo y deja la política”, no he tenido problemas. Algunos hombres consideran que es un ataque a ellos, de que me meto con ellos, pero no estoy hablando de ellos. Dibujo para ellas, la mayoría de las veces.
¿Cómo es la vida de una dibujante en el día a día?
–Depende de cada día. Si hay algún proyecto grande de fondo, privado, de una marca que te pide algo; o si solo estoy con las viñetas del periódico, que es más relajado. Si es una etapa en la que tengo muchas ideas voy relajadísima, pero básicamente mi vida es lo demás. Sí que estoy todo el rato pensando en ideas, pero el día a día es muy ocioso, muy relajado y hedonista. Tengo una vida de jubilada.
¿Sobre qué temas no quiere o evita dibujar?
–Si no es para un proyecto concreto en el que se me da la información, evito hablar de temas de los que no tengo ni idea. Para una viñeta diaria del periódico, formarme mucho es invertir ese tiempo libre. En otras ocasiones, con proyectos concretos, se me da mucha información, aprendo y me flipa. Por gusto, no haría cosas de las que no sé de qué estoy hablando. Y otras porque es muy complejo hacer humor; un día en el que no hago nada temático es el día contra la violencia machista, porque no quiero hacer una buena viñeta y tener aplausos por un tema por el que nadie debe tenerlos. Y creo que son temas de reflexión, yo no te tengo que decir cómo pensar. Si te quieres informar, hay otros canales. El papel del humor gráfico es bastante más limitado.
¿Cuál diría que es el secreto del éxito de Flavita Banana?
–El tono de humor. Humoristas gráficas había y hay, pero hay muchos tipos de humor.En mi caso es un humor relajado con temas duros. No me centro solo en lo cotidiano, toco más palos y un poco de todo, pese a que el personaje mensajero de la viñeta sea una mujer. Yo creo que ha sido un poco eso: más temas y un tipo de humor accesible.
¿Qué le caracteriza en cuanto a estilo a la hora de dibujar?
–Sobre todo una gestualidad. A lo mejor a alguien que no lo ha visto nunca le parece feo. Esa gestualidad quizá viene dada por usar papel y no soportes digitales; el papel y la tinta crean un trazo más gestual, más imprevisible, menos arreglable. No te lo puedes pensar tanto, y sobre todo el hacer viñetas tan a menudo te lleva a trabajar un poco más rápido. Yo creo que es eso: un aspecto más desenfadado y tosco, brusco.
¿Cuál es el proceso creativo detrás de las viñetas?
–Eso varía. Yo tengo que entregar una viñeta un día sí y un día no, además de los encargos. En las diarias es un poco salto al vacío, confiar en que salga. La actualidad te da mucha información, pero cuando los días están siendo muy duros hago viñetas muy absurdas que no tienen nada que ver, como un respiro. Pero no tengo una fórmula; si la tuviera haría hoy 15 viñetas y estaría 30 días sin trabajar.
¿Qué es el dibujo para Flavita Banana?
–Ha llegado un punto ya que es realmente oficio, profesión. Era una escapatoria, y ahora, cuando tengo tiempo libre, no se me ocurre dibujar. Te acostumbras a que siempre que haces un dibujo tenga un fin, una salida o una remuneración. A día de hoy, para mí es oficio; gustoso, pero oficio. Evadirme lo hago de otras formas. Dibujar ahora es una obligación placentera.
¿Cómo lleva el hecho de ser una persona conocida?
–Al principio lo viví muy emocionada, luego me dio un parraque hace cuatro años y me empezó a dar ansiedad, depresión, no podía hacer nada ni estar en público. Ahora, en parte gracias a la pandemia y a poder estar recluida bastante tiempo, me ha dado un poco de margen y de perspectiva y quiero disfrutarlo despacio. Sobre todo, al haber ido pasando el tiempo y haber definido aún más mi comportamiento con las redes y el tono que yo uso, la gente que me sigue me conoce más. Encontrarme con alguien en la calle suele ser muy agradable; no es chillón y un ataque, es diversión. Pero he aprendido que, en general, me gusta más estar en casa.
¿A la hora de crear, papel o digital?
–Papel. Lo dibujo en papel y después de generarlas las limpio siempre en Photoshop. Quito el fondo para que el blanco sea blanco y el negro sea negro. Si el dibujo está perfecto, nada más. Hay una limpieza digital, pero el planteamiento es en papel;no hay boceto, es directamente tinta y papel. Y lo prefiero. He probado todos los formatos de lápiz digital y no frota. Resbala mucho sobre la pantalla, y eso no me gusta.
¿Qué supone para Flavita Banana estar invitada otro año más al Salón del Cómic de Navarra?
–A mí me encanta, desde el primer año que vine. Me hice amiga de los chicos y me encanta, es un salón muy relajado, extendido en el tiempo, a diferencia de otros que son un no parar y es un poco agobio para todas las partes. Aquí está guay, incluso ha habido años en los que no participaba pero venía de todas formas.
¿Qué opina del tema de este año, el manga y la cultura japonesa?
–Genial, porque hay mucha gente que desconocemos bastante y tenemos nuestros prejuicios hacia el propio arte y hacia quienes lo consumen. Todo lo que sea informar y aprender, maravilloso.
¿Qué espera de su estancia aquí?
–Estoy contenta porque la charla de hoy es en la universidad. Todo lo educativo me encanta: escuelas, universidades, formaciones, la gente joven, me gusta y me parece importante. Y que en la educación se monten cosas paralelas me parece genial, porque a veces el sistema educativo es un poco coñazo. Y mañana tengo una firma de libros, eso siempre es chuli porque pones cara a las palabras digitales y a la gente que te sigue.
¿Teniendo la experiencia que tiene a sus espaldas, qué le diría a una persona que quiere entrar en el mundo de la ilustración?
–Ahora es distinto, va todo muy rápido. Cuando yo empecé ya había redes sociales, pero yo lo usé como un medio para que vieran lo que hacía y así conseguir trabajo con editoriales, periódicos, exposiciones... Pero en físico, en papel. Ahora, hay mucha gente que su trabajo es en las redes y punto; un medio y un fin. Mi consejo es mantenerlas activas, entretenidas, bonitas; cuida tus redes, pero no con un modelo establecido. Haz lo tuyo, que tenga algo entretenido comparado con otras. Y sobre todo, que dibujen más. No debería ser que de repente una cosa te funciona y te quedas ahí; yo estudié siete años. Hay que probar, seguir probando y no quedarse en la primera. A la larga, una viralidad no se sostiene. Y sobre todo que se pregunten si les gusta dibujar o les gusta gustar, porque es algo que tendrán que hacer cada día.
¿Dónde le gustaría verse de aquí a unos años?
–Me gustaría escribir, pero todavía falta. Me gustaría que mi trabajo cundiera aún mucho más, en el sentido de que tuviera que trabajar aún menos y poder mantenerme. Que mi producción fuese casi anecdótica, pero que eso me permitiera leer mucho y dormir mucho. Me tranquiliza pensar en ir a menos, no a más.
¿Qué es lo que piensa cuando ve sus viñetas de hace unos años?
–Creo que me retenía en el trazo, tenía la muñeca más tensa. Quería dibujar más limpio, más pulcro. Quería gustar, encajar; tocaba temas que me asegurasen un gran público que estuviera de acuerdo conmigo, hablaba de lo cotidiano, tocaba temas muy fáciles. Veo ganas de ser querida, y ahora voy más bien a lo contrario. Y eso precisamente hace que mi trabajo le guste más aún a la gente. Creo que proyecto ese autoconvencimiento y eso gusta.