Con traje de luces y capote verde, Antonio Ferrera tocó el cielo de Pamplona brindando una corrida de seis toros de Miura. Con una tranquilidad que no es propia de alguien que tiene delante unos morlacos de seiscientos kilos y cierta irregularidad con el uso del acero, Ferrera se llevó dos orejas y puerta grande se llevó el matador para poner el broche final a la Feria del Toro de las fiestas de San Fermín.
El de Buñol comenzó la corrida muy emocionado y la suerte le acompañó en el primer toro, puesto que enterró el estoque a la primera. De todas formas, la primera oreja de la tarde vino en el segundo toro, un Miura de 625 kilos llamado Chaparrito, aunque de chaparrito tenía poco. Ferrera aseguró estar “con mucha ilusión y mucha fe en que la tarde vaya bien” después de llevarse esta oreja.
Corrida de Miura en San Fermín: gesto de Antonio Ferrera, si; triunfo, no
La confianza que estaba mostrando Ferrera se vio perjudicada en el tercer toro, puesto que necesitó siete intentos para enterrar el acero en el animal. Sin embargo, el torero mostró claridad de ideas y mucha frescura, entendió a la perfección los matices de cada animal.
Su apoderada, Cristina Sánchez, quiso destacar el calibre de esta faena y la dificultad que tienen estos animales tras el cuarto:”Es mucha responsabilidad matar seis toros de Miura, es la primera vez en la historia que se cierra con seis toros para un matador. Son toros con unas características complicadas para el triunfo, puesto que son muy pasadores y no se emplean. Es difícil conectar con el público si el toro no se entrega ni transmite en la corrida”.
Algún susto tuvo Ferrera en el quinto toro cuando quiso tocarle el pitón al animal. El morlaco asestó una embestida y metió el asta por la manga del torero, pero se quedó en una anécdota.
Con el sexto y último toro llegó el premio para Ferrera, ya que fue el que le otorgó la oreja que le sirvió de pase para salir por la puerta grande. Se atrevió a subirse al caballo y hacer él mismo de picador sin tener protecciones en las piernas.
Tras meter el estoque limpio y sencillo, el público se levantó de sus asientos para pedir la oreja para Ferrera, cosa que se le fue otorgada. Gracias a esta, el torero pudo gozar de la octava puerta grande de San Fermín. Ferrera, muy emocionado, afirmó que “esta corrida va por mis compañeros, por todos los toreros.
Eugenio Salinas, representante de la Casa de la Misericordia quiso tener unas palabras para Ferrera: “Hay que agradecer a Ferrera esta corrida con seis Miuras y el gesto que ha tenido ofreciéndonos donativos a la casa... que falta nos hace”.
“La respuesta ha sido muy buena, ha habido mucho público por la mañana y por la tarde, estamos muy contentos y la gente ha salido feliz todos los días”, añadió Salinas.