El Museo Universidad de Navarra acogerá este viernes, 14 de octubre, el preestreno de Pharsalia, espectáculo de danza para 11 bailarinas/es con el que su creador, el coreógrafo Antonio Ruz, reflexiona sobre el concepto de conflicto, crisis, guerra, resistencia, tensión o evasión a partir del poema épico homónimo escrito por Marco Anneo Lucano en el siglo I, que aquí se interpreta desde una mirada contemporánea. Una reflexión que pone en escena a víctimas y a guerreros, a veces separados, quizá juntos al final, porque esta propuesta quiere ser “un canto a la libertad, a la esperanza y a la danza como arma nuclear de salvación”, cuenta Ruz, que para esta ocasión ha contado con la colaboración de tres profesores de la Universidad de Navarra: Álvaro Sánchez-Ostiz, Catedrático de Filología Latina; Javier Andreu, profesor de Historia Antigua, y Daniel Doyle, experto en estoicismo.
Antonio Ruz, Premio Nacional de Danza 2018, regresa de este modo al Museo Universidad de Navarra, que coproduce este montaje cuyo estreno oficial será la semana que viene en los Teatros del Canal de Madrid. Aquí ha representado ya varios de sus trabajos, casos de La Noche de San Juan o In Paradisum. Ambas contenían los resultados de sendos procesos de investigación intensos y apostaban por el gran formato. Igual que Pharsalia, que surgió de la necesidad que el coreógrafo tuvo de “hacer un retiro y estudiar” después de estrenar numerosos trabajos con su compañía, creada en 2009 tras su paso como bailarín por prestigiosas compañías como el Ballet de Víctor Ullate, el Gran Teatro de Ginebra, el Ballet de Lyon o la Compañía Nacional de Danza.
“Me presenté a una beca de la Academia de España en Roma y en la investigación previa encontré la Pharsalia de Lucano, cordobés como yo. Fui a comprar el libro y empecé a leerla, pero me resultó difícil”, reconoce el creador, que en esa primera lectura sí que atisbó la exaltación de las víctimas y de los vencidos y la universalidad de la guerra. “De ahí surgió la idea del cuerpo en guerra”, que no solo se refiere al físico, sino también al conflicto interno, psicológico.
Sin oportunismos
En la primavera de 2021 Ruz se encontraba inmerso en la investigación de la obra junto con el equipo de su compañía cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania. “Entonces dudé si seguir adelante porque no quería parecer oportunista”, cuenta. Pero pronto entendió que, a pesar de que hablar de la universalidad de la guerra “desde la danza, desde el cuerpo” era “arriesgado”, lo cierto es que todos los medios de comunicación están llenos de imágenes y de noticias de este tema todos los días y, además, “numerosos artistas han abordado este tipo de violencia en diversas creaciones”.
De este modo, “vi motivos para continuar con el proyecto”, con el que, lejos de hacer apología de lo bélico, lo critica. “La danza es una disciplina humanista, une, no separa; y a través de la danza puedes hacer reflexionar a la gente”, dice, convencido de se puede usar el arte “para soñar mundos mejores”.
Bella, cruel, macabra, oscura
En este sentido, Pharsalia, poema épico que narra la guerra civil entre Julio Cesar y Pompeyo Magno, se convierte en las manos de Antonio Ruz en un montaje “con una coreografía que impactará”, ya que el mismo texto contiene momentos monótonos, pero también frenéticos, gore, grotescos y hasta irónicos. “Es una obra bella, cruel, macabra, oscura”, que tiene literatura, pero también ciencia, astronomía, cosmología... Un texto muy complejo que refleja las variadas temáticas de las que acostumbra a nutrirse el coreógrafo, que, en este caso, aceptó gustoso la oferta que le hizo Teresa Lasheras, directora de la programación escénica y musical del MUN, de celebrar un encuentro con profesores de la Universidad de Navarra que le ayudase a comprender mejor el poema.
Álvaro Sánchez-Ostiz, Catedrático de Latín, fue uno de los participantes en este laboratorio y reconoce que al principio se sintió “desconcertado”. “Ha sido muy bonito poder aportar un granito de arena a este proyecto”, que le llegó cuando casualmente acababa de escribir el capítulo dedicado a Lucano de una guía de lectura para sus estudiantes. “Pensé que me estaban espiando”, bromea. Y añade: “Cuando Antonio nos convocó, nos mostró sus ideas, fotos, videos... Y nos hizo muchas preguntas sobre el texto, que no es nada fácil”, se diría que es “la antiEneida”, con “una cosmovisión y una explosión de sentimientos completamente distintas”, explica el experto, que califica de “grata” aquella primera conversación que se convirtió en una colaboración más permanente durante estos meses.
Además de otros aspectos, Ruz ha trabajado con Álvaro Sánchez-Ostiz el ritmo del texto, escrito en hexámetros dactílicos, capaces de “contar lo más horrible de manera sublime”. “Antonio comentó que quería que el latín tuviera presencia en la obra, de ahí surgió la idea de que algunas frases –grabados por las/os bailarinas/es– formaran parte de la banda sonora de la obra”.
Una mirada contemporánea
Con la aportación de los académicos, “que me sirvió para sentirme motivado y para corroborar que no estoy tan loco”, y con todo el material recopilado en la lectura del texto y la estancia en Roma –donde se inspiró en el Sarcófago de Ludovisi–, Antonio Ruz convocó unos laboratorios de investigación en noviembre de 2021. De estos talleres surgió el elenco del espectáculo, formado por 11 bailarines de España, Etiopía, Suecia, Brasil... “Para abordar algo tan universal como la guerra también era importante hablar de la diversidad”, apunta, muy satisfecho por la manera en que el trabajo “ha fluido” durante este tiempo. También el del equipo creativo, que ha generado una escenografía con un objeto contundente y transparente, “que hay que iluminar muy bien”, y con el que se pueden plantear cuestiones como, por ejemplo, “cómo se observa la guerra dependiendo de si estás dentro o fuera”, además de proyectar imágenes, jugar con el sonido... Todo, para acabar en un mensaje de esperanza. “Ya hay demasiado pesimismo”, indica Ruz, firme defensor del “poder transformador de la danza”.