De los once jugadores que integraron la alineación de la Real Sociedad contra el Rayo Vallecano, solo cuatro habían empezado la pretemporada con el equipo: Traoré, Aritz, Urko y Brais. En la formación inicial de los madrileños, mientras, la cifra en cuestión subía hasta nueve: solo fallaban el lateral Ratiu (jugó la Eurocopa con Rumanía) y el extremo Embarba (llegó cedido por el Almería a finales de julio). El fútbol moderno, sus calendarios sin sentido y el estatus que ha adquirido el equipo txuri-urdin durante el último lustro tienen estas cosas. Con motivo de la primera jornada liguera, asistimos en Anoeta a un partido entre una escuadra que no había hecho pretemporada y otra que sí había podido trabajar en condiciones. Esto es deporte de máximo nivel y circunstancias así se notan. Mucho más de lo que parece.
Un partido del montón
Los de Imanol hicieron el partido que hicieron, una actuación del montón en materia ofensiva, como algunas otras del pasado que se veían maquilladas por el rigor atrás. Sin embargo, si al lógico y comprensible espesor en ataque le sumas cuatro regalos que significan medio gol para el rival, lo normal es que pierdas, contra el Real Madrid, contra el Rayo y contra el Buñol. A la Real le costó diez minutos entrar en el partido. Cuando lo hizo, firmó otros 20 más que aceptables, saliendo de la presión visitante y generando situaciones (que no ocasiones) aprovechables. Y después los vallecanos acertaron a cortar el grifo de las buenas progresiones txuri-urdin administrando los saltos de Isi a por Aritz: el mediapunta franjirrojo pasó a quedarse anclado con Urko (luego Zubimendi), y por ahí empezó a fraguarse el justo resultado final.
El entrenador
Las malas sensaciones de agosto no tienen por qué traducirse en tristes epílogos en mayo. Tranquilidad, por favor. Queda un mundo y el equipo mejorará. Le ayudará a conseguirlo, eso sí, que el mercado de fichajes se cierre de una vez por todas y que todo se normalice fuera del terreno de juego. Porque, si algo puede preocupar de este primer fin de semana, no es tanto la derrota inicial como las distintas perspectivas desde las que presidente y entrenador parecen mirar al futuro. El mensaje de Imanol en la víspera del partido resultó nítido, manifiesto, cristalino: "A Jokin (Aperribay) y a Olabe les he pedido fichajes en todos los puestos". Llamó la atención la frase, por inusual en el oriotarra, quien en realidad no estaba solicitando refuerzos en público. Él simplemente estaba marcando bien marcada su postura: quiere y ha querido más de lo que le terminarán dando. "Ni entrar en Europa, ni jugar la final de Copa. Mi objetivo esta temporada consistirá en sacar el máximo rendimiento a la plantilla que tenga el 30 de agosto", manifestó luego, menos iluso, sobre las metas del curso.
Tras el partido
Llegaron después el debut y la comentada derrota, tras la que el entrenador volvió a comparecer ante los medios. Reconoció el mal partido, ensalzó la importancia de perder a Le Normand y a Merino sin ponerlo como excusa, y lamentó también no haber realizado una buena pretemporada, dejando entrever que con veranos así cuesta arrancar en condiciones. Yo coincidí con todas y cada una de sus palabras, pero me quedé sobre todo con el tono en que habló. Un tono bajo. De resignación. De pesadumbre. Un día antes se había posicionado. El domingo, tras perder, estaba dolido. Como con las alas cortadas.
El presidente
Entendimos mejor al míster ayer lunes, al hablar un Aperribay cuyo discurso más largoplacista también compro. Esto es la Real, que no se nos olvide. Y aquí los éxitos recientes se edificaron igualmente desde inicios como los actuales. Sería recomendable, en cualquier caso, que presidente y entrenador utilizaran lentes similares, para mirar de igual modo al futuro a través de sus prismáticos. De lo contrario, la cosa corre el riesgo de acabar muy mal. Imanol sabe que en el fútbol tu silla corre peligro si no ganas con frecuencia. Quiere más, para seguir haciendo historia y para conservar el cargo. Pero, si las perspectivas del club resultan más modestas a corto plazo, se debería tener con el técnico la paciencia propia de los proyectos que se cuecen a fuego lento.
FICHAR UN CENTRAL: CUANDO IR AL MERCADO AYUDA A LA CANTERA
Un servidor defenderá siempre que Zubieta debe suponer el sustento de la Real, incluso cuando apostar por ello implique pagar ciertos peajes deportivos. Ahora bien, también toca reconocer que hay situaciones en las que, aunque parezca contradictorio, acudir al mercado de fichajes puede ayudar al crecimiento de determinados canteranos. Los chavales son ellos y su potencial, no hay más, pero al club tampoco le corresponde únicamente ponerles a jugar: debe, igualmente, cuidar el contexto en el que les inserta. Robin Le Normand ya es historia y se acerca el momento de Jon Martín (Lasarte-Oria, 2006). Sin embargo, el joven central comparte ahora puesto con Aritz, Zubeldia y Pacheco, nómina que se queda cortita para hacer apuestas adicionales. Adelante con ese posible refuerzo.
OYARZABAL SÍ ES PUNTA: UN POCO DE CONTEXTO... Y TAMBIÉN DE MEMORIA
Seguro que Oyarzabal se encontraba el domingo lejos de su mejor forma. Y seguro también que el tramo final del partido, con el Rayo cediendo metros y balón, invitaba a meter en el campo a un tipo como Sadiq. Sin embargo, tampoco procede ahora volvernos locos con ambas circunstancias, y sí hacer un sano ejercicio de memoria para atender a las cosas desde su contexto. Oyarzabal fue hace menos de un año el delantero centro (sí, delantero centro) de la Real que deslumbró en la Champions. E Imanol se jugó Europa en mayo con Sadiq a modo de florero en el banquillo: solo un encuentro jugado (21 minutos) en las diez últimas jornadas. Tras lo que había dicho el sábado de forma más que directa en rueda de prensa, el míster no necesitaba lanzar más mensajes. Sólo fue coherente con su pasado.