No puedo con las prisas por llegar cuanto antes a ningún lugar.
Con las correas que arrastran perros y las miradas raptadas por las pantallas de teléfono.
Odio, con todas mis fuerzas, los trabajos, las ausencias de 7, 8 o 9 horas mientras un perro consume su breve existencia aburrido, hastiado y sólo.
Me molesta un enfado mantenido en el tiempo. El amor de plástico, sin conocimiento. El no salir porque llueve. El no jugar porque mancha.
Me irritan las palabras de más, aquellas que le sobran al perro… casi todas.
Me duelen los perros incomprendidos, los frustrados, los moldeados hasta perder su esencia, los que hoy llegaron por capricho y mañana serán molestia. Las cadenas perpetuas.
Las manos que dan de comer pero ni acarician, ni acompañan, ni guían.
Pero probablemente, lo que más me supera, y a veces me enfada… es el orgullo del ignorante que decide voluntariamente serlo, su falta de curiosidad… La incurable ceguera del que no es capaz de aprender… NADA… de los maestros más maravillosos que tenemos a nuestro lado.
Jon Arraibi, Director y Presentador de Café con Patas.