Fue a finales de diciembre de 2019. También entre las paredes de Vinylora, Mice presentaba Zilar printzak, un EP a modo de “capricho, de antesala del disco”, recuerda Miren Narbaiza. Pero después pasaron muchas cosas, pandemia incluida, y los tiempos previstos quedaron suspendidos. Ahora, la cantante, instrumentista y compositora vuelve al espacio de la calle Correría, donde, esta vez sí, varios vinilos de Lautada esperan a sus próximos dueños. “Es un álbum en el que hay muchas voces y registros diferentes. Lo puedes escuchar fácilmente, pero también te puedes ir parando en las cositas que hay, que son muchas”, sonríe su creadora.
Que este trabajo compuesto por ocho canciones haga referencia desde su título a la Llanada Alavesa no es una casualidad. Todo lo contrario. Es el tema que cierra el disco –una decisión premeditada y consciente–, pero también el lugar en el que Narbaiza ha dado forma y fondo a su nueva producción. Es una zona que “me ha dado mucho, también este discazo. Me ha inspirado. Al principio igual no fue tan fácil, pero cuando me hice al entorno, empecé otra vez a escribir. Después del anterior EP no andaba muy sobrada de ideas. No tenía mucho que contar y lo que escribía no me gustaba”. Hubo que “despistar” la mente y volver a comenzar. Por eso precisamente el primer corte del álbum es Ernaltzen.
Es la puerta de entrada a un trabajo en el que “voy contando muchas historias de todo tipo, muchos colores diferentes”. Narbaiza tiene claro que, ante todo, “quería hacer algo nuevo, sobre todo para mí”, buscando que cada tema sea distinto al anterior y al posterior, aunque entre todos haya una coherencia. “Cuando llegas a Lautada es como volver a casa”, es el lugar que ha influido tanto en los mensajes, en los tiempos, en los espacios que transitan este trabajo registrado en los estudios alaveses Gakobeltz Hit Faktoria, ubicados en Durana. Claro, en la Llanada. ¿Dónde, si no?
Llega ahora el momento –tras el lanzamiento de los dos primeros singles con sus respectivos vídeos– de los directos, de llevar a su sexteto Mice al encuentro con el público. Son conciertos, eso sí, en los que Miren Narbaiza ya no quiere estar con la guitarra entre las manos. “Estoy disfrutando mucho de solo cantar porque tengo mucho que contar”, algo que puede hacer sin problemas: “hacer eso me lo permite tocar con los mejores”. Eso sí, de momento no hay fechas en Álava. Por lo menos aquí, en el Seminario y a iniciativa de El Cinecito, se pudo hacer una pre-escucha del disco. “Fue algo diferente y bastante revolucionario hoy, que no nos sentamos a escuchar casi nada. Vino muchísima gente”.
Son momentos especiales, los que marcan la culminación de un proyecto que tenía que haberse hecho realidad antes, o esos eran los planes. Por eso aquí hay composiciones de distintos años y momentos. “Es un disco que ha tenido muchos tempos distintos. Y eso ha sido para bien”. Ha servido para rematar cada detalle, contando además con la colaboración estrecha de Joseba B. Lenoir y de Ibai Gogortza, más allá de que “hay veces en las que las canciones mandan ellas, y en este disco hay varios casos de esto”, dice sonriente Miren Narbaiza antes de volver a la Llanada.