Soleado, cálido. El verano de 2022 ha reunido todos los ingredientes para que fuera un éxito en materia turística en Donostia. La concejala de Turismo, Cristina Lagé, lo corrobora. “Ha sido un buen verano”, reconoce. El turismo es una moneda de dos caras, la del disfrute del visitante y la del encaje con el día a día de los residentes. Uno de los principales retos de las ciudades turísticas pasa por garantizar una convivencia armónica.
¿Podría hacer un primer balance del verano turístico?
El balance es evidentemente positivo. Creo que San Sebastián está en el imaginario de todo aquel que busca un destino diferente, sostenible, que no es de sol y playa, aunque este verano en lo climatológico haya sido diferente, con mucho calor. La gente viene buscando paisaje, climatología más benigna y, sobre todo, cultura, gastronomía... Ha sido un buen verano pero quiero esperar a que termine.
¿Para tener perspectiva?
Julio y agosto en Donostia, se haga lo que se haga, son meses buenos. Es una ciudad bonita, que oferta una gastronomía excepcional. Pero el verdadero reto de las ciudades que son destino turístico llega de septiembre a mayo. Es cuando se verá el resultado del trabajo que se está haciendo desde San Sebastián Turismo, donde estamos volcados en dos temas: la sostenibilidad en el turismo y esa desestacionalización.
¿Sostenibilidad?
Cuando hablamos de sostenibilidad hablamos de una regulación. En realidad está mal dicho, porque regular hace referencia a un aspecto legal en el que no tenemos competencia. Pero, por ejemplo, queremos aconsejar a los grupos que pasean por la ciudad que reduzcan el número de integrantes, que los guías no utilicen megáfonos por la calle, que se estipulen rutas de entrada y salida de la Parte Vieja etc. Se trata de que el encaje entre residente y visitante sea perfecto. No hay destino en el mundo que sea buen destino si sus ciudadanos no son felices.
El de la convivencia armónica es un reto compartido.
Es el mayor que tenemos, y creemos que lo mejor que se puede hacer es pedagogía. Todos somos turistas en algún momento. Lo que tenemos que transmitir al visitante es que estamos contentos de que venga, porque esta es una ciudad acogedora históricamente y también anfitriona, pero les tenemos que pedir que nos ayuden a que puedan disfrutar de la experiencia a la par que los donostiarras pueden seguir viviendo confortablemente. Sin duda, habrá momentos puntuales de saturación, porque no se puede cercar una ciudad. Pero no solo porque viene gente de lejos, viene mucha gente de Gipuzkoa, porque esta es una ciudad de servicios.
¿Son turistas?
¿A partir de qué distancia consideramos a una persona turista, desde los 300 kilometros? Creo que hay que hablar de visitantes, porque da igual que lleguen de Tolosa o de Arkansas. Quien viene a Donostia viene a disfrutar de la ciudad, y sea de donde sea hay que explicarle que tenemos que disfrutarla todos.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, el parking disuasorio contribuye a este fin. Este año ha sido utilizado por más de 25.000 personas. Es una herramienta que da la bienvenida a quien viene, pero le invita a que nos ayude a que la ciudad funcione dejando el coche en Illunbe y usando el transporte público.
¿A ello puede contribuir iniciativas como la anunciada por el alcalde, Eneko Goia, de crear zonas saturadas de hoteles?
Consideramos que es una idea positiva para ciertas zonas. De todas formas, en Donostia cuando la ocupación es del 100% –sumando hoteles, pensiones y el conjunto de alojamientos– no llegan a 15.000 personas las alojadas en la ciudad. Si en Donostia vivimos en torno a 180.000 habitantes, solo hay que ver que esto supone entre el 7 y el 8% de la población. Esto no es saturación. Otra cosa es que tenemos un modelo de ciudad que queremos que se mantenga, pero las cifras son las que son.
¿La tasa turística contribuye a devolver algo a la ciudad?
Sabemos perfectamente que nadie dejará de venir por la tasa turística. La tasa turística grava a quien se aloja y no a quien viene a pasar el día, que también utiliza los servicios de la ciudad, las playas... Creo que hay dar una vuelta más el tema, plantear una reflexión para ver cómo podemos conseguir que haya algún tipo de tasa o impuesto que vaya más allá de las personas alojadas.
¿Tiene Donostia un espejo en el que mirarse en este sentido?
No, pero las ciudades están comenzando a plantearse esta reflexión. Hay formas. Nosotros ya cobramos una tasa a los autobuses en la estación. Hay maneras, pero hay que plantear una repensada porque en ello se basa el futuro. Hablaríamos de tasas que van más hacia el tema de la sostenibilidad, a compensar la huella de carbono etc. Todo esto necesita una reflexión pausada.
¿Sería usted contraria a la tasa turística por insuficiente?
Exactamente, aunque es mejor que nada sin duda. Ahí la apoyaríamos. Depende del Gobierno Vasco. No hay forma de fijar una regulación municipal que no cuelgue de una norma superior, Yo creo que San Sebastián merece un estudio aparte. De las tres capitales somos la más visitada y deseada, aunque Bilbao en términos generales, y atendiendo los datos del aeropuerto, tenga más visitas. Lo que ocurre es que venimos de dos años de paralización por la pandemia después de que Donostia realmente despegara hace diez años, cuando ETA dejó de matar. De esta década dos son de covid, por lo que tenemos solo ocho años de industria turística funcionando al nivel de otras ciudades. Lo estamos haciendo bien, San Sebastián se está posicionando como una ciudad que vigila su sostenibilidad y que mira por el respeto de nuestra forma de vivir y nuestras tradiciones.
¿Importante?
Nadie quiere ir a ciudades que se van convirtiendo en pequeños parques temáticos, y eso Donostia no lo va a permitir. La gente viene buscando nuestra autenticidad. Esto es lo más difícil de garantizar pero es donde tenemos que poner nuestro esfuerzo, porque es lo mejor que tenemos.
Parte de los donostiarras han mostrado su malestar porque consideran que zonas como la Parte Vieja ya son parques temáticos, con pintxos casi en serie.
Pero, ¿nosotros desde la Administración cómo lo gestionamos? Creamos el Instituto del Pintxo no con el fin de castigar a nadie. Cualquier empresario si abre la persiana por la mañana, paga sus impuestos y tiene a sus trabajadores asegurados y bien pagados, es respetable. Nosotros podemos agradecer y premiar a quien lo hace muy bien y siguiendo nuestras tradiciones y es lo que hace el Instituto del Pintxo.
Poco que hacer para que la Parte Vieja esté a rebosar.
La Parte Vieja está llena y qué bien que lo esté. Lo que podemos hacer es intentar garantizar el descanso a la noche, evitar que se generen ruidos extremos, asegurar la limpieza... Pero la Parte Vieja es una zona de máxima atracción, aunque trataremos de trabajar con los grupos de turistas. Por lo demás, ya vivimos el desastre de la Parte Vieja vacía en pandemia, necesitamos que esté viva, segura, activa y bonita.
¿Eso no puede provocar que los donostiarras se sientan expulsados?
A mí me parece un poco injusto que el donostiarra diga que no va a la Parte Vieja porque hay mucha gente, porque precisamente los días en los que hay más gente no está llena de turistas, como en las regatas, en San Tomás, el día de San Sebastián... Eso se ha convertido en una especie de leyenda urbana. La Parte Vieja está con mucha gente en días muy puntuales. Esta mañana puedes entrar en la Parte Vieja y comer donde quieras sin problemas. Puntualmente pasa y es normal. Yo invito a los donostiarras a que vayan a la Parte Vieja, que es maravillosa. Además, en las oficinas de turismo el cuarto lugar de procedencia de quienes hacen consultas es local, es un dato que a mí me encanta.
Vienen tiempos duros, ¿el sector está preocupado?
Sí. Por eso con iniciativas como la tasa turística somos partidarios de ver cómo acaba el año. No nos olvidemos que 2022 empezó con restricciones por la pandemia. Vamos a ver qué ocurre, pero son tiempos que requiere una reflexión.
¿Qué nos espera?
Todo el sector de congresos y eventos se ha puesto en marcha. Somos una ciudad muy preparada para este sector, que es más trasversal. Es el que desestacionaliza, que es lo que nos interesa. Trae a gente muy especializada, porque Donostia es un núcleo de ciencia e investigación. Tenemos el doble de investigadores que la media europea, centros de investigación y de industria farmacéutica... Todo eso es lo realmente importante. Y llegan congresos muy especializados, igual no de 5.000 personas sino de 600, pero vienen los mejores investigadores y científicos. Es algo que la ciudad tiene que valorar y mimar.
¿Se ha conseguido incrementar la estancia media?
Era otro de los retos que teníamos. Habíamos logrado superar los dos días de estancia, una cifra mágica que en Euskadi no es tan fácil de conseguir. La pandemia la redujo y en este momento hay que esperar para dar una cifra real. Hemos notado, y el clima ha ayudado, que la gente se ha quedado más tiempo, pero tenemos que esperar a que pase más tiempo tras la pandemia para analizar los datos con tranquilidad.
¿De dónde procede el turista que llega a Donostia?
Se ve de todo. Pero estamos recuperando el turismo internacional, que es muy importante para nosotros. Estamos recuperando al turista estadounidense, históricamente es el más importante; y hemos incorporado nuevas procedencias, como Holanda y norte de Europa, que no eran tan habituales. Queremos ser destino para estas procedencias, porque tenemos aeropuertos que nos acercan y somos un destino ideal en cualquier época del año. El público nacional nos ha descubierto tras la pandemia y sigue apostando por Donostia.
Las consecuencias del cambio climático pueden incidir en que Donostia sea un destino incluso más deseado.
Históricamente ha sido así, la reina venía buscando el tiempo benigno. El clima ha sido siempre un atractivo para nuestra ciudad. Estaba esa frase de que en “Donostia hay que ponerse la rebequita”. Este nunca ha sido un destino de sol y playa y muchos turistas vienen aquí en búsqueda de menos calor. Pero también hay también mucha gente que busca el sol garantizado. El cambio climático influye en todo, es evidente, y nosotros nos veremos afectados, aunque no creo que haga que venga más gente porque tenemos un número de plazas determinadas. Hay poblaciones que llegan a triplicar su número de habitantes en verano, aquí no ocurre ni va a ocurrir porque tenemos muy bien medido qué queremos que sea San Sebastián.
¿Y qué queremos?
El turismo permite contar al mundo qué eres y qué quieres ser. Quien llega a Donostia ese mensaje se lo lleva muy claro, que es una ciudad sostenible, volcada en la ciencia y la investigación, en la gastronomía, que respeta sus tradiciones y que le pide a quien llegue que lo haga.
¿Cuáles son los principales retos a futuro?
Para mí, el principal es garantizar la convivencia. Cuando me incorporé a este equipo de gobierno de las primeras cosas que dije es que para mí el reto es lograr que al final del mandato la mayor parte de la población de Donostia esté orgullosa de su ciudad como destino turístico, y estamos en ello. Han pasado muchas cosas como la pandemia y hay que pensar el dinero y el trabajo que deja el turismo, pero nunca a cambio de desvirtuar la manera de ser de la ciudad. Yo no creo en el turismo que desvirtúa, sino en el que potencia la cultura, la manera de vivir a la donostiarra. Es lo que más les gusta a los que nos visitan, me gusta oír la frase “qué bien vivís”. Si dejamos de vivir bien esto no tiene ninguna gracia y hay que tener cuidado para que no sea pan para hoy y hambre para mañana. El equilibrio es muy difícil. pero ahí está la clave.