Pere Aragonès no concibe que Pedro Sánchez eluda sentarse en la mesa para resolver definitivamente el conflicto catalán con la excusa de que nos encontramos en año electoral. El president reta al líder del PSOE a “no arriar la bandera del diálogo” y le emplaza a convocar la mesa de negociación a corto plazo: “Nosotros estamos a plena disposición para las reuniones que haga falta y avanzar en la resolución del conflicto”, sostiene el Jefe del Govern, que mantiene su propuesta de acuerdo de claridad que prevé acelerar en Cataluña tras las municipales de mayo. Después de los consensos alcanzados en diciembre en el marco de la negociación entre Estado y Generalitat, traducidos en una reforma del Código Penal, el dirigente republicano considera que la mesa de diálogo no debería quedar en punto muerto en 2023. “El diálogo no debería estar sometido a incentivos de táctica política de los partidos”, sugiere en una entrevista a Efe. “Que los presidentes puedan dialogar, reunirse, llegar a acuerdos y abordar el conflicto no debería estar condicionado por intereses cortoplacistas y electorales. Para mí, no lo está”. De este forma quiere trasladar un mensaje a la Moncloa: “Si Pedro Sánchez, que ha hecho bandera del diálogo y de la mano tendida, ahora esconde, retira y arría esa bandera del diálogo porque tiene elecciones municipales y autonómicas, deberá dar explicaciones de por qué no quiere dialogar”.
Aunque Aragonès trata de no vincular la continuidad de su apuesta por la vía dialogada a que Sánchez gane las próximas generales –“se trata de un proceso de gobierno a gobierno, no de partido a partido”–, sí reconoce que si PP y Vox llegasen al Ejecutivo “las condiciones para avanzar en el proceso de negociación serán más difíciles”. “Nosotros no nos levantaremos de la mesa. Ahora bien, soy muy consciente de que un Gobierno de la derecha significaría probablemente dar pasos atrás. Pero serían ellos quienes decidirían romper con el diálogo”, aseveró. Eso sí, cuestionado por si en ese supuesto ERC retomaría la estrategia unilateral, indica que si esto causa inquietud en alguien, “debería preocuparse por las acciones unilaterales de un Gobierno español en manos de PP y Vox”, alertando de la actitud que tendría un gobierno de ese color en ámbitos como el catalán, la “regresión” de derechos y libertades o el nivel de inversiones en Catalunya.
Con independencia de cómo avance este año el proceso de diálogo, Aragonès tiene previsto centrar sus esfuerzos en su propuesta de “acuerdo de claridad”, siguiendo la estela canadiense con Quebec, para pactar las condiciones mínimas para celebrar una eventual consulta de autodeterminación. De entrada, pretende sumar fuerzas en Catalunya mediante un gran acuerdo con agentes políticos, sociales, económicos, sindicales y culturales que sirva para fijar las condiciones concretas de ese referéndum. “No se puede demorar en exceso la puesta en marcha de este procedimiento, más que nada porque el conflicto no puede seguir estancado”, consideró el president, que arrancará los próximos días un trabajo de “contenido” por parte de un grupo de académicos. Cuando estas conclusiones se hallen “suficientemente maduras”, se iniciarán los contactos con fuerzas políticas catalanas, algo que según Aragonès no ocurrirá hasta después del 28-M, para “no interferir” en las elecciones. “Pero no se pueden retardar en exceso”, matiza. Su voluntad es tejer “grandes acuerdos” en el Parlament a pesar de que partidos como el PSC, CUP o JxCat avanzaron ya su oposición frontal a esta propuesta, respecto a la que solo los comunes han mostrado predisposición. A su juicio, quien se “oponga” a su planteamiento estará entonces “obligado” a poner sobre la mesa su alternativa.
Mensajes a la oposición
Por ello, lanza cuestiones a todas estas formaciones. “¿Qué piensa el PSC sobre el futuro de Catalunya? ¿Les parece bien el Estatut recortado? ¿Seguirán negándose a un referéndum aunque haya una mayoría más amplia en el Parlament? ¿Y qué propuesta hace JxCat? ¿Continuamos sin hoja de ruta y estancados? Porque el problema de la estrategia de confrontación es que nunca hemos sabido bien en qué consiste”, sentencia Aragonès, que también reconoce a la CUP que su defensa de un referéndum con “conexión” internacional encaja perfectamente con el acuerdo de claridad.