Pedro Sánchez buscará visualizar hoy en la cumbre hispanofrancesa el fin del procés del que se jactan desde Moncloa apoyándose en el clima de “normalidad” conquistado respecto a 2017. El cónclave bilateral de Barcelona, donde se reunirá con Emmanuel Macron, y al que, cercado por la polémica, acudirá Pere Aragonès, servirá también para recoser la unidad de acción independentista, en tanto que entre los manifestantes contra este acto se encontrará Esquerra, lo que coloca al Govern y a los republicanos en una tesitura, como poco, complicada. Desde la Generalitat justifican que el Ejecutivo catalán debe estar presente en todos los foros posibles, es decir, tanto representando a la institución con sus demandas como en la calle abanderando su rechazo al evento. Es más, el president defendió ayer su asistencia señalando que “los enemigos de las instituciones de Catalunya” desearían que no estuviera. Un alambicado escenario para ERC pese a que el propio Aragonès criticara a Sánchez y a su gabinete por utilizar una jornada de trabajo entre dos gobiernos “para la batalla política” y lanzar el mensaje de que el proceso soberanista ha capitulado.
“Intentan certificar una cosa que ellos no pueden. El Gobierno español no es nadie para certificar cuál debe ser el futuro de Catalunya”, consideró el Jefe del Govern, justo después de que el Consell per la República le afeara que su estancia allí será manoseada desde Madrid hasta el punto de usarle como un “títere”. Además, Aragonès se limitará a ejercer de anfitrión y saludar a los líderes europeos, sin que esté prevista su participación en alguna de las reuniones del orden del día, pero mantiene que, aunque aspira a que Catalunya vele por sus intereses en Francia como Estado independiente, mientras no lo sea la defenderá “con toda la dignidad institucional”, sin pretender abrir ningún otro melón. No obstante, Junqueras sí que será protagonista en la protesta independentista que tendrá lugar a escasos metros del recinto, y a buen seguro que con alguna que otra soflama contra los republicanos. Con todo, Aragonès recalcó: “Aquellos que quieren atacar a las instituciones de Catalunya habrían recurrido a mi ausencia para decir que Catalunya se borra, que no quiere ser europea o que hace un feo al presidente de la República Francesa”. Palabras que se pueden interpretar como un dardo a Junts, la CUP y las entidades soberanistas. Entre tanto, el secretario general de Junts, Jordi Turull, espera que la cumbre sirva como “un punto de inflexión” en la unidad independentista. “¿Puede serlo? A mí me gustaría, lo veremos el viernes o la semana que viene”, reflexionó, confiando en ponerse de acuerdo con ERC en algo más allá de las cuestiones rutinarias.
“Yo sigo trabajando para que podamos decidir nuestro futuro y ser un Estado independiente que participe en el proyecto de construcción de unos Estados Unidos de Europa”, afirmó Aragonès para, finalmente, lanzar un mensaje a Sánchez: “El independentismo es el único que puede decidir sobre la continuidad de su lucha política. Seguiremos trabajando para la independencia hasta que la logremos”. “Hasta que eso llegue, hay elementos del día a día que son relevantes e incluso estructurales, y espero que se puedan desbloquear en el marco de esta jornada o en encuentros posteriores”, zanjó. Por ejemplo, despejar el acuerdo con el PSC para aprobar los presupuestos o la lista de once puntos que hizo llegar al líder del PSOE. Una relación donde figuran el impulso de la macrorregión mediterránea; solucionar bloqueos de pasos transfronterizos; seis proyectos de infraestructuras energéticas y ferroviarias; el impulso al corredor mediterráneo; cooperación sanitaria, con el Hospital de la Cerdanya en el centro; o el apoyo a la solicitud de oficialidad del catalán en las instituciones europeas: “El Gobierno español ha de decidir si defiende los intereses de los ciudadanos de Catalunya”.