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Argentina aplaza su crisis para celebrar la victoria en el Mundial de Catar

El país estalla de alegría con el mayor festejo de su historia pese a que sigue a la espera de recibir a los campeones de la Copa del Mundo
Leo Messi alza el trofeo de la Copa del Mundo tras vencer a Francia en la final de Catar.
Leo Messi alza el trofeo de la Copa del Mundo tras vencer a Francia en la final de Catar.

Argentina es un país sumido en una grave crisis socioeconómica. El Instituto Nacional de Estadística y Censos cifra en más de un 92% el aumento en el índice de precios al consumidor en 2022. El país ocupa el cuarto puesto de la clasificación mundial de inflación, por detrás de Zimbabue, Venezuela y Líbano. 2023 no se intuye nada halagüeño. El Gobierno argentino calcula un crecimiento de la inflación del 60%, pero diversas estimaciones ajenas a la influencia gubernamental anticipan un incremento de alrededor del 125%. Asimismo, Argentina alberga un índice de pobreza superior al 43% y las reservas de dólares presentan una escasez peligrosa.

El fútbol, muchas veces tachado de hipócrita, no deja de ser un reflejo de la humanidad. La Copa del Mundo de Catar ha dejado en Argentina imágenes que han convertido el torneo en quizá el más humano de cuantos se han celebrado. Mientras los hombres lloran, dos mujeres, Lola del Carril y Ángela Lerena, se convierten en las primeras locutoras en relatar un partido del Mundial masculino para la televisión argentina. El pueblo, necesitado de estímulos, de motivos para sonreír, protagoniza el festejo más multitudinario de la historia de la nación, sirviendo icónicas imágenes en las calles de Buenos Aires, donde alrededor de dos millones de personas celebraron la tarde del domingo y la madrugada de ayer sin incidentes de gravedad la tercera Copa del Mundo alcanzada por la selección albiceleste. En Francia, el rostro amargo, se produjeron 227 detenciones por diversos disturbios.

“Nacimos para sufrir y esto es lo que nos curte”, se arrancó el centrocampista Rodrigo de Paul, que igualmente quiso despejar dudas de un eterno debate: “Si algún boludo tenía alguna duda, ya no hay más: Messi es el mejor de todos los tiempos”. Así quedó aparcado para la memoria México 1986, cuando Argentina levantó, con las manos de Diego Armando Maradona, el segundo trofeo tras el alcanzado en Argentina 1978. Todos ellos, futbolistas, viven a diario distantes de sus hogares familiares, de las miserias de su país. No en vano, solo un integrante de la convocatoria argentina juega en la liga local, el portero Franco Armani.

La prensa internacional se rinde a Messi tras conquistar el Mundial de Catar

Si bien, igualmente esas raíces humildes que posee la mayoría del plantel de Lionel Scaloni permiten reconocer el valor del trabajo y el esfuerzo. Porque así lo proyectó un grupo que pese al liderazgo de Lionel Messi se ha caracterizado en Catar por el valor del colectivo, por la generosidad en el sacrificio en pos del grupo, y esta ha conducido a un título que ahora propaga la alegría por la nación.

Porque el fútbol puede esconder vergüenzas, como la de la propia selección argentina cantando de manera insultante a periodistas tras coronarse en Losail, como denunció la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva, o como la escena de Emiliano Dibu Martínez burlándose de Kylian Mbappé, que “está muerto”, señaló el guardameta argentino durante la celebración en el vestuario; aunque también ofrece interesantes mensajes como el del propio Mbappé con su “volveremos”, que suena a tópico pero que igualmente es un síntoma de perseverancia, o el intento de despolitizar y universalizar el fútbol trasladando el epicentro del festejo que en 1986 se desarrolló en la Casa Rosada, sede presidencial, al Obelisco, donde hoy está prevista la recepción a la selección de Scaloni.

Cierto es que poco o nada se ha lavado la imagen de Catar, pese al orgullo de su emir, Tamim bin Hamad al Thani, que se felicitó por la organización y el “éxito” de la primera Copa del Mundo en un país árabe, asegurando que Doha “ha cumplido lo prometido para un Mundial excepcional”. Días atrás, precisamente uno de los líderes de la organización del campeonato, Hassan Al Thawadi, calculó en 400 o 500 los muertos en las obras para la construcción de la infraestructura del torneo, lo que inmediatamente fue desmentido por el Gobierno catarí: “Esas cifras corresponden a las estadísticas nacionales que cubren el periodo 2014-2020 para todas las muertes relacionadas con el trabajo (414) en todo el país, abarcando todos los sectores y nacionalidades”. La cifra quedó rebajada a tres muertes, mientras que el periódico británico The Guardian documentó 6.500 fallecidos.

Para la memoria también quedará la rectificación de los aforos de los estadios que hizo la FIFA, acusada de falsear los números de asistencia al ofreces datos superiores a los aforos oficiales de los estadios, cuando las imágenes dejaban gradas vacías. Según la organización del Mundial, Catar recibió 1,4 millones de visitantes durante el torneo y una asistencia acumulada a los estadios de 3,4 millones, con un promedio de 53.000 asistentes por partido y una ocupación total superior al 96%.

El “volveremos”, escueto mensaje que colgó Mbappé en las redes sociales tras caer en la final pese a su hat-trick, será probablemente sin Karim Benzema, que lanzó un mensaje dando a entender su retirada de la selección francesa: “¡Hice el esfuerzo y los errores necesarios para estar donde estoy hoy y estoy orgulloso de ello! He escrito mi historia y la nuestra se acaba”. El recién proclamado Balón de Oro, lesionado al menos al inicio del torneo, no pudo aportar en un desenlace sobre el que el medio francés L’Equipe se relamía las heridas asegurando que el tercer gol de Argentina no debió subir al marcador, ya que varios suplentes albicelestes irrumpieron en el terreno de juego antes de que Messi, nuevo Dios argentino, anotara su segundo tanto.

2022-12-21T06:18:02+01:00
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