El control. El dominio. Aritz Erkiaga parte desde otro escalón, el de la visión periférica. Camina por las nubes. El prodigio. El remate. El de Ispaster lleva la vitola de mago por muchas razones y están en cada una de sus andanadas, bailando de puntillas, afilando la guadaña, clavando el costado, un ariete fino y violento, el mejor del todo el panorama profesional. Y rasgando techos solo a su alcance. Como únicamente él es capaz de clavar la pelota sobre la chapa desde el siete y medio como si nada, como si fuera algo habitual (el 8-2 del segundo joko). O como únicamente él es capaz de marcar una parada al txoko desde el siete que es imposible de responder (el 11-2 de esa misma manga). La finura. La elegancia. Ni aunque Ludovic Laduche fuera Usain Bolt. Ni por esas.
Porque Aritz está tocado con una varita y este lunes puso su autoridad al servicio de la causa de un partido sin trascendencia clasificatoria pero con importancia. Ya clasificados para la final del Eusko Label Winter Series del 16 de febrero, al de Ispaster y a Ion Ibarluzea les tocaba cerrar la liguilla de semifinales contra Laduche y Mikel Mancisidor, precisamente los otros aspirantes al título tras haberse ganado el billete ante Urrutia-Basque y Urreisti-Gorka; por lo que la cita tenía la etiqueta de ensayo de la final.
Aritz Erkiaga e Ibarluzea, finalistas del Winter Series al derrotar a Urreisti-Gorka en Gernika.
Pues bien, adornado el delantero vizcaino con el aura de un favoritismo perpetuo –lo normal, porque los números hablan por sí solos y posee un dominio de hierro en la especialidad–, sacó a pasear los galones por el Jai Alai de Gernika con el objetivo de llenar un poco más el vaso de la confianza. ¿Compromiso intrascendente? Jamás.
Desnivel azul en el inicio con Ibarluzea desubicado
Erkiaga, además de rematar como los ángeles y ser el factor desequilibrante, asumió la responsabilidad de rescatar a Ibarluzea en el primer joko. El zaguero de Markina inició desubicado y se anotó sus cinco errores en la primera decena. Laduche y Manci llegaron a dominar 1-6, 2-8 y 6-11. Es el espejo en el que deben mirarse para la cita por el título. El guardaespaldas de Bizkaia cerró el capítulo de nubarrones y cambió el signo. Aritz expuso la brújula y explotó. Del 6-11 al 14-12. Laduche ensayó una carambola bonita y lejana; sin embargo, Erkiaga repitió dos paredes para cerrar la remontada. Oxígeno rosa. Los campeones en curso respiran hondo. Ibarluzea se recupera del vaivén para la causa. Golpe certero a la línea de flotación de los contrarios.
Tal fue el mazazo que en el segundo set no hubo color. El número 1 de la cesta dominó de cabo a rabo con todo su catálogo de remates. ¿Elegir uno? Entre imposible y complicado. Fue precioso, violento, mágico. Los vizcainos tuvieron una ventaja de 7-1 y 11-2. Los estertores de Laduche, incisivo, maquillaron el resultado de un segundo joko que se derramó como arena entre los dedos: 15-6.