Una armadura para la pasarela del Labrit y un túnel de andamios para el tránsito por debajo de personas y vehículos. Este será el aspecto que presentará la estructura durante los próximos meses mientras se acometen los trabajos de reparación que el Ayuntamiento de Pamplona ha adjudicado a la empresa Obenasa por 593.000 euros. La previsión es comenzar las obras este mes, que se prolonguen durante quince semanas y que la pasarela vuelva a estar abierta en la primavera de 2022, seis años después de su cierre.
Según consta en la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, corresponde al Ayuntamiento la tarea de colocar el andamiaje necesario para asegurar la estructura, evitar desprendimientos mientras se desarrollen los trabajos y garantizar el acceso de los trabajadores y de la maquinaria hasta la misma pasarela.
La imagen que ilustra esta información es la que aparece recogida en el Plan de Obra de Obenasa. Se observa la existencia de un andamiaje completo alrededor de la estructura y dos torres de refuerzo, que el Ayuntamiento ya ha instalado de forma preventiva.
La empresa encargada del arreglo pone especial énfasis en esta parte: "La realización de los trabajos en esta memoria con seguridad y eficiencia depende en gran parte de la forma y tipo de andamios y torres de apeo colocadas".
AFECCIÓN AL TRÁFICO
El andamiaje limitará el tráfico por la cuesta del Labrit, con un único carril de bajada y otro de subida, además de habilitarse un espacio para el tránsito de peatones y bicis.
Será necesario colocar redes y lonas ignífugas para proteger la seguridad de vehículos y peatones durante los trabajos de corte de plasma, soldadura y retirada de las placas metálicas.
El Plan de Obra establece que los pasos para peatones y vehículos "deberán ir protegidos con marquesinas de seguridad que vuelen fuera de la vertical de la pasarela, cubriendo la zona de riesgo de caída de objetos con una red adicional o una cubierta de chapa".
El proyecto de reparación prevé reforzar la cimentación de la pasarela, con una actuación en los estribos de Jito Alai y Media Luna, así como en toda la estructura metálica gracia a las torres de apoyo colocadas, que consiguen anular el funcionamiento de la pasarela y permiten trabajar en el vaciado por debajo de los estribos y el desmontaje de elementos importantes de la estructura.
DOS EQUIPOS
Obenasa ha previsto emplear dos equipos diferenciados: uno se encargará de los trabajos en los estribos (Jito Alai y Media Luna) y el otro de la estructura metálica de la pasarela.
Se realizarán simultáneamente, con una previsión de 9 semanas en los estribos para dar tiempo a que el hormigonado adquiera la resistencia adecuada para el momento de ejecución de las pruebas de carga.
La idea es ejecutar primero el estribo del Jito Alai y después el de Media Luna. La solución consistiría en la inyección de microcemento en el terreno para fijar la cimentación, mejorar el drenaje y realizar correctamente las soldaduras y los refuerzos metálicos.
Obenasa prevé que las obras comiencen este lunes 13 de diciembre. Hasta la semana 6 (incluyendo dos semanas de parón por Navidad) se realizarán los trabajos de desmontaje, limpieza, reconocimiento de la estructura y definición de los elementos a mantener o sustituir.
Hasta la semana 12 se llevará a cabo la adaptación estructural de la pasarela y las semanas 12 y 13 es turno para la limpieza y la protección de la estructura. La semana 14 será para pavimentación y la semana 15, las pruebas de carga.
La historia de esta pasarela, que se convirtió en símbolo de los años de bonanza y que se llevó varios premios por su innovador diseño, comenzó a torcerse bien pronto. La existencia de goteras y filtraciones fue el primer indicio de que algo no andaba bien. En 2013, sólo tres años después de su construcción, el Ayuntamiento prohibió una prueba atlética ante las dudas sobre la resistencia de la pasarela, a la que nunca se hizo la prueba de carga que exige la legislación –la de entonces y la de ahora– antes de ponerla en servicio.
El desprendimiento de unas chapas en febrero de 2016 confirmó los peores pronósticos. De forma preventiva se decretó su cierre provisional, que se convirtió en definitivo el 5 de julio de ese mismo año.
Los diversos informes realizados desde entonces –tres en total– confirmaron el deterioro de la pasarela y los fallos estructurales, de construcción y diseño que presentaba, tanto de cimentación como de estabilidad y oxidación.
Para una de las consultoras contratadas, Ideam, eran de tal envergadura que no merecía la pena repararla.
Para el Colegio de Ingenieros de Navarra, encargado de elaborar el último estudio, sí que era posible el arreglo, aunque con un coste elevado y con una intervención completa en la estructura.