Con el objetivo de ensanchar miradas y provocar cambios de percepción profundizando en lo que no se ve a primera vista, arranca la 16ª edición de Mapamundistas, que se desarrolla entre Pamplona y Villava-Atarrabia hasta el 23 de octubre. Bajo el título Más allá de lo que pueda ver, el programa multidisciplinar despliega en esta ocasión un programa con cinco exposiciones individuales, un ciclo de encuentros y performances, proyecciones de cine, talleres creativos y una propuesta educativa para centros escolares. El cuerpo como campo de transformación social e identitaria sigue estando muy presente en las diferentes propuestas, tres de las cuales se han presentado este jueves en Ciudadela con la participación del director de Cultura e Igualdad, Jorge Urdánoz; la comisaria de Mapamundistas, Alexandra Baurès; y las artistas Estitxu Arroyo y Sandra Rocha.
Mapamundistas 2022 coincide con el 50º aniversario de los Encuentros de Pamplona de 1972, que marcaron el arranque del arte como una aventura colectiva, transversal y transformadora, y por ello esta edición el ciclo ofrece múltiples ocasiones para conversar con las artistas, haciendo del arte un lugar privilegiado para el encuentro, el aprendizaje y la celebración. La programación completa está disponible en la página web www.mapamundistas.com.
Tal y como destaca Alexandra Baruès, las artistas que participan en el programa de este año “se proponen traspasar los límites de lo visible utilizando la mirada y todo el cuerpo”, a través de técnicas tan diversas como la fotografía, la cerámica, el cine, el dibujo, la escultura o la acción, a la vez que comparten campos de experimentación y reflexiones comunes.
Caminos diversos: revisitando la historia del arte y cohabitando de otra manera el mundo
La Ciudadela acoge tres exposiciones de Mapamundistas, que se suman a la de Oier Iruretagoiena (Paisaje sin mundo), que se puede visitar en el edificio de El Sario de la UPNA, y a la de Raquel Asensi (Tentare) en el Batán de Villava.
En el Horno de la Ciudadela se expone Erebo, de Abigail Lazkoz. Una propuesta a base de dibujos y esculturas –obras a las que acompañan textos– en la que la artista revisita su propio trabajo y la historia del arte recopilando una serie de técnicas cuyo propósito es impedir que se vea parte de la pieza en cuestión a la que se aplica. “Erebo es la diosa de la sombra, y en torno a este concepto gira la exposición, que es como una visita guiada por la sombra y su tratamiento en la historia del arte”, explica Alexandra Baurès. La propuesta del Horno la integran siete piezas, y cada una de ellas es un tipo de sombra. Es, en su conjunto, una investigación en torno a los conceptos de color, geometría, trama, repetición o volumen, que dan origen a una gran amplitud de sombras y con diversos matices y funciones.
En el Pabellón de Mixtos (1ª planta), Sandra Rocha propone Le moindre soufflé (El menor aliento). Una serie de fotografías tomadas en su isla de origen, las Azores, e inspiradas en crudas narraciones de Las metamorfosis de Ovidio, componen unas escenas en las que chicas y chicos adolescentes transitan por este jardín del Edén. Al retratar estos cuerpos jóvenes busca incidir en la idea de transformación, y reflexiona sobre la construcción de la identidad, los géneros, las jerarquías y el encuentro íntimo con el otro, estableciendo un estrecho vínculo entre humanos y el resto de seres y de elementos. “El punto de partida es mi voluntad de cuestionar las relaciones que los humanos tenemos hoy con el resto de los animales y con las plantas, y crear un mundo más libre de poder entre las especies, donde humano, vegetal y animal cohabiten de una u otra forma”, explica la propia Sandra Rocha. Inspirada por las narraciones de Ovidio, la artista aborda “problemáticas de los humanos nunca resueltas, como la homosexualidad, la violencia o la violación”, y reivindica a la mujer en el origen de la creación del mundo.
Conexión con la tierra
También en la primera planta de Mixtos expone Estitxu Arroyo Sánchez Lo que es vivible y lo que está oculto. Escuchar la vibración. La artista natural de Cintruénigo invita a moverse por una instalación cuya atmósfera nos habla de un “hecho ritual” cuyo centro lo representa la labor de los zahoríes y las zahorinas, personas que mediante el uso de sencillos materiales son capaces de detectar corrientes de agua subterráneas en el campo. Ramas –las llamadas horcachas–, varillas o péndulos sirven de prolongación del cuerpo para percibir señales en el terreno. Así, la vibración se usa como un medio alternativo para observar el mundo y descubrir lo que no se ve a simple vista.
Estitxu Arroyo comparte aquí su primer trabajo de vídeo, grabado en su pueblo, “donde la tierra es árida y cruda”, dice. Muestra también una instalación escultórica a base de horcachas, cuyas formas orgánicas le “fascinan”. Y, en conjunto, pone en valor “un legado, un don ancestral totalmente vinculado con la tierra y que se está perdiendo, y eso me preocupa; que estos saberes tan valiosos y tan misteriosos y ocultos, pero que tienen una base científica súper sólida, porque esto es radioestesia, dejen de existir”, concluye Arroyo.
Ciclo de cine: en octubre, en Civivox Iturrama
En el marco de Mapamundistas, los tres primeros jueves del mes de octubre, a las 19.30 horas, tendrá lugar un ciclo de cine en Civivox Iturrama con la proyección de tres largometrajes en versión original subtitulada al castellano. El 6 de octubre se podrá ver Il était un forêt (Érase una vez un bosque), de Luc Jacquet, que relata a modo de documental el crecimiento de una selva tropical. San Soleil (Sin sol), de Chris Marker, es la propuesta para el 13 de octubre. Se trata de una película a modo de ensayo epistolar, diario de viaje o ensayo visual, con grabaciones realizadas en Japón y Guinea Bissau, en el que emerge una reflexión sobre el acto de mirar.
Cerrará el ciclo de proyecciones una sesión especial, con dos cortometrajes que comparten un mismo modo de hacer cine, mediante archivos fotográficos y sin necesidad de llevar a cabo expresamente ninguna grabación. Se visionarán Nijuman no Borei, 200000 fantômes (200.000 fantasmas), de Jean – Gabriel Périot, y Un retrato de N.B., de Peio Aguirre. El primero retrata sin palabras la historia de la ciudad de Hiroshima de 1915 a 2006, antes y después de la caída de la bomba atómica; la segunda, es un docu-ensayo del artista vasco Néstor Basterretxea. Esta sesión se complementará con una conversación con el propio Peio Aguirre.