Ascenso al Mendibil con Lander Otaola

Partiendo del barrio de Zaballa de Trapagaran hacemos esta bonita circular a uno de los montes más representativos de esta zona como es el Mendibil. Tenemos además la suerte de contar con la compañía del gran actor bilbaino Lander Otaola.

DATOS PRINCIPALES

• Kilómetros: 15,95
• Desnivel positivo: 581+
• Duración: corriendo 1:50h / Caminar - correr: 2:25h / Senderismo 3:20

DESCRIPCION

Uno de los montes más característicos de la zona es el Serantes en Santurtzi. Antes de él nos encontramos con otro también muy llamativo gracias a la torre llena de antenas que corona su parte más alta. No es otro que el Mendibil. Si bien se puede subir hasta él gracias a la carretera habilitada para ello, también cuenta con un precioso merendero con todo lo necesario para una jornada de pícnic perfecta junto a un espacioso aparcamiento. Nosotros planteamos una cómoda y muy bonita subida desde el barrio de Zaballa.

Con Lander en una de las muchas cascadas que encontramos durante el recorrido Gonzalo Pérez Zunzunegui

Además de ser una ruta preciosa, la compañía aún la hace mas especial, ya que nos acompaña el fantástico actor bilbaino Lander Otaola, para quien es su primera subida a este monte. Una vez situados en Zaballa, donde disponemos de mucho espacio para poder dejar nuestro vehículo, hay una senda que sale del bloque de edificios de la entrada. Vamos a obviar esa senda, volveremos en la bajada por ella, y tras rellenar nuestros bidones en la fuente, que tiene agua con cierto sabor a hierro, como no podía ser otra forma por el terreno donde nos encontramos, vamos hasta el final de los edificios para subir una rampa dura de asfalto.

Justo donde gira bruscamente a la izquierda encontramos lo que hemos venido a buscar: un sendero oculto a la derecha que nos acerca mediante un camino estrecho a una zona mágica. Estamos en la Fuente de la Cazuela, y como bien reza el cartel allí situado, se trata de un manantial de agua de hierro.

Lander en la Fuente de la Cazuela Gonzalo Pérez Zunzunegui

Lander, así como nosotros, se queda fascinado con el entorno, ahí escondido aparece este pequeño oasis ferroso. Continuamos poco a poco subiendo por un tramo con mucha piedra, pero que con calma se pasa con facilidad. Estamos en la parte alta del barrio de San Andrés, exactamente en el Centro Ecuestre Burdin. De aquí, mediante un sendero que sigue ascendiendo, aparecemos en una de las muchas pistas de monte que faldean toda la ladera del Mendibil. Lander nos cuenta que no conoce nada de esta zona pero que le está gustando mucho la subida gracias, además, a las vistas que según vamos ganando altura podemos ir observando. Ahora toca pistear -este va a ser el terreno que prácticamente vamos a tener hasta la cima-, con mayor o menor pendiente, pero todo el rato muy cómodo. Esto lo hace muy recomendable para hacer una bonita excursión con los más pequeños de la casa.

Vistas al Abra

Pasamos por varias cascadas que se encuentran con abundante agua gracias a las generosas lluvias de las últimas semanas y por alguna fuente donde poder recargar nuestros depósitos de agua. Por fin, cuando ya llevamos la mitad de la subida, aparecemos en una amplia campa desde donde las vistas al Abra son impresionantes. Seguimos subiendo y tras pasar, con cuidado, la carretera que sube hasta el Mendibil, entramos en la parte final de la ascensión. Se trata seguramente, junto con la primera, de la zona más acogedora de toda la ruta. El bosque nos abraza y nos cobija de las inclemencias del tiempo o del sol en caso contrario.

Durante el trayecto disfrutamos de unas espectaculares vistas al Abra Gonzalo Pérez Zunzunegui

Nos sumergimos en una sucesión de curvas y sendas que, para cuando nos queremos dar cuenta, desembocan en el merendero de la parte alta del Mendibil. Hay que comentar que podemos ampliar nuestra salida con la ascensión al monte situado justo a la izquierda de dicho merendero. Este no es otro que el Argalario (514 m). Hoy no hacemos esta cumbre y nos vamos directos a la cumbre del Mendibil.

Delante nuestro se erige majestuosa la torre de comunicaciones, que bordeamos para llegar al buzón cimero del Mendibil que sitúa su altura en 549 metros. Desde ahí arriba tenemos una privilegiada mirada de toda la parte alta de Trapagaran, con La Arboleda como máximo exponente. También divisamos montes muy conocidos como Pagasarri, Ganekogorta y Eretza.

El Mendibil y su torre de comunicación nos esperan al fondo Gonzalo Pérez Zunzunegui

Esta zona fue la de mayor auge minero durante el siglo XIX, que fue cuando se explotaron estos montes en busca del mineral de hierro. Por ello fue tanta la expansión demográfica y la creación, en la parte alta, de núcleos poblacionales como La Arboleda o La Reineta. Hoy en día se han recuperado y se han convertido en núcleos de expansión y ocio para todos los vecinos. Incluso se han anegado varios pozos para convertirlos en lagos, donde es posible la práctica de la pesca.

Camino de vuelta

Tras deleitarnos con las vistas y las fotos de rigor junto a Lander, tomamos el camino de bajada. Tenemos que hacerlo de forma rápida ya que las nubes se han metido en el valle y nos sorprende una intensa lluvia que nos va a acompañar durante todo el descenso. Un primer tramo va llaneando por la parte superior y nos adentra en un bosque de pinos. Pasamos por el alto de Peña Moro (520m), y a partir de aquí el desnivel negativo se hace evidente y bajamos con celeridad, tanto por el terreno propicio como por la lluvia.

En el buzón del Mendibil con las nubes amenazantes encima de nosotros Gonzalo Pérez Zunzunegui

Al bajar alternamos tramos de calzada con otros de camino ancho que ya no abandonaremos hasta el final. Un paso por unas ruinas de una antigua fábrica donde encontramos una fuente nos conduce a un giro a la izquierda. En este momento retornamos al camino que hemos utilizado para ascender, que ha cambiado completamente ya que ahora parece un río por donde desciende gran cantidad de agua. Finalmente, muy mojados, pero con la sonrisa siempre en la cara de Lander, llegamos al vehículo dando por terminada la ruta. Dar las gracias, infinitas, a Lander por su compañía y sobre todo por no perder esa simpatía extrema a pesar de las condiciones meteorológicas del día.