El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha traído a la ciudad de Hiroshima, la primera de la historia en sufrir un bombardeo atómico, el maletín con el que puede lanzar un ataque nuclear desde cualquier parte del mundo.
El maletín -conocido como "balón nuclear"- pesa unos 20 kilos, es de cuero negro y siempre acompaña al presidente de Estados Unidos en sus viajes dentro y fuera del país.
La prensa pudo ver cómo una asistente militar bajaba en la víspera, jueves, del avión presidencial Air Force One a su llegada a Japón con el famoso maletín, que contiene los protocolos necesarios para lanzar un ataque nuclear.
El maletín lo lleva siempre un miembro de las Fuerzas Armadas que forma parte de la comitiva que acompaña al presidente.
Según la revista oficial del reputado Instituto Smithsonian, el origen del maletín nuclear está clasificado por motivos de seguridad, pero fue el presidente John F. Kennedy (1961-1963), quien creó los protocolos de ese sistema después de la crisis de los misiles de Cuba.
No se han publicado muchos detalles sobre el funcionamiento del maletín, pero algunos expertos en armamento nuclear han ido revelando información sobre su funcionamiento en los últimos años.
Por ejemplo, el experto Stephen Schwartz reveló en 2021 en un pódcast del Centro para el Control de Armas y la No Proliferación. que no existe un solo "balón nuclear", sino que hay al menos tres.
Según Schwartz, el "balón nuclear" no esconde sofisticada tecnología militar, como ha retratado Hollywood en la gran pantalla, sino una gran cantidad de papeles, incluidas las instrucciones de un sistema de transmisión que permitiría al presidente hablar con el público en caso de ataque.
También contiene una lista de los lugares en tierra, mar y aire donde podría refugiarse el mandatario en caso de ataque y un archivador con todas las opciones para una ofensiva y que, según Schwartz, se parece a un "menú de comida china" con iconos para mostrar las diferentes posibilidades y especificar el daño que acarrea cada una de ellas.
La "galleta" más importante que el maletín
Sin embargo, de acuerdo a Schwartz, lo más importante para lanzar un ataque nuclear no es el maletín, sino una pequeña tarjeta laminada conocida como "galleta" o "código de oro" y que sirve para verificar la identidad del presidente.
Al contrario de lo que muestran las películas, el jefe de Estado no tiene un botón rojo para disparar los misiles y la "galleta" tampoco contiene los secretos códigos nucleares.
Esos códigos están guardados a cal y canto en el Pentágono, de manera que si el presidente quiere lanzar un ataque nuclear lo primero que debe hacer es usar un teléfono especial que tiene su asistente militar y que le conecta con funcionarios del mando encargado de los misiles.
Entonces, el presidente tendría que verificar su identidad usando los códigos alfanuméricos de la "galleta", por ejemplo "D-E-5", y solo entonces comenzaría el proceso de lanzamiento.
La paradoja de llevar el maletín a Hiroshima
La presencia del maletín y de la "galleta" en Hiroshima es, cuanto menos, paradójica porque Estados Unidos lanzó sobre esas ciudad el 6 de agosto de 1945 una bomba bautizada como "Little Boy" que acabó de manera inmediata con la vida de unas 80.000 personas, cerca del 30 % de la población de entonces.
El balance mortal se elevó a unas 140.000 personas a finales de 1945 y, en los años posteriores, las víctimas por los efectos de la radiación sumaron más del doble.
Estados Unidos solo ha lanzado dos bombas nucleares en su historia: la de Hiroshima y otra sobre Nagasaki tres días después.
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, que tiene raíces familiares en Hiroshima, quiere que la cumbre del G7 que empieza este viernes sirva para conseguir compromisos a favor del desarme nuclear, una tarea nada fácil y para la que Washington ya ha mostrado poca disposición.
Biden no tiene previsto disculparse por la bomba que devastó a Hiroshima, según adelantó esta semana a la prensa el asesor de seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
Tampoco llegó a pedir perdón por la matanza el entonces presidente Barack Obama cuando visitó en 2016 Hiroshima, tal y como reclamaron entonces supervivientes al bombardeo y otras voces niponas.