Athletic

San Mamés ruge (casi) como antes

Cada vez que entro a San Mamés me creo que vamos a ganar la Liga". Esta fanfarronada, típica del mejor de los bilbainos, se escuchó en los aledaños de La Catedral en los prolegómenos del empate ante el Barcelona. Su autor, anónimo, se perdió entre la maraña de camisetas rojiblancas que abarrotaron la explanada. Su consigna fue una bravata, sí; pero muy apropiada para el retorno de los socios al coliseo del athleticzale. A su casa. Porque ayer Marijaia no levantó el ánimo a los bilbainos en su semana interminable. Eso fue misión del Athletic. El conjunto de Marcelino se reencontró con su masa social, con su familia; y eso envalentonó a jugadores, que noquearon al Barcelona, y a la grada, que se creyó aspirante a todo. La quimera de la felicidad. "Estamos entre nerviosos e ilusionados porque es mucho tiempo sin fútbol, mucho tiempo sin ir a San Mamés y el Athletic siempre es mejor con su gente", resumió a la perfección Asier. Él fue uno de los 10.243 afortunados socios que pudieron hacerse con una de las entradas para el debut de la afición. Para el primer duelo con público tras el covid-19. Atrás se dejaron más de 17 meses de vacío, de un estadio gélido que rememoraba con añoranza tiempos mejores. Ayer se dio carpetazo a ese amargo recuerdo. Y, por eso, porque fueron tantas noches de espera, ayer San Mamés rugió con fuerza.

"Había muchas ganas de ver otra vez al Athletic, de disfrutar el fútbol en directo", admitieron Josu y Jesús mientras esperaban su turno para acceder a La Catedral. Mientras sus gargantas ahorraban fuerzas en la entrada escalonada que originó los protocolos sanitarios. Después, ya en su sitio en la grada, se desgañitaron para animar a los de Marcelino. Porque si ayer solo pudieron entrar 10.000 socios a San Mamés, parecieron muchos más. Gritaron por los 40.000 que se quedaron fuera. Cantaron el himno, pitaron al Barça para ayudar en la presión alta de los leones, apretaron en cada disputa y salto y, sobre todo, ovacionaron a sus jugadores. Aplaudieron el ritmo impuesto y las 240 pulsaciones. Aplaudieron el buen fútbol y las ocasiones. Aplaudieron el esfuerzo. Porque ayer, en el retorno de la afición a San Mamés, los seguidores entraron con ganas y se marcharon encantados.

Protocolos Ayer se volvió a San Mamés, pero con algunos cambios. Más allá de solo permitir el 20% de aforo, el LABI determinó un protocolo en el que se destacó la ausencia de abrazos y comida, la prohibición de ponerse de pie dentro del estadio y el uso obligatorio y continuado de la mascarilla. "Lo que peor llevamos es el tema del bocadillo porque además siendo el partido a las 22.00 apetece mucho en el descanso, pero cenaré en cuanto llegue a casa aunque con una victoria sabría mucho mejor", bromeó Asier. Con todo, la vuelta a La Catedral también fue un poco accidentada puesto que hubo largas colas en algunas puertas y muchos de los socios tuvieron problemas para conseguir su billete físico. "Esto es una vergüenza, primero parece que el club quería que todos nos convirtiéramos en informáticos para conseguir las entradas y ahora la cola para entrar es larguísima. Estoy por marcharme a mi casa", gruñó Iñaki. Suerte que no lo hizo.

22/08/2021