¿Qué supone a nivel personal haber conseguido la aprobación del PGOU?
-Una enorme satisfacción por haber podido aportar un poquito en un proyecto tan importante como este. Solo puedo agradecer al equipo que ha estado trabajando en la oficina del plan y de las empresas que nos han ayudado, sobre todo a Mikel Ocio y Mikel Iriondo, que han liderado los dos equipos de técnicos.
¿Ha costado mucho?
-Ha sido un reto emocionante porque pocas veces tienes la oportunidad de trabajar en una fase de diseño de ciudad, pasa solo cada 20-30 años. He tenido suerte.
¿Por qué se ha demorado tanto?
-Por dos razones. La normativa urbanística tal y como está hoy, y tal y como evoluciona, supone que para cualquier municipio grande la renovación de un PGOU sea un reto titánico, difícil de abordar en un periodo inferior a 10 años. Además cada nueva normativa urbanística que sale, y también sectoriales con afecciones urbanísticas, complican mucho más estas tramitaciones.
No parece un buen escenario.
-A nivel general del Estado habría que hacer una reflexión sobre ello, lejos de simplificar, el urbanismo se enrevesa más y así vamos mal.
¿Y la pandemia del coronovirus?
-No, nos ha afectado. Ha retrasado más en la última fase que, en aras a cumplir esa normativa sectorial, el número de administraciones a las que tienes que requerir la autorización del PGOU lo retrasa una barbaridad.
¿Son muchas?
-Todas las que te puedas imaginar. Agricultura, Aguas, Medio Ambiente, Industria, Telecomunicaciones, Seguridad Aérea, Infraestructuras ferroviarias, carreteras forales... en todas las administraciones, estatales, forales, autonómicas....
Y la participación ciudadana ¿también ha contribuido en el retraso?
-Ha influido. La ley la contempla, más allá de los periodos de alegaciones habituales. Y nosotros hemos ido más allá de lo que la ley exige. Empezamos la tramitación en 2010 con un diagnóstico participado en el que se aportó desde la ciudadanía qué ciudad quería. Con ello se redactó un avance del PGOU que se sometió a dos procesos de participación ciudadana. En ambos se recogieron sugerencias que cambiaron el documento, lo que supuso periodos de exposición públicos adicionales.
En el pleno defendió la flexibilidad del documento ¿va a evolucionar con los años?
-Tiene que hacerlo, sino evoluciona, mal asunto. Es imposible prever cada situación y casuística futura. Todos los planes generales de las ciudades se modifican y ajustan para amoldarse a las circunstancias nuevas que surgen, es lo normal.
Elkarrekin Podemos fue el único grupo municipal que no apoyó el PGOU la semana pasada. Lo veía demasiado flexible
-Es que planteaban un corsé en el que exigían que a todo se le pusiera nombre y apellidos, y eso no puede ser. No podemos saber hoy lo que en tal o cual barrio va a necesitar dentro de 15 o 20 años.
Es difícil que este nuevo PGOU supere a lo conseguido por su predecesor aprobado en 1995.
-No creo que busque competir, es su continuación. El anterior sí supuso un proceso de ruptura al pasar de una ciudad industrial a otra de servicios. El nuevo no supone un cambio de rumbo, mete más velocidad a lo trazado en su predecesor. Es su heredero.
¿Es una renuncia el hecho de no plantearse crecer más en población? ¿De quedarse en eso 350.000 habitantes actuales?
-Pero es que se aspira a crecer. Para mantener la actual ciudad tenemos que crecer.
No lo entiendo.
-Si tienes en cuenta la actual pirámide de población de Bilbao, que no es tal si no que tiene un perfil de seta, tenemos mucha gente mayor en el gorro de la seta y un tallo muy estrecho por la poca población joven. Con el paso de los años, por ley de vida, tendríamos una reducción de la población bilbaina. Por lo tanto, ponernos como objetivo mantenernos, supone crecer y tener que atraer gente a Bilbao para llenar el hueco de la gente mayor que nos va a dejar.
¿Cuánto se ha conseguido del viejo plan y cuánto espera completar del recién nacido?
-El plan del 95 fue bastante realista y hemos sido capaces de ejecutar casi todo. En el presente también hemos diseñado el Bilbao futuro con proyectos abarcables y realizables. No hemos hecho castillos en el aire en ningún momento.