Asier Martínez Etxarte (Zizur, 22/4/2000) se define como "un chico normal". Es un atleta humilde, trabajador y tranquilo. Ha vivido alejado de los focos su espectacular crecimiento esta temporada, una progresión que le ha llevado a asegurar su billete para Tokio con un 13.31 y la plata en una espectacular carrera junto a Orlando Ortega. Él sigue con los pies en el suelo, mirando al frente sin miedo y superando las vallas con la cabeza baja, afrontando cada obstáculo con decisión y ganando velocidad hasta mostrar su portentoso final.
Ahora, cuando mira a los lados al cruzar la línea de meta se encuentra de frente con sus grandes ídolos como Orlando Ortega, "el más grande para él". Ya corre contra las leyendas que tanto admiraba cuando veía por televisión. Asier Martínez es olímpico y se codea con la élite del atletismo mundial, pero se lo toma con calma. Sabe que todavía es joven y que tiene que continuar trabajando física y técnicamente para seguir mejorando centésima a centésima. "Analizaremos la carrera esta semana y veremos qué se puede mejorar técnicamente, porque siempre hay que ser ambiciosos", reconoce el joven vallista un día después de la carrera.
Y eso que su técnica ya es exquisita. Es hijo de vallista y se nota. Su madre, Elena Etxarte, fue plusmarquista nacional de 60 metros vallas. De ella ha heredado esa gracia natural para pasar las vallas, ese ritmo acompasado y esa batida a tres metros de cada obstáculo con la que parece levitar por momentos. Hay mucho de genética, pero también de trabajo.
Porque Asier lleva 16 años entrenando. Empezó a "corretear" en Ardoi a los 5 años. En edad cadete, dio el paso al Pamplona Atlético, donde comenzó a entrenar con François Beoringyan altura, una disciplina en la que posee los récords navarros sub-16 y sub-18. A su entrenador, con ese ojo mágico que le caracteriza, hay que atribuirle la decisión de encaminar a Martini –como le llama cariñosamente– hacia la velocidad y las vallas. Visto el resultado, está claro que no se equivocó. Ya es uno de los mejores vallistas del mundo y se estrenará en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Una cita a la que Asier Martínez siempre ha tenido un respeto especial. "Para un atleta, llegar a los Juegos es lo máximo y sé lo difícil que es llegar", repetía a diario. Llevaba tiempo soñando con ellos, pero sin obsesionarse. Poniéndolos siempre como motivación y nunca como objetivo. El coronavirus le dio un año más de margen y lo aprovechó, entrenando al máximo en Bilbao mientras estudiaba Ciencias Políticas. El confinamiento le permitió reflexionar y darse cuenta de que quería luchar por ello de verdad. Con la mirada puesta en París 2024, ha crecido de manera prematura hasta llegar Tokio. Con el billete ya en el bolsillo, no se plantea objetivos excesivamente ambiciosos: sabe que lo primordial sigue siendo disfrutar.
"De momento, tengo que asimilar lo que he realizado. Me vale con estar en Tokio y con quedarme satisfecho con mi carrera. Quiero que se refleje lo que hemos venido trabajando y ya veremos hasta dónde me lleva eso. Si es a semifinales, perfecto, pero eso tampoco me preocupa", asegura.
Aunque ya estaba casi clasificado por ránking, confirmó su presencia en Japón el pasado domingo haciendo la mínima (13.31). Y lo primero que hizo nada más enterarse fue compartirlo con su familia, con sus amigos y con su grupo de entrenamiento. Sus tres grandes apoyos en el camino hacia este sueño. La Azpi Crew le recibió a las tres de la mañana y el Swan Team seguirá ayudándole en un sueño que en Tokio no hará más que empezar.
"Estoy muy feliz, casi ni me lo creo. Estoy muy agradecido a todo mi grupo de entrenamiento, que en todos los momentos duros han estado ahí. Tengo que dar las gracias a la familia y a la Azpi Crew porque han estado ayudándome mucho. No tengo palabras para ellos. Creo que son lo mejor de esta experiencia, muy por encima de hacer 13.31 o lo que sea de marca. Lo bueno es poder disfrutar de todo el apoyo que he tenido. Eso no tiene precio", confiesa.
Asier tiene las ideas claras. Ese chico humilde, sencillo y trabajador que empezó a "corretear" en Ardoi hace 16 años seguirá volando en cada valla junto a sus amigos. En Tokio o donde sea, él sabe que nunca saltará solo y esa es su mayor victoria.