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Assange, el final del vía crucis

Julian Assange, en una imagen de archivo
Julian Assange, en una imagen de archivo / EFE

Sin duda, el Julian Assange que vimos ayer firmando los papeles que certifican el fin de su pesadilla y tomando un avión hacia el primer hito de su recobrada libertad no es el mismo que conocimos al principio de su peripecia.

Aquel dandy con pelo plateado que todavía no había cumplido la cuarentena se ha convertido en un hombre de 52 años que aparenta, como poco, diez más y con un sobrepeso que llama la atención por contraste con el fibroso tipo que fue.

Obviamente, no es solo el tiempo lo que ha hecho mella en él, sino el calvario que ha vivido desde que, en 2010 Estados Unidos lo convirtió en su enemigo público uno por haber filtrado a través de Wikileaks miles de documentos que demostraban que la “primera democracia del mundo” utilizaba los métodos más sucios para conseguir sus objetivos.

Perseguido sin tregua

Desde entonces, el australiano no ha tenido un momento de respiro. En 2012 tuvo que salir huyendo de Suecia por una oscura acusación de agresión sexual que, pasados los años, la justicia de aquel país retiró. Su destino fue la embajada de Ecuador en Reino Unido, en la que pasó siete años prácticamente en pijama. El deterioro físico empezó en esa época, como atestiguan algunas de las imágenes que se han convertido en icónicas.

En 2019, el giro a la derecha en el país andino supuso el levantamiento de su asilo en la legación diplomática y su inmediata detención por la policía británica, que lo internó en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, donde permaneció hasta el lunes.

En esa estancia, el impulsor de Wikileaks se libró por los pelos de que la Justicia de su Graciosa Majestad lo extraditara a Estados Unidos.

Le aguardaba una pena de hasta 170 años de prisión que, salvo giro inesperado de los acontecimientos, podrá evitar con el acuerdo alcanzado con la Justicia estadounidense. El precio ha sido alto. A lo ya vivido se une tener que reconocerse culpable de un delito de espionaje.

El fin de la pesadilla no puede hacernos olvidar esta batalla en que la libertad de prensa se ha visto sádicamente maltratada en nombre de la seguridad nacional y la “razón de estado”.

2024-06-27T07:59:03+02:00
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