Ya huele a vacaciones en la Universidad del País Vasco. Acaba un curso en el que la universidad pública ha logrado situarse entre las 125 mejores universidades jóvenes del mundo de ranking Times Higher Education. Hace justo un año, se colocaba la primera piedra de la Facultad de Medicina y Enfermería de Basurto, una infraestructura que a partir del año 2026 reforzará la calidad docente e investigadora de esta facultad decana y dará mayor visibilidad al liderazgo que ostenta la UPV/EHU en este campo. La precariedad de los sustitutos –en vías de solución– y los distintos altercados protagonizados por grupúsculos violentos de estudiantes han enrarecido un curso que culmina con la convocatoria de las elecciones al Rectorado, en las que después de 16 años habrá una candidatura alternativa encabezada por el catedrático Joxerramon Bengoetxea. La rectora, Eva Ferreira, comenta sus impresiones ante la cita electoral.
Ha decidido presentarse a la reelección. ¿Aun le quedan ganas de seis años más?
— Sí y sé que esto es algo muy personal. Del mismo modo que asumí en pandemia el reto y la responsabilidad de encabezar una candidatura única en un momento muy duro, ahora queda por desarrollar los proyectos que hemos lanzado y otros nuevos. Al final del mandato toca hacer balance y no se puede obviar que el primer año y medio estuvo mediatizado por la pandemia y sus efectos. Si no se hubiese comenzado así, quizás algunos proyectos podrían haber ido más rápido. Pero, sinceramente, la gestión de una situación tan difícil nos consumía todas las horas del día y más.
O sea, se ha dejado pelos en la gatera.
— Efectivamente, no pudimos empezar a hablar de planes de futuro hasta finales del segundo año, cuando aprobamos el Plan Estratégico. Bastante teníamos con mantener la ilusión y las ganas de venir, con resolver problemas desconocidos para todos, con mantener la universidad abierta. En mi equipo nos sentimos bastante orgullosas y orgullosos de lo que logramos en esa etapa. Destacaría la red de escucha para cuidar la salud emocional del alumnado, que supiera que no estaba solo en un momento psicológicamente delicado. Se ha mimado este aspecto y nunca sabremos cómo hubiese sido la situación de no haberlo hecho. La ayuda psicológica, humana y económica tejió una red necesaria y, creo, ahí está el resultado porque la salud anímica de la universidad está bastante bien.
Ha tenido, por así decirlo, medio mandato para imprimir su sello personal. ¿Qué destacaría?
—Los dos últimos años hemos aprobado muchos planes que están en marcha como el Plan Estratégico, el II Plan Estratégico de Estudios de Posgrado, IV Plan de Euskera, IV Plan de Igualdad, el nuevo Plan de Participación del Estudiantado. La sensación que tenemos en el equipo es que hay muchas cosas que queremos desarrollar e impulsar proyectos nuevos. La UPV/EHU está devolviendo mucho a la sociedad vasca pero es el momento de seguir apoyando para que la UPV/EHU de un salto cualitativo más. Estoy muy agradecida por todo lo que hemos conseguido estos años con el tema de las plazas, con los avances que se han dado para mejorar la estabilidad del profesorado y del PTGAS tras culminar la OPE de 1.148 plazas. A finales de este año tendremos menos del 8% de temporalidad. Pero, dicho esto, creo que hay retos importantes por abordar
¿Como cuáles?
—La universidad necesita mejores infraestructuras. Es importante la respuesta que, como universidad, podemos dar al ámbito de la salud. Es importante que se nos vea, que el impacto social que estamos generando por la transferencia de conocimiento tenga lugar en dependencias universitarias. Acabamos de inaugurar en el edificio Nautika de la Escuela de Ingeniería (Portugalete) Itsasgunea, un proyecto de innovación abierta, dirigido a la transición sostenible en los sectores marinos. No obstante, considero que nos estamos quedando un poco estrechos en cuanto a visibilidad. Hay que mejorar los edificios que van envejecimiento, hay que darle otra vida al campus de Leioa o relanzar el proyecto en Zorrotzaurre.
¿Hay algún avance en ese Polo Económico-Jurídico o sigue parado?
—El primer año de mandato presentamos un proyecto para crear un eje de conocimiento, desde la nueva Facultad de Medicina y Enfermería de Basurto, la nueva Escuela de Ingeniería de San Mamés hasta Sarriko, pasando por la que está llamada a ser la isla del talento, Zorrotzaurre. Queremos que la UPV/EHU esté presente en Zorrotzaurre con un espacio para la transferencia en el ámbito económico, jurídico, social y también otros espacios de innovación docente. En su momento, el Gobierno vasco iba a desarrollar en la isla espacios de innovación docente en el ámbito no universitario. Pero bueno, ahora tenemos un nuevo Gobierno y esto será realidad o no en función de la ambición que pongamos en el programa. Pero bueno, aún es pronto para hablar de esto.
Por primera vez en 16 años, habrá oportunidad de contrastar varias propuestas después de que el catedrático Joxerramon Bengoetxea haya anunciado su intención de liderar una candidatura alternativa a la suya. Por fin, un cara a cara.
— Hasta octubre no se abrirá el plazo para presentar candidaturas. En cualquier caso, me parece sano porque va a haber un foro de debate, un espacio para contrastar modelos y que la gente vea si los proyectos son muy diferentes o muy parecidos y la capacidad de liderazgo de cada cual. Estoy acostumbrada a los debates y saber qué quiere hacer cada candidatura y cómo lo pretende hacer puede enriquecer a la universidad. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces coincidimos en los qués, pero luego los cómos no son tan sencillos.
El Gobierno Pradales ha creado una cartera de Ciencia, Universidades e Innovación. ¿Qué le parece?
—Acertada. Tengo que decir que no tengo ninguna queja con la labor que ha hecho el Departamento de Educación, mi relación con el consejero Jokin Bildarratz ha sido excelente y agradezco su disponibilidad. Pero es cierto que quizás sea más coherente tener una cartera en la que universidades esté pegada a ciencia e innovación porque la universidad no solo es formación, es investigación y transferencia y necesitamos unas herramientas diferentes a las que necesita la enseñanza no universitaria.
Al frente está el exrector Juan Ignacio Pérez Iglesias, de cuyo equipo formó parte junto a los rectores Iñaki Goirizelaia y Nekane Balluerka. ¿El factor Pérez Iglesias jugará algún papel en las elecciones?
—No tengo criterio para responder a esa pregunta y creo que es muy pronto para aventurar nada sobre esta cuestión. En cualquier caso, creo que la persona que está al frente de la nueva consejería conoce muy bien la universidad, conoce muy bien el sistema de ciencia local y global y es una persona con la que nos vamos a entender perfectamente.
Por todo lo dicho, las elecciones de otoño podrían convertirse en un duelo entre ‘establishment’, entre un cuarto de siglo de continuidad, y un proyecto de cambio. ¿Qué piensa hacer para desactivar la ilusión que, por norma general, envuelve cualquier proyecto de cambio?
—De elecciones hablaremos en su momento, pero si se me permite niego la mayor. La dicotomía establishment vs cambio es una lectura muy fácil, es un poco chatGPT, pero en la universidad atendemos a matices. Llevo al frente de la UPV/EHU cuatro años y no considero, para nada, que haya hecho lo mismo que el equipo donde estuve hace 16 años. Y no es así, sencillamente, porque las cosas cambian, si no cambiamos, retrocedemos. Por supuesto, si sigo al frente de la UPV/EHU cambiaremos. Y, por supuesto, tenemos que dar continuidad a ciertas actuaciones que ya están en marcha porque una vez que hemos aprobado unos planes, como el Plan de Igualdad que acabamos de aprobar unánimemente en el Consejo de Gobierno, deja de ser del equipo rectoral para ser el plan de toda la universidad. Cambiar para no reconocer el trabajo hecho sería una mala acción. Siempre hay una parte de continuidad de proyecto y siempre tiene que haber sí o sí cambios porque, de lo contrario, retrocederíamos.