El verano ya casi está aquí y la naturaleza se reactiva. Aunque este año quizá haya que decir que ya lleva un tiempo reactivada gracias a una temperaturas más altas de lo habitual que ha acortado el invierno y adelantado la primavera, aunque la falta de lluvia evite el verde tradicional de esta época.
Estas condiciones inusuales ya provocaron el año pasado una seria alarma por la plaga de garrapatas que se detectó. Ahora, las alarmas siguen encendidas porque la situación se está repitiendo. Pero además con un agravante, que cada vez se detectan en la proximidades de los núcleos urbanos, incluso en los parques y jardines. Si antes los riesgos de ser picado por una garrapata se limitaba a las zonas de bosques, montes y prados donde abundaba el ganado, en la actualidad la invasión de ecosistemas que hace que cada vez sean más frecuentes la presencia de animales silvestres (jabalís, corzos...) en las urbanizaciones periurbanas hace que las garrapatas tengan más facilidad para llegar hasta nuestras mascotas. Y también a los humanos.
Esto supone, además de una molestia un serio riesgo de salud pública ya que las garrapatas son un vector para la trasmisión de enfermedades, algunas muy graves como la anaplasmosis, la enfermedad de Lyme, la fiebre botonosa, la turlaremia o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. También es cierto que una picadura de garrapata no significa contagiarse ya que no todos están infectados solo algunos individuos. Pero es inevitable sentir cierto temor si vemos uno de estos arácnidos enganchados a la piel de nuestro perro o gato. Por ello la prevención es esencial, por si acaso…
El método preventivo mas habitual es aplicarle antiparasitarios de forma regular, siguiendo las pautas que establezca el veterinario a lo largo de todo el año. Se tarta de producto que o bien repelen los parásitos impidiendo que se fije a la piel, o que los envenenan si logran picar a nuestros animales.
Entre las medidas preventivas que debemos llevar a cabo es la revisión regular de la piel de los perros. Un buen cepillado ayuda a levantar el pelo y poder ir examinando, la piel. Esto es especialmente importante tras un paseo por el monte o por zona de ganado o con abundancia de animales silvestres. Conviene fijarse en las partes en las que la piel del perro es más fina. Las zonas más delicadas en la que hay que detenerse son alrededor de los párpados, dentro y alrededor de las orejas, debajo del collar, detrás de las patas delanteras y también entre las patas traseras, asi como entre los dedos. Finalmente, alrededor de la cola.
Pero, ¿qué hacer si encontramos una garrapata?
Si durante la revisión hallamos una, o varias garrapatas, habrá que proceder a quitarla. Si no se tiene mucha seguridad, lo más prudente es acudir a un experto, a un veterinario. Existe el riesgo de que al arrancarla quede alguna parte del arácnido en la herida y el remedio puede ser peor.
Para quitar la garrapata, lo que se hace es con unas pinzas, enganchar la garrapata por la parte más cercana a la piel y tirar suavemente, pero con firmeza, hacia arriba, en el mismo ángulo con respecto a la piel que mantenga el cuerpo del parásito. Existen ene l mercado unas pinzas especiales para este menester. No hay que retorcer ni girar a garrapata, solo tirar. Una vez eliminado el bicho, desinfectar la herida.
Para ayudarnos en esta tarea se puede preparar una manzanilla y empapar una tela cuando ya no esté muy caliente y pasarlo por la zona en la que está el parásito. También preparar un mezcla de vinagre de manzana y agua a partes iguales, impregnar una gasa que se coloca sobre la garrapata. El aceite natural también es útil.