7 de octubre de 2003. Ya ha llovido. De hecho llovió, a mansalva, aquella noche en Torrelavega. En la que el Athletic se quedó helado. La modesta Gimnástica le echó de la Copa en aquel vetusto Malecón. Precisamente Ernesto Valverde también era el entrenador. Un año atrás, con Jupp Heynckes, se sufrió un sopapo similar en Irun ante el Real Unión. La cántabra era la última vez que el conjunto rojiblanco quedó apeado del torneo del KO en una eliminatoria a partido único hasta que anoche Osasuna volvió a hacerlo. Entre una y otra, 26 rondas sin ida y vuelta en las que los leones lograron salir airosos.
San Mamés se quedó descompuesto cuando se las prometía felices para seguir progresando en esta su fetiche competición, y así defender el título que nueve meses atrás se alzó en La Cartuja. Este año, el próximo 26 de abril en concreto, no habrá peregrinación rojiblanca hasta Sevilla.
El de ayer es el segundo mazazo que el Athletic ha recibido en apenas ocho días. Poco más de una semana desde el infructuoso viaje a Arabia, y dos competiciones menos. Eran cuatro y solo queda la mitad, que no es poco. La derrota ante el Barça impidió llegar a la final de un torneo que la gran mayoría considera menor aunque valga igual que el resto. El revés contra Osasuna conlleva una gran carga sentimental, pero de la Copa, esa a la que se está últimamente tan bien acostumbrados, no queda otra más que olvidarse.
Lejos de quedar noqueado, ha de reponerse y recomponer la ilusión hecha mil añicos porque aún queda mucha temporada y mucho por lo que dar guerra. La dolorosa eliminación a manos, otra vez, de los rojiillos, ha de permitir hacer la autocrítica suficiente como para no perder el foco en cuanto se tiene entre manos. El primero, Valverde, quien aseguró que no habría cambiado nada de antemano, cuando el mundo asistió al repaso que le dio Vicente Moreno desde el banquillo aledaño.
2024 se cerró con una racha de catorce partidos sin perder, y 2025 ha dado inicio con tres partidos que no han catado el sabor de la victoria. Especialmente preocupante lo de los dos capítulos de Copa. Logroño ya fue un serio aviso y solo los penaltis evitaron el batacazo, y un Primera de los más peleones, más trabajados y que más sabe jugar a esto, le ha hecho bajar los pies a la tierra con la consiguiente cura de humildad. Y no es cuestión de que ante Osasuna faltara Oihan Sancet. Con él y sin él se han pasado rondas, y se han perdido partidos.
Puede que este Athletic haya tocado techo en este último año. Solo el tiempo lo dirá. En todo caso, lo bueno, que hay mucho, hecho hasta ahora no es fruto de la casualidad. En Liga se ocupa puesto Champions con seis puntos de margen, y con ocho en Europa, donde se tiene enfilada una buena clasificación previa para afrontar, de nuevo con la máxima esperanza, unos octavos de final que ya son el antepenúltimo escollo previo a la gran final de esta UEFA Europa League del 21 de mayo en casa.
Comenzando por el Celta este domingo ha llegado el momento. El momento de no caerse, no deprimirse y no venirse abajo. El momento de resetear con ocho días y dos competiciones menos, que suprimen cuatro esfuerzos en un calendario que continúa comprimido pero algo aliviado.