Pese a que el guión del Martínez Valero arrancó siendo muy favorable, el Deportivo Alavés fue protagonista en tierras alicantinas de una nueva tragedia. En esta ocasión, el villano de la escuadra albiazul fue el Elche, quien, aunque se vio por debajo en el electrónico, no tiró la toalla y, en la segunda mitad, pasó por encima de los visitantes, lo que le sirvió para remontar el tanto inicial de Joselu, gracias a dos goles de Pere Milla y uno de Fidel (3-1), y llevarse tres puntos muy relevantes para su pelea por la permanencia.
Para el primero de sus dos partidos de sanción, el técnico de Zaldibar regresó a su clásico 4-4-2 y, sorprendentemente, optó por no alinear de inicio a ninguno de los dos últimos recién llegados. Por tanto, las únicas novedades respecto al choque contra el Barça fueron Rubén Duarte, ya recuperado de su lesión muscular, acompañó a Martín, Laguardia y Lejeune en la línea defensiva; y Miguel De la Fuente, de nuevo titular tras dos jornadas aportando desde el banquillo. Además, Pacheco ocupó la portería; Escalante y Pina repitieron en la medular; y Jason y Rioja hicieron lo mismo en los extremos.
Respecto al encuentro, este no comenzó de la mejor manera. Escasos segundos después del saque de centro, los franjiverdes se adelantaron en el marcador por medio de Tete Morente, que batió al guardameta pacense con una potente volea y, de esta manera, metió el miedo en el cuerpo a todo aquel aficionado babazorro que estuviera tomando asiento para ver la contienda. Por fortuna, Melero López señaló una falta previa de Milla y el electrónico volvió a mostrar el resultado original.
Tras esa tempestad, durante la cual el ariete gallego recibió un manotazo por el que tuvo que ser atendido, vino la calma y fue en ese momento cuando los babazorros comenzaron a sentirse cómodos. No porque el Elche bajara el ritmo, dado que siguió atacando el área gasteiztarra, pero sí a raíz de la solidez defensiva y la valentía en ataque –sobre todo por la mordiente de los hombres de banda– que mostraron los pupilos de Mendilibar.
Entonces, en una de esas ofensivas llegó el primer gol del Alavés. Sobre el minuto 18 de juego, Jason recibió un balón profundo, encontró a Rioja en el carril contrario y este, después de aguantar la posesión unos instantes, centró al segundo palo y halló a Joselu, que, deslizándose sobre el césped, colocó el 0-1 a placer ante la mirada de un Edgar Badía superado. Un tanto que, además de para coger ventaja, sirvió también para anestesiar a los locales, quienes, en el tiempo restante de la primera mitad, apenas consiguieron intimidar la meta de Pacheco.
Sin embargo, esa narrativa tan favorable para el Glorioso cambió tras el paso por los vestuarios, cuando, al igual que en los primeros cuarenta y cinco minutos, el Elche se plantó sobre el césped con varias marchas más y, en la primera acción, igualó el choque (1-1). Esta vez, fue Milla el que apareció en el área para aprovechar un mal despeje de Lejeune y empujar al meta albiazul, con la pelota en sus manos, al interior de la portería.
A partir de ese momento, los ilicitanos creyeron aún más en sus posibilidades e, impulsados por el ambiente de su feudo y su gran dinámica, se hicieron dueños y señores del partido. Algo que, como se preveía, les sirvió para, primero, adelantarse en el marcador –con un certero remate de Milla desde la frontal (2-1)–; y, en la recta final, sentenciarlo por medio de Fidel (3-1) ante la pasividad del conjunto vitoriano, a quien ni siquiera las incorporaciones al césped de Tenaglia, Vallejo, Edgar, Pere Pons y Guidetti consiguieron agitar.
Más bien, todo lo contrario, puesto que, desde que los alicantinos se pusieron por delante, los futbolistas del Alavés desaparecieron por completo, como si se hubiesen dado por vencido, del Martínez Valero. Un hecho que, lógicamente, provocó una imagen completamente opuesta a la ofrecida antes del descanso, cuando la actuación de los gasteiztarras no fue para nada mala, y que les hundió un poco más en el infierno del descenso.