El aumento del precio de los combustibles, que ha duplicado las facturas, la actualización de las tarifas o la complicada electrificación del parque móvil son solo algunos de los asuntos candentes sobre la mesa de Ana Herrero. Taxista desde 2017 y cabeza visible de Alatax desde hace poco más de dos meses, es la segunda mujer que accede al cargo tras su predecesora, Izaskun López de Sosoaga, en un sector muy masculinizado, con solo seis conductoras entre 194 profesionales con licencia en Vitoria.
Lleva poco tiempo como presidenta de Alatax y como taxista, pero ya le ha tocado vivir una época del todo atípica por la pandemia.
–Yo empecé en 2017 y ahí se vivió una pequeña remontada de lo que fue la crisis anterior. Ya en 2019 se trabajaba bien, nada que ver con antes de la crisis del ladrillo, pero los números salían. Después entró la pandemia, un cerrojazo que no fue solo para nosotros, pero ha habido días de trabajar 16 o 18 horas y volver a casa con 20 euros. Adquirimos el compromiso de dar el servicio durante 24 horas y trabajábamos días alternos. Se cubrió el servicio, pero con muchas horas de espera y ha habido compañeros que lo han pasado francamente mal.
Las licencias de taxi son fijas, pero ¿ha habido compañeros que se han planteado tirar la toalla?
–De momento no. Cuando adquieres una licencia, durante diez años no la puedes vender. Puedes tener una enfermedad o algo que te impida explotarla, y en ese caso no debería haber reparos para poder dar marcha atrás. Pero sí ha sido muy duro, y luego la situación personal de cada taxista es completamente distinta. No es lo mismo una persona que no tiene familia que otra que sí la tiene.
¿Han tenido ayudas?
–Se nos dieron unas ayudas a fondo perdido a través de las mutuas y diría que la gran mayoría nos acogimos a ellas. Sí que es cierto que esas ayudas, al hacer la declaración de la renta, entraron como otros ingresos y lo que nos dieron por un lado nos lo quitaron por otro. Pero en ese momento nos vinieron bien.
¿Cómo está yendo este 2022?
–No voy a hacer comparaciones con estos dos años anteriores porque no serían realistas. Pero comparando con lo mejor que yo he llegado a vivir, que sería desde mediados de 2018 y parte de 2019, aún no llegamos a esas cifras pero sí que se ve otra alegría en la ciudad. Se mueve el sector y hay trabajo.
Se está empezando a recuperar el pulso, entonces.
–Sí, pero creo que es general. Es todo una cadena. Si se mueve el pequeño comercio, se mueve el hostelero. Si se mueve el hostelero, se mueve el taxi. En el momento que nos han dado la libertad de podernos mover, el taxi se ha empezado a mover también.
¿Y está siendo un buen verano?
–Yo personalmente diría que sí. Se está trabajando bien.
¿Pero se suele trabajar mejor que en invierno?
–Es distinto, porque ahora también nosotros cogemos vacaciones. Hay menos trabajo, pero no estamos el 100% de los compañeros y al haber menos coches se trabaja bien.
¿Cuál ha sido el momento cumbre de este año para el taxi en Gasteiz?
–El Azkena ha sido de los mejores eventos que hemos tenido. Y también fiestas de Vitoria. Se ha trabajado muy bien. En el Azkena además el cliente es ordenado, correcto y educado. Cosa que muchas veces los fines de semana por la noche no es así. Esto sí que me gustaría matizarlo, porque es solo un pequeño sector que hace que muchas veces nos replanteemos salir a trabajar los fines de semana por la noche.
Es el peor momento para trabajar.
–Sí, hay gente que va un poco pasadilla y antes no se faltaba al respeto como se falta ahora. Y puedo decir que hay compañeros que no salen los fines de semana por la noche para evitar problemas.
¿Esto se puede elegir?
–De momento sí. Cada uno se pone su turno en función de sus circunstancias personales y procurando entre todos dar servicio las 24 horas, que se da siempre.
Ahora ha venido un golpe fuerte, el aumento de los combustibles. ¿Cómo les está repercutiendo?
–Hablamos de una de nuestras materias primas principales, junto con el vehículo, y las facturas se nos han duplicado. La gasolina antes valía 1,20 y ha llegado a valer 2,17, con lo que casi hemos duplicado el gasto de nuestra materia prima principal. Con lo que el beneficio es menor, de la mitad.
¿Y las tarifas siguen igual?
–Por ahora se mantienen, porque se cambian anualmente. Y entre que se hacen los estudios, se presentan, se negocian y se aprueban, generalmente los cambios no se implantan hasta los meses de febrero o marzo.
¿Los estudios para las tarifas del año que viene están hechos ya?
–Sí, los estudios de costes están hechos y sobre eso se pedirá al Gobierno Vasco y los ayuntamientos lo que se considere en cada ciudad.
Parece claro que las tarifas van a subir...
–Nuestros costes de explotación, que es sobre lo que se hacen los cálculos, han subido mucho. Autónomos, gasoil, impuestos... nuestra propuesta, desde luego, de bajada no va a ser.
Gasteiz siempre ha sido una de las ciudades con los taxis más caros.
–Depende. ¿Y el nivel de vida de Vitoria cuál es? Esto es proporcional y se calcula según esos costes de explotación. No vamos nosotros y subimos las tarifas, por decir algo, un 7%. Yo creo que son ajustadas al nivel de vida de la ciudad y se sacan con unos estudios que hacemos tanto el sector del taxi como los propios ayuntamientos.
¿Existe en Vitoria una competencia fuerte de los VTC?
–VTC ha habido siempre, pero sí que es cierto que en Álava hay un número mayor de lo que permite la ley. La ley dice que por cada 30 o 35 licencias puede haber una VTC, y en Álava habría cerca de 80 VTC. Y somos 194 taxistas en Vitoria. No tengo las cifras exactas, pero sobrepasan el ratio.
Esto les afecta, lógicamente.
–A ver, las VTC en principio no pueden estar en parada ni en espera, sino que hay que precontratar el servicio. Pero siempre repercute que estén.
¿Hay una competencia desleal?
–No lo sabría decir. Sobre este asunto es la Federación vasca del Taxi la que está más pendiente.
El Gobierno Vasco aspira a que el 80% de la flota de taxis sea eléctrica en 2030. ¿Un escenario posible?
–Está complicado. Hablamos de que hay que implantar muchos puntos de recarga, pero muchos, y comprar un coche eléctrico es muy caro. Es cierto que el Ayuntamiento de Vitoria nos ha dado unas ayudas a fondo perdido durante unos años, una cantidad que ha permitido ir comprando algunos coches eléctricos. Pero a día de hoy en Vitoria solo hay 16 taxis eléctricos de entre 194 coches.
Estamos muy lejos.
–Sí. Si tú te compras un híbrido, que anda por los 35.000 euros, lo tienes que amortizar, adaptarlo a taxi y tener las homologaciones de la marca, te metes en una inversión que no vas a cambiar de vehículo en dos años, generalmente. Yo tengo un híbrido y de momento no me planteo comprar un coche eléctrico. Al menos ahora.
¿Y qué haría falta para acelerar esta transformación?
–Ayudas y mejorar la red de electrolineras. Pero está todo muy verde. Y con un coche eléctrico a día de hoy no puedes viajar a donde quieras. Tienes que mirar mucho la autonomía que tienen, los puntos de repostaje... y al cliente no le puedes pedir parar en un sitio durante 30 o 40 minutos para repostar.
Incertidumbre total, vamos.
–Sí, total. Como taxi para ciudad el eléctrico sí lo veo. Pero cuando se te monta un cliente no sabes a dónde lo tienes que llevar. A Madrid por ejemplo hoy en día no llega un coche eléctrico del tirón. Al menos los taxis que hay ahora en Vitoria.
¿Qué retos tiene sobre la mesa para esta flamante presidencia?
–Espero sobre todo estar a la altura. Y a corto plazo, espero que las nuevas tarifas sean acordes a la subida de los costes que hemos tenido, sacar ayudas para comprar coches eléctricos y lograr un mayor número de puntos de recarga. l