Las atenciones hospitalarias por autolesiones, que algunos adolescentes se infligen como vía de escape de una situación de desbordamiento emocional, se han disparado en los últimos años, un fenómeno que ya se había incrementado antes de la pandemia y que la covid ha agravado.
Estudios publicados en los últimos diez años centrados en Catalunya indican que un 11,4% de los jóvenes se ha autolesionado al menos una vez en su vida, y en Europa se habla de una prevalencia del 27,6%.
"Un corte tiene un efecto desbloqueador, los libera de esta tensión interna y tienen los pies en el suelo", explica en declaraciones a Efe Marc Ferrer, jefe del servicio de hospitalización de psiquiatra del Hospital Vall d'Hebron.
En este centro, al igual que en otros del Estado español y Europa, ya se viene observando una tendencia alcista, previa a la pandemia, de jóvenes que llegan a urgencias con autolesiones.
En el periodo de 2014 al 2017 ya se produjo un aumento del 21 % de las consultas en urgencias pediátricas por este motivo y entre 2019 y 2021, el incremento pasó a ser de "casi el doble", según Ferrer.
Detrás de este fenómeno, a menudo poco comprendido por la sociedad, hay diferentes variables, como entornos familiares, de escuela o amistades, la presión de las redes sociales, una sociedad con cambios rápidos y una elevada exigencia con los menores, desde muy pequeños.
Si a estos elementos se le añade la distancia social que generó el confinamiento por la pandemia, en un momento de la vida como la adolescencia en el que las relaciones con las amistades son un pilar, el resultado es "un mayor entorpecimiento del proceso madurativo", que puede conducir a un bloqueo emocional del que, en algunos casos, los jóvenes tratan de liberarse a través de las autolesiones.
Ferrer compara el infligirse daño con el consumo de drogas: "Es eficaz para liberarse de forma rápida, pero a largo plazo comporta problemas", ya que la reiteración incrementa el riesgo de pasar a un intento de suicidio, advierte el especialista.
Para evitar este desenlace, es clave hacer un buen estudio para determinar si hay un trastorno y, si este extremo se descarta, normalmente se puede reconducir la situación con psicoterapia, quizás acompañado con alguna ayuda farmacológica.
Ferrer es uno de los autores de un nuevo protocolo de intervención precoz para abordar y reducir las conductas autolesivas no suicidas en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 25 años, pensado para actuar antes de que cristalicen estas tendencias peligrosas.
El denominado Programa TaySH consiste en doce sesiones individuales semanales que tienen como fin reducir las conductas autolesivas no suicidas, ofreciendo al paciente nuevas estrategias alternativas y no lesivas para manejar la desregulación emocional y la impulsividad.
En el Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona), especializado en la atención de menores, han observado que estas conductas que anteriormente estaban asociadas a trastornos mentales graves ahora se dan también en jóvenes sin patologías establecidas.
Mientras que las mujeres son más propensas a cortarse, rascarse o aplicar otros métodos que implican sangrado, los chicos tienden más a golpearse y quemarse.
En Sant Joan de Déu atendieron en el primer trimestre de 2021 un 47% más de pacientes por problemas de salud mental -ansiedad, autolesiones o transtornos alimentarios- en comparación al mismo periodo de 2020.