EL Lointek Gernika recibe hoy miércoles en Maloste (20.00 horas) a algunas de las mejores jugadoras jóvenes de Europa, reunidas en el Reyer Venecia para convertirlo en uno de los aspirantes a llegar lejos en la Eurocup y en la Lega, que ha arrancado con seis victorias consecutivas. Matilde Villa, Lorela Cubaj y Sara Madera son talentos precoces del pallacanestro femenino y a ellas se sumó, entre otras, este pasado verano Awak Kuier, una jugadora con una particular historia de superación hasta llegar a la élite.
Esta versátil ala-pivot de 21 años y 1,93 metros nació en El Cairo poco después de que sus padres, testigos de Jehová, y cuatro hermanos llegaran allí desde Jartún, la capital de Sudán del Sur, huyendo de la guerra en esa zona de África. En 2003, la familia fue acogida como refugiados en Finlandia, en un proceso similar al que siguió el jugador del Bilbao Basket Emir Sulejmanovic, que también encontró refugio en el país nórdico durante la guerra de los Balcanes. Los Kuier recalaron en Kotka, una ciudad portuaria donde pronto llamaron la atención por razones obvias. Cuenta la jugadora del Venecia que la adaptación fue dura porque no conocía la lengua ni las costumbres del país y era difícil hacerse entender. Además, durante su etapa escolar sintió cierto rechazo y racismo cuando no era escogida y era apartada directamente cuando había que elegir equipo en las actividades deportivas.
Pronto encontró la joven Awak otro refugio, el de la cancha de baloncesto, donde comenzó a destacar por sus facultades físicas, brazos larguísimos con una envergadura de 2,13 metros y excelente movilidad. La NBA organizó uno de sus campus de “Baloncesto sin fronteras” y se hizo viral un vídeo en el que, con 14 años, se la veía hacer mates con relativa facilidad, lo que no pasó desapercibido para los ojos que la WNBA tiene repartidos por todo el mundo y que vieron en ella un talento único. Sin embargo, en Kotka no había manera de desarrollar su talento, así que con 16 años se trasladó a la Helsinki Basketball Academy, el mejor centro de desarrollo del país del que también salió Lauri Markannen, la otra estrella finesa.
Awak Kuier trabajó allí su físico, ganando kilos y músculo, y sus fundamentos y se convirtió en la gran esperanza del baloncesto femenino de Finlandia, que le otorgó la nacionalidad que ahora comparte con la egipcia. Con la selección U18 ganó el Eurobasket B de 2019 y fue elegida mejor jugadora, con 19 puntos y 12 rebotes de media, y ese mismo año fue escogida en el mejor quinteto del Eurobasket B U20. Lógicamente, le llegaron varias ofertas de la NCAA que ella rechazó para iniciar su carrera profesional. Su primer destino fue Ragusa, en la isla de Sicilia, donde llegó en 2020 y promedió con 19 años 9 puntos, 7 rebotes y 1,5 tapones en 25 minutos.
Sin brillo en la WNBA
Una trayectoria tenía un destino claro: el draft de la WNBA. El año pasado fue elegida en el número por las Dallas Wings, lo que la convirtió en la sexta jugadora no estadounidense en salir entre las cinco primeras. Las otras cinco fueron leyendas absolutas del baloncesto FIBA: Eva Nemcova, Margot Dydek, Ann Wauters, Lauren Jackson y Liz Cambage. Sus dos temporadas en Ragusa mostraron una progresión que aún no se ha manifestado en el complicado ecosistema de la WNBA donde apenas ha jugado 48 partidos en dos cursos con doce minutos de media como tope. Pero al menos ya es la primera finlandesa en jugar en la mejor liga del mundo y el pasado junio se convirtió en la octava jugadora que hace un mate durante un partido.