Alberto Núñez Feijóo no tendrá un desembarco plácido al frente del PP. El descabezamiento de Pablo Casado no ha templado los ánimos en el seno de la fuerza conservadora y, mucho menos, de Isabel Díaz Ayuso, que, lejos de contribuir a que amaine el temporal, ha echado más leña al fuego al exigir que se proceda a la expulsión del partido a "todos los autores" que instigaron la presunta campaña contra su persona. Un dardo hacia la figura del hasta ahora presidente de los populares minutos después de que él cargara en su discurso de despedida contra el trato recibido desde sus propias filas. "No creo en las heridas cerradas en falso", ha espetado sin rubor la presidenta de la Comunidad de Madrid, acusando a Casado y a su equipo de haber pensado "más en protegerse" que en ser "la verdadera alternativa" a Pedro Sánchez. De hecho, ha recurrido de nuevo al supuesto espionaje que denunció procedente de la cúpula señalando que "ojalá se hubiera investigado" más al líder socialista que a miembros del PP, al Ejecutivo madrileño o a su familia.
"Todas las personas que se han dedicado a intentar destruirme deben ser apartadas", ha entonado Ayuso evitando dar nombres y con un rictus visiblemente molesto por cómo la dirección le pidió explicaciones por el supuesto cobro de unas comisiones por parte de su hermano en unos contratos de la Comunidad. Con tono victimista se ha comparado con uno de los iconos que, como ella, amasó poder para después caer a los infiernos. "Lo que no sé es cuántas Ritas Barberá quiere dejar este partido más en la cuneta y cómo pretender el respeto de los ciudadanos cuando no lo tenemos ni con los nuestros", ha soltado desafiante durante su intervención en la Junta Directiva Nacional celebrada para fijar la fecha del congreso extraordinario los días 1 y 2 de abril.
Evocando su victorioso 4 de mayo, ha proclamado que "lo teníamos todo, una izquierda contra las cuerdas, desacreditada, despojada de los efectos de su propia propaganda, pero, sobre todo, un centroderecha ilusionado, convencido y fuerte". Algo que, a su juicio, arruinó el proceder de Casado y compañía –entre ellos, Teodoro García Egea–. "Por eso estamos así en las encuestas. Lo que estaba pasando en la casa va mucho más allá de lo sucedido conmigo", ha reprochado. La dirigente madrileña ha hecho hincapié en que habría que saber "por qué un estúpido anónimo acaba en forma de SMS en los teléfonos" de los adversarios políticos, qué hay de cierto "sobre un alcalde que trabaja donde casualmente presentó la declaración del empresario de las mascarillas, y que ha sido justo desde allí donde pueden haberse filtrado los datos"; o si esto tiene que ver "con el nombramiento del Tribunal Constitucional o el de Cuentas, como sostienen muchos medios de comunicación". "Yo esto no lo sé, lo que sí sé es que nunca se había visto en nuestra casa y menos contra un Gobierno autonómico. Nunca había visto estas prácticas. Y por eso, lo que sí que pido es que todo el que haya formado parte de esta campaña sea puesto de inmediato en la calle", se ha explayado en clara alusión a Casado porque "el daño causado es para todos".
Tras "18 años de entrega en cuerpo y alma" al partido, "esto es muy difícil de asimilar", ha lamentado Ayuso, reconociendo que tuvo que hacer "de tripas corazón en la convención de Valencia, en el congreso de Andalucía, en el de Castilla y León y en sus elecciones, o en el cónclave de Castilla-La Mancha", ha enumerado, para a continuación subrayar que siempre estuvo ahí mientras los mismos decían por lo bajo "le queda poco para caer". Y ha vuelto a ahondar en que mejor investigar más al PSOE. "Los socialistas, solo en el Gobierno de Moncloa, dilapidaron más de 300 millones de euros en compras defectuosas de material sanitario ¿Por qué creéis que hay tantos dirigentes en otras regiones que no dicen nada de todo esto?", ha interpelado, reseñando que en su Comunidad "no nos gastamos el dinero del contribuyente en prostíbulos o mariscadas. La lideresa ha acabado aseverando que jamás benefició a ningún familiar y menos, suyo. "Ni familiar, ni amigo. No encontraréis un ejemplo que me desmienta. El contrato famoso, del que se ha estado hablando en cada redacción porque había una misión encargada desde esta casa para que se supiera fue un contrato ajeno a mí. Me enteré en la séptima planta de su existencia un año y medio más tarde. Jamás medié en él", ha zanjado con amargor.
"Lamento todo lo que haya hecho mal"
Ante semejante tempestad declarativa, la alocución de Casado ha pasado a un segundo plano, y eso que tampoco se ha ahorrado alguna lanza, reivindicando su gestión, censurando cómo le han tratado quienes acabaron dejándole de lado y prometiendo lealtad a Feijóo. Sin revanchismos pero también a pecho descubierto. "Lamento todo lo que haya hecho mal y la reacción que he tenido que sufrir, inédita en la historia democrática y que no merezco". Así ha cerrado su etapa al frente del PP, afirmando que "me he guiado en todo momento por la defensa de la libertad, la unidad de España, el Estado de derecho, la familia y la ejemplaridad pública, para construir un proyecto político reformista y ganador, combinado con la regeneración". Entre lacónico y desapasionado, ha sostenido que se marcha "sin rencor" y prometiendo ser fiel a Feijóo para remar en "unidad" de cara a derrotar en las urnas al Ejecutivo de Sánchez. "Deseo sinceramente suerte al próximo presidente del PP, mucho acierto y todo el éxito para concitar la lealtad y el respaldo que seguro va a necesitar. El mío lo tendrá el primero desde la prudencia y la discrecion", ha redundado.
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"Los enemigos de la libertad siguen ahí", ha expresado un Casado que sigue "creyendo en la política seria e institucional frente al auge populista". "No debemos competir en el terreno de juego de nuestros adversarios. Hemos agrupado la centralidad y la moderación, hemos situado a nuestro partido en la vanguardia del cambio y coincidiremos todos en el centro reformista y liberal, lo que siempre hemos sido", ha valorado antes de dirigirse al líder gallego. "Cuente el nuevo presidente ya con mi lealtad. Me voy como vengo, a vuestra disposición, para apoyar en esta nueva etapa a quien la continúe". Y antes de recibir un cálido aplauso, puso su rúbrica personal: "Yo no quiero a España porque sea perfecta, sino para que lo sea y con el esfuerzo de todos la haremos posible". Aunque el broche de verdad, y la herida sangrando, lo ha dejado Ayuso.