La Volta se subió al cielo. Se colgó de la percha pirenaica, entre rocas, pinos y carreteras de montaña, siempre evocadoras, bellas y crueles. El sol lucía alegre y dicharachero en una travesía de 218 kilómetros y 5.000 metros de desnivel acumulado. El día era duro solo de pensarlo. Imaginarlo provocaba el sarpullido de la fatiga.
Alzó el cuello la carrera y elevó la vista para dar con Coll d'Estenalles, el Coll de la Batallola, Coll de la Creueta y el remate de la azotea en La Molina, donde Juan Ayuso derrotó a Primoz Roglic en la foto finish. Un esprint en las montañas. La Volta se rasca en el reloj. Cada segundo es una lágrima de oro.
Mikel Landa, fantástico, fue tercero. Apenas concedió un par de segundos. El de Murgia subió sin estridencias y solo el reprís del alicantino y el esloveno le sometieron en la llegada. A Landa le falta aceleración, pero le sobra consistencia. Se sostuvo de maravilla el alavés, resistente como las montañas. El pulso entre Ayuso y Roglic fijó la nueva orla de general.
Volta a Catalunya
Tercera etapa
1. Juan Ayuso (UAE) 5h49:29
2. Primoz Roglic (Red Bull) m.t.
3. Mikel Landa (Soudal) a 2’’
General
1. Juan Ayuso (UAE) 14h30:49
2. Primoz Roglic (Red Bull) a 6’’
3. Mikel Landa (Soudal) a 11’’
Landa, tercero en la general
Ayuso accedió al liderato tras colarse por el interior y obligar a sus rival a un segundo esfuerzo. A pesar de ello, a punto estuvo el rocoso Roglic de agrietar a Ayuso. El esloveno le rastrea a seis segundos. Landa es tercero, a once.
El intenso vis a vis entre Ayuso, que contó su quinta victoria del curso, y Roglic mandó a la sala de recuperación al alicantino, que tuvo descabalgar al acabar ese ejercicio de resistencia al límite y tumbarse para morder oxígeno.
A Ayuso el corazón le rebotaba en el pecho. Cuando el pulso bajó de revoluciones dijo que la victoria era muy importante “porque da segundos de bonificación en una carrera que se suele ganar por pocos segundos”. De momento, domina la Volta. Mas está a 14 segundos y a 17 se acumulan Bernal, Van Eetvelt o Carapaz.
La fuga de Armirail, Molenaar, Wenzel y Germani aún respiraba cierto entusiasmo en el infinito Coll de la Creueta, 20 kilómetros con el ritmo de un paso de Semana Santa. Los favoritos se mecían al compás del UAE, que pastoreaba la ascensión sin demasiadas tribulaciones, a la espera de lo que determinara Juan Ayuso.
Enfilado el pelotón, ordenados los equipos a modo de un estuche con lápices de colores, los aristócratas aguardaban al cuadrilátero de La Molina. La Creueta era una montaña de paso que laminaba la musculatura con la paciencia de las termitas.
Una mole de desgaste en la que disfrutaban las cabras montesas, felices entre rocas y paredes blancas, encaladas por la nieve de un día luminoso y juguetón. El tomavistas daba a un punto de fuga coronado por el tull blanco. Una ensoñación. Armirail atravesó fogoso la bisagra del Coll de la Creueta, 1.920 metros de altitud, con el recuerdo del invierno palpitante en primavera.
El descenso, veloz, era el enganche con La Molina, donde Armirail continuaba peleando con devoción. Un hombre libre con el destino en el manillar. Matthew Brennan, el líder velocista, se lo tomó con calma. Dichoso en el vértigo que producen los esprints, el de las alturas no le entusiasmaba. Desconectó. Armirail cedió ante el empuje del UAE.
Momento de los favoritos
Era el momento para que los mejores se fueran desenmascarando en la montaña, para que bailaran el claqué de la general. Sepp Kuss desenfundó el primero. Convocó a O’Connor. La agitación elevó la tensión. Hombrearon Roglic, Ayuso, Mas, Landa, Carapaz… Distancias cortas y miradas aviesas.
Todos sopesando, calculando. Marc Soler se destapó con Fortunato y Kuss, de nuevo danzante cuando el puerto descansaba bajo la mirada de los telesillas de la estación de esquí.
Se encolaron los favoritos en las rampas que daban al desenlace, apretado, frenético, de un esprint en las montañas. En el mano a mano se impuso Juan Ayuso, que pudo con Roglic por un palmo. El de la victoria. Ayuso sale mejor en la foto.