La presión es ese estimulante al que se abrazan los campeones para sacar lo mejor de uno mismo en momentos inesperados. Francesco Bagnaia, privilegiado lector de carreras, rodaba con la presión de emular sus tres victorias previas partiendo desde la cuarta posición para seguir recortando puntos al líder del Mundial de MotoGP.
La presión es el sentimiento que convierte a uno en funambulista que se debate entre el bien y el mal, entre la gloria y la desazón, y que a veces induce al error. Jorge Martín, visceral buscando rendir en cada instante que se le presenta, rodaba bajo presión, sometido por el éxito arrastrado por Bagnaia y como defensor de la cabeza del campeonato.
Cuando una carrera, como sucedió en el Gran Premio de Alemania, se rueda 12 segundos más rápido que el año anterior, los pilotos y sus máquinas se adentran en un mundo inexplorado, salvaje. Entonces aflora la capacidad estratégica, esas interpretaciones del escenario que establecen diferencias. Martín apostó por imprimir un fuerte ritmo desde bien temprano; Bagnaia se mostró conservador en los compases inaugurales, aguardando paciente a su oportunidad. “Cuando veía a Martín y Morbidelli pensé que estaban tirando demasiado y me dije que todo lo que estaban empujando, lo empujaría yo al final”, explicó.
A partir de la séptima vuelta, cuando Martín rodaba cortando el viento, Bagnaia parecía descolgarse de la lucha por la victoria. Sin embargo, una vez alcanzado el ecuador de una prueba de 30 vueltas, el turinés se alzó en la segunda posición, a un segundo de distancia del madrileño. Comenzó así un compás de espera hasta que Bagnaia se sumergió en el momento al que hacía referencia.
Las décimas comenzaron a caer. El cazador se aproximaba a su presa. Martín, presionado, tropezó. Se fue al suelo tras perder el tren delantero en la frenada de la curva 1, una debacle similar a la sufrida en Jerez, rodando también como líder. Lo que parecía una victoria regalada para Bagnaia escondía detrás una brillante planificación que bien atiende al mote de El Profesor. El italiano es gélido, reflexivo y sirve venganzas en plato frío, insospechadas.
“He tratado de meter presión”, admitiría Pecco, con su cuarta victoria consecutiva en el bolsillo, su mejor racha en MotoGP junto a la firmada en 2022 en el lapso entre Países Bajos y San Marino. Una situación idílica por diversos factores. Alcanza el liderato del Mundial justo antes del periodo vacacional de tres semanas, con el efecto anímico que supone para un Martín que rumiará todo este tiempo sin oportunidad para resarcirse de su pecado. Bagnaia, justo en su última carrera antes de pasar por el altar para ser marido, se transformó además en el piloto de Ducati con más triunfos de la historia (24), rebasando a Casey Stoner. Sin duda, un episodio para recordar con letras mayúsculas en sus memorias. .
Los Márquez hacen historia
Otro que no olvidará este gran premio será Marc Márquez. Los problemas ejercieron tensión sobre él a lo largo del fin de semana, con fallos mecánicos, tráfico obstruyendo su paso en la tanda de calificación, una caída con fractura de dedo incluida... para alcanzar el domingo y subirse al segundo peldaño del podio en compañía de su hermano, un Álex que acabó tercero. Es la primera vez que esto sucede desde 1997, cuando lo lograron los Aoki.
Encima, Marc firmó el resultado materializando una remontada desde el decimotercer lugar, tras sufrir dos peligrosos contactos con rivales que dejaron marcado su mono con la raspadura de un neumático y su carenado fracturado. “Ha sido increíble. No cambio una victoria por celebrarlo con mi hermano en el podio”, sentenció. Figura a 56 puntos del nuevo líder, un Bagnaia que a su vez despegó en carrera a 15 puntos de Martín y que coge vacaciones con 10 de ventaja sobre el madrileño, que tendrá demasiado margen para pensar en el grave error cometido en el fatídico Sachsenring.