Villa de costumbres, Balmaseda incorpora otra más en la recta final del año: la charla balance de los progresos de las excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo. El resultado de los análisis practicados, que dataron a mediados del siglo X los vestigios más primitivos estudiados, impactó en 2021 la primera vez. La fecha se remontaba mucho más atrás de lo que se pensaba, todo un terremoto en la historia local, lo que convertía a la fortaleza en una de las más antiguas de Euskadi. Esta segunda temporada sobre el terreno ha servido para que afloren un foso y la “monumentalidad” del conjunto de origen medieval reutilizado en el siglo XIX, cataloga el arquitecto Urtzi Llano, miembro de la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la Universidad del País Vasco. Junto con el arqueólogo José Luis Solaun, explicó los avances de las actuaciones del equipo del que ambos forman parte. Para este año desean consolidar las estructuras para posibilitar visitas.
En esta fase “bastante ambiciosa, se ha movido un volumen importante de tierras que nos permitió sacar a la luz buena parte de un foso” cuya existencia conocían por fuentes documentales. Se trataba de “una preexistencia medieval que los liberales excavaron más hasta prácticamente meterse dentro de la tierra y utilizarlo como una calle más y para protegerse” cuando el Cerro del Castillo adquirió un carácter estratégico en las guerras carlistas y cobró vida “casi como una ciudad en miniatura a la que nos podemos trasladar” cada vez con más realismo a medida que crecen las intervenciones y “vislumbrar por fin esa magnitud del habitar diario de tanta tropa”. Estas contiendas “resultan interesantes porque antes de la Primera Guerra Mundial anticipan una nueva manera de enfrentarse en el campo de batalla”.
Además, el cuartel del asentamiento “arrancaba o moría por una calle central en una puerta que los carlistas taparon; este año se ha quitado parte de ese cegamiento” y, con la aparición del foso, “se ha identificado claramente un sistema de puente levadizo obra de ingenieros liberales” que intentarán “recuperar aunque sea parcialmente, para la puesta en valor, a ver si podemos empezar ya a habilitar parte de esos recorridos de los propios militares para el público en general”. Instalar “barandillas, escaleras, medidas de seguridad para que la gente empiece a poder entender didácticamente qué en qué consistía todo aquello y en qué se traduce”.
Aguarda un ingente trabajo, dado que “nos movemos en un 15% aproximadamente de yacimiento arqueológico excavado”, cifra. De momento, contemplan “continuar unos metros más con la calle central del acuartelamiento” y aparcar la plataforma superior, “donde se encontraban los restos de épocas más remotas, para el año 2024 o incluso 2025”. Ahora “necesitamos reabrir las circulaciones que empleaban para comunicarse en el día anegadas por las sucesivas voladuras para generar recorridos con finalidad divulgativa y didáctica”.
Volcados con el txakoli
Balmaseda despidió el año cultural con la presentación pública de la iniciativa del Ayuntamiento, la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV y la asociación cultural Orexinal, en colaboración con el viticultor Alfredo Egia, para la plantación de txakoli tinto en la ladera sur del Cerro del Castillo, de la cual germinarán la vuelta de variedades autóctonas y una bodega comunitaria. Se confiesan “abrumados” porque ya se ha cubierto la cantidad necesaria del crowdfunding abierto en www.goteo.org para sembrar esta primera superficie piloto de 2.150 metros cuadrados –las donaciones se mantendrán un tiempo más–. El ADN txakolinero de la villa, “principal productor de Bizkaia en la Edad Media”, ha prendido.