Cuando se escucha Dinamarca en balonmano, hablamos de palabras mayores. Manejan recursos, personas, filosofía y estilo de juego. La gran mayoría de clubes se nutren de jugadores del país y apenas compiten representantes de otras nacionalidades. De los quince que ayer pisaron el parqué de Artaleku, sólo tres eran extranjeros (dos suecos y un islandés, precisamente el portero que ofreció un monumental recital de paradas). Con esa carta de presentación el Gudme, líder del Grupo A, en la primera fase de la competición, visitaba la cancha del cuarto clasificado del Grupo B. En teoría, una diferencia más que notable a favor de los escandinavos, pero en la práctica un partido en el que los irundarras no estuvieron lejos de ganar. De hecho, a falta de tres minutos para el final, el marcador no se definía (28-28).
El Bidasoa llegaba con la decepción superada de Antequera. Eliminados a las primeras de cambio, no pudieron llegar a la final que deseaban, tal y como sucedió con el Granollers, su equipo verdugo. Lo que en un principio sonaba a disgusto, en el frío análisis de realidades, con posterioridad se debía valorar que el equipo ahorraba esfuerzos para afrontar el partido de ayer. No es fácil entender cómo no se prevé que un equipo puede llegar a la final de Copa y dos días después jugársela en la European League. Si los amarillos competían por el título frente al Barça, llegaban el lunes por la mañana a Irún, justo la víspera de uno de los partidos trascendentales del año. Cuétara repitió con los mismos porque Azkue no está todavía y el equipo lo nota.
Un espectador neutral seguro que disfrutaba del partido que ambos ofrecían. Los daneses a lo mejor esperaban otro nivel del rival, pero se encontraron con un equipo incómodo que se despistó en algunos momentos, pero que ofreció un alto nivel de compromiso. Peleó hasta el final por una victoria que se le negó. La actuación del portero Hallgrimsson fue un martillo pilón durante todo el encuentro, al igual que su extremo izquierdo (máximo goleador del equipo en la competición) Jerry Tollbring, infalible en la resolución. Añadamos la fortaleza del pivote Bergenthal, muy competitivo en las dos áreas y la calidad de Morten Olsen. Si en el primer periodo no marcó un gol, en el segundo hizo cuatro, casi todos en apoyo, además de elegir líneas de pase con la eficacia de siempre, como si por él no pasaran los años.
Contra eso el Bidasoa no desmereció para nada. Le faltó acierto, porque disparó 17 veces más a puerta que el Gudme marcando dos goles menos. Falló tres lanzamientos desde los siete metros, estrelló unos cuantos balones en los postes, chocó más de lo deseado con el meta islandés, pero supo defender con todo, creer en que sus opciones existían y repartir goles entre quienes asumieron la responsabilidad de los lanzamientos.
Además se planteó una batalla táctica entre los entrenadores. El técnico visitante Krickau no se sintió cómodo en ningún momento. Decidió atacar con siete jugadores cuando el partido señalaba un 19-21. Perdieron un balón que Xoan Ledo puso en la meta rival para apretar el marcador una vez más. Al tiempo muerto del entrenador foráneo, respondió Cuétara con el suyo (22-25). Decidió adelantar a Kauldi Odriozola en la defensa 5-1. No dio tiempo a que cuajara el plan porque la exclusión de Víctor Fernández no la desaprovechó el cuadro nórdico (24-27) Tres tantos seguidos de Ledo, Adrián e Iñaki Cavero nivelaban la contienda. Un gol más por equipo (28-28) y un final que no acertó Bidasoa a decantarlo de su lado. No hubiera sido injusto. Lo impidieron una falta de ataque de Kauldi y los tantos de Olsen y Pytlick que son los que le conceden la diferencia para el partido de vuelta la semana próxima. Obviamente, el Gog Gudme sigue siendo favorito y en cancha danesa el Bidasoa no contará con el apoyo de Artaleku que anoche, mucho tiempo después, fue partícipe de un partido apasionante.
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