El Bidasoa concluye con una victoria un espectacular mes de febrero tras disputar una catarata de partidos (10 en 25 días). En ellos ha conseguido clasificarse para octavos de final de la European League, mantenerse en la segunda posición del campeonato de liga, clasificarse para la fase final de la Copa, y ganar plaza en la Copa Asobal por cuarta temporada consecutiva. Todo rubricado con un triunfo muy holgado y relativamente cómodo ante el Antequera (33-19). Irreprochable actuación de un equipo que sigue soportando ausencias importantes por lesiones de jugadores franquicia, pero que en la colectividad compartida de los demás ha basado su indudable éxito.
Llegaba el colista a Artaleku y en teoría eso se presentaba como una posibilidad clara de sumar dos nuevos puntos. Los malagueños solo habían ganado un par de partidos desde el comienzo del campeonato. El último de ellos, la semana pasada, ante el Nava segoviano que ocupa un puesto en la zona tranquila de la tabla. Llamó la atención el triunfo no solo por el hecho de la victoria, sino por la holgura en el marcador. Nueve tantos de diferencia sorprendían, máxime después de quince jornadas sin conocer qué significaba ganar. Con esa carta de presentación, al Bidasoa le podía condenar una bajada de brazos y no afrontar el partido con la habitual disposición.
Le costó al cuadro de Cuétara entrar en juego, hacerlo fluido, sobre todo en ataque. Se sumaron pérdidas y pases erróneos. Eso permitió que el Antequera se mantuviera en la pelea. Trataron en todo momento de conectar con el pivote, tanto con Rafa Baena como, posteriormente, con Cristóbal Ortega. Llegar al minuto 20 con dos goles de desventaja (9-7) premiaba su esfuerzo y aumentaban las razones para seguir en el intento de sorprender a un Bidasoa que enseguida apretó más en defensa, cortó las líneas de pase y recuperó balones que supo aprovechar sin errores. Un parcial de 7-0 dinamitó cualquier intento visitante de protagonizar una hazaña. El equipo de Lorenzo Ruiz llegaba al descanso con una pesada losa de ocho goles en contra. Sin apenas lanzamiento exterior, los malagueños fueron claudicando poco a poco en un primer tiempo en el que prácticamente se decidió todo.
El Bidasoa seguía repartiendo minutos entre los jóvenes. El extremo Tao Gey no perdonaba un contraataque y tanto Gorka Nieto, como Asier Iribar y Eneko Furundarena manejaban el juego de la primera línea local cuando el técnico lo decidía. Fue en el inicio del segundo periodo cuando el cuadro de Artaleku dispuso la primera unidad de su plantilla. Si quedaba algún rescoldo de esperanza en las filas verdes, éstas recibieron un balde de agua. Del 17-9 del intermedio al 25-13 después de que Adrián Fernández percutiera en la meta de Alarcón, el meta que defendió la portería andaluza en la segunda mitad. Aquello estaba listo para sentencia mucho antes del final. La defensa y Xoan Ledo seguían recuperando balones para que la velocidad en los contraataques diera trabajo al marcador. A medida que los tantos subían al luminoso, se imponía la cruda realidad, la diferencia de los contendientes en la clasificación de la Asobal. Para el Antequera quedó claro que el encuentro no era de su liga y dejó que los minutos trascurrieran porque no merecía la pena dejarse las fuerzas por un imposible. Cada uno defendió su papel a la espera de próximos compromisos.
Al Bidasoa le ayuda haberse encontrado con el colista en el último partido de febrero. Después de tantos pulsos en los que era imposible concederse un respiro, llegó la oportunidad. Cumplió con la obligación de ganar pensando en el encuentro del martes ante el Füchse Berlín. Los alemanes llegan a Irun jugándose mucho más que el conjunto guipuzcoano. Los de Cuétara ya han conseguido clasificarse para los octavos de final, mientras que los berlineses necesitan ganar para seguir aspirando a la primera plaza del grupo y asegurarse un cruce mejor en la siguiente ronda. Partido de altos vuelos con el reciente 35-23 del Max Schmeling de la pasada semana.
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