El Bidasoa se vuelve a despedir de la Copa a las primeras de cambio. Esta vez con más crudeza, ya que cedió ante el Granollers en la prórroga (36-37), después de que el tiempo reglamentario finalizara con empate (33-33). Dos goles seguidos del extremo Sergi Franco acabaron con las opciones irundarras. El encuentro ofreció todo tipo de situaciones, propias de los dos equipos que siguen la estela del Barça en la clasificación de la liga. El Bidasoa tuvo la victoria en sus manos, pero desaprovechó la ocasión. Ganaba de uno a seis segundos del final, pero Antonio García (MVP del encuentro) subió el empate al marcador con un tiro lejano que nadie evitó. Ciertamente, para llegar a esa situación final, antes debió hacer un enorme esfuerzo porque fue a remolque durante muchos minutos de la contienda, con desventajas claras. No acertó a rematar y se vuelve a casa antes de lo que deseaba. La derrota le deja sin opciones en el torneo, pero le regala tiempo para preparar del mejor modo posible el encuentro del próximo martes ante el Gudme en partido de la European League, ida de los octavos de final.
El comienzo del Bidasoa fue arrollador. Logró tres goles seguidos gracias a los remates de Zabala, Cavero y Rodrigo Salinas. Lo que parecía una esperanzadora puesta en escena se convirtió en espejismo al encajar un parcial (1-6) que obligó a Jacobo Cuétara a solicitar un tiempo muerto antes de llegar al minuto 10. Fue la resultante de unos minutos obtusos del conjunto guipuzcoano, con pases mal dados, pérdidas no forzadas y la sensación de que el equipo no estaba. Reaccionó para ponerse por delante (8-7) con dos goles de Kauldi Odriozola, cogido con alfileres tras la lesión sufrida el fin de semana jugando con la selección española.
El Granollers seguía muy fiel a sus cosas. Defensa (6-0) con Oriol Rey y Joan Amigó, por el centro, y atentos a robar cualquier balón que le permitiera salir al contraataque como tanto les gusta. En ataque dispusieron de muchas opciones con los lanzamientos exteriores de Antonio García, Chema Márquez o Pol Valera, sin olvidar el buen complemento de Esteban Salinas en el pivote. Los catalanes se mostraban más confiados y eficaces que el dubitativo equipo rival. Los de Antonio Rama subieron al marcador sus mejores ventajas (10-13, 11-14) para prolongarlas hasta el 14-17 del descanso. No eran buenos números para el Bidasoa. Se suponía que las cosas iban a cambiar en la segunda parte. Lo hicieron desde el principio, ya que si en el tiempo inicial no se produjo una sola exclusión, a los diez minutos de la reanudación la sumaban seis, tres por equipo, confirmando el paso al frente de las defensas.
Fue a raíz de la segunda exclusión de Oriol Rey cuando el Bidasoa recortó las diferencias en el marcador hasta conseguir la equidad y poner el partido en una dimensión diferente. Quizás pocos esperaban la reacción amarilla tal y como iban las cosas. El Bidasoa lleva en sus señas de identidad el valor de intentarlo. Fue a por el rival y presentó credenciales. Se sucedían los empates y cada balón valía su peso en oro. Cuétara optó en muchos momentos por el 5-1 defensivo, con Zabala o Dariel en el avanzado, tratando de que la sangría del lanzamiento exterior y sus conexiones con el pivote, pasaran la menor factura posible.
Al Granollers se le hizo largo el partido y fue cediendo terreno con el devenir de los minutos. Veían venir una debacle, porque se podían quedar eliminados. El Bidasoa llegaba desde la posición contraria. Cuando el equipo había hecho lo más difícil, volvió a fallar en los pequeños detalles. Le sucedió algo parecido hace pocas semanas. Ventaja, tiempo muerto para apuntalar el triunfo y mala resolución. Las consecuencias las pagó con la prórroga que terminó cayendo del lado catalán.
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