Con el carnaval arranca la época de mascaradas, comparsas, bailes, disfraces, rituales... Cada pueblo revive sus tradiciones y, en mayor o menor medida, todos se transforman durante unos días para recuperar personajes ancestrales y mitologías fascinantes.
El calendario carnavalesco arranca muy temprano y desde mediados de enero hasta marzo las citas se reparten por toda la geografía, pero entre todas ellas hay dos que se han convertido en las más populares y famosas de Navarra y alrededores en lo que a Carnaval rural se refiere: Lantz y Altsasu. Ambas citas tendrá lugar el próximo 4 marzo. Pero si hablamos de carnaval rural no podemos dejar de citar el de Ituren y Zubieta, que se celebraron el pasado 27 de enero.
Los ‘txatxus’ bailando junto a la hoguera, en Lantz.
Lantz: a la captura del malvado bandido Miel Otxin
Domingo –carnaval txiki–, lunes y martes anteriores al miércoles de ceniza, tiene lugar el Carnaval de Lanz, que este año será 2, 3 y 4 de marzo.
La celebración, tal y como hoy se conoce, tiene su origen en el trabajo de los hermanos Pío y Julio Caro Baroja por recuperar una fiesta que, con la Guerra Civil, había sido prohibida por las autoridades franquistas. Como ocurrió en otros tantos lugares, personajes y tradiciones estuvieron a punto de perderse en el olvido, pero gracias a la labor de documentación desarrollada en los años 60, cuando se recogieron los testimonios de los más ancianos del pueblo, se pudo grabar una breve película titulada El Carnaval de Lanz.
Zaldiko intentando derribar a Ziripot en el carnaval de Lantz.
Si algo caracteriza al Carnaval de Lantz es la riqueza de sus personajes. Miel Otxin es uno de los personajes principales, que representa al bandido, capturado y ajusticiado. Era uno de los malhechores más temidos del lugar que, según la leyenda, saqueaba a los vecinos. Se trata de una figura de algo más de tres metros de altura, construida sobre una estructura de madera rellena de hierba seca.
Zaldiko es el caballo de Miel-Otxin, su objetivo es salvar a su amo y para ello intenta derribar continuamente a Ziripot. Lo representa un vecino cubierto con un saco en una estructura rectangular de madera, con una tabla en forma de “U” como cabeza y una cola de caballo.
Miel Otxin, en el carnaval txiki de Lantz.
Ziripot representa al vecino más fuerte y es el encargado de sujetar al bandido Miel Otxin una vez capturado. Es un hombre bonachón y gordinflón que va vestido con sacos rellenos de helechos y heno, lo que le da una gran corpulencia y a la vez torpeza. Apenas puede mantenerse en pie, por lo que se ayuda para caminar de un palo como bastón y sufre el continuo acoso y derribo por parte de Zaldiko.
Los txatxus, hostigando al público que no quiere perderse el carnaval txiki de Lantz.
Los txatxus representan a los vecinos que ayudan en la captura de Miel Otxin. Sus disfraces constan de un gorro en forma de cucurucho, ropas muy vistosas, y escobas. Van corriendo de aquí para allá, hostigan a todos los presentes y son los encargados de dar color a la fiesta.
Por último, los arotzak, que portan martillos y tenazas, corren tras el Zaldiko para herrarlo.
Los vecinos se reúnen y preparan en la posada de Lantz.
El programa arranca con el almuerzo de los lugareños, la danza tradicional del zortziko en la Posada y, tras dedicar un rato para disfrazarse, hacia las 14h comienza la kalejira. Por la tarde, sin hora concreta, empieza la persecución del malvado Miel Otxin, hasta que es capturado y quemado en la hoguera.
Momotxorros en el carnaval de Altsasu.
Altsasu: sangre, cuernos y danzas
El carnaval de Altsasu es otra de esas citas que apasionan, y una multitud desbordante se dará cita el próximo martes 4 de marzo para ver bailar a los Momotxorroak, personajes protagonistas de la celebración.
Su historia a punto estuvo de desaparecer con la prohibición del carnaval en el franquismo, pero en los años 60, el acordeonista alsasuarra Enrike Zelaia empezó a documentarse y a través de conversaciones con los más mayores del pueblo fue descubriendo la historia de un carnaval ancestral. Así, en 1982 por fin se recuperó y comenzó la celebración de uno de los carnavales rurales más impactantes de Navarra.
Sangre, música y danza se dan la mano en el carnaval de Altsasu.
Declarada Fiesta de interés turístico, si por algo destaca es por los momotxorroak, personajes ataviados con abarcas, pantalón azul, camisa blanca remangada y manchada de sangre de animal, al igual que los brazos, cencerros en la espalda y una cesta con pieles de oveja y cuernos de vaca en la cabeza, desde donde también cuelgan crines de caballo para tapar el rostro.
Un momento de la preparación de los momotxorros, en el carnaval de Alsasu.
Son los encargados de asustar al numeroso público asistente y para ello también hacen uso de la sarde (tridente de madera), que llevan en la mano. En esta labor les acompañan las brujas, vestidas de negro, las mascaritas, envueltas en sobrecamas multicolores y el rostro cubierto de puntillas, el macho cabrío y los Juantramposos, personajes rellenos de hierba seca.
En torno a la hoguera se vive el carnaval en Altsasu.
Txistularis, txaranga y gaiteros ponen música para que todos bailen Momotxorren Dantza, una melodía también recuperada y que se ha convertido en seña de identidad de la localidad.
Los joaldunak protagonizan los carnavales de Ituren y Zubieta.
Ituren y Zubieta: la primera parada
En Navarra hay otra cita igual de famosa y popular que la de Lantz y Altsasu: los carnavales de Ituren y Zubieta. Su fiesta se anticipa a las fechas oficiales y cada año tiene lugar el lunes y martes tras el último domingo de enero, por lo que se considera que son los encargados de dar inicio a la temporada del Carnaval rural en la Comunidad foral.
El lunes (este año fue el 27 de enero), los joaldunak de Zubieta visitan el pueblo de Ituren, y al día siguiente (martes 28), es cuando los joaldunak de Ituren devuelven la visita a sus vecinos.
El desfile, que se realiza en dos hileras, con movimientos rítmicos y acompasados para hacer sonar al unísono los cencerros que llevan atados en la cintura, adquiere un aspecto ritual ligado íntimamente a la naturaleza. Junto al sonido, la vestimenta es fundamental, y los personajes llevan abarcas, enaguas, pieles de oveja, pañuelos de colores al cuello, gorros cónicos con cintas de colores y un hisopo de crines de caballo en la mano. Al igual que los Carnavales de Lantz o Altsasu, la fiesta se ha popularizado tanto que los curiosos acuden en masa y ha perdido parte de su encanto.