En la constelación de estrellas que es este Barça de Jasikevicius se podría hablar de la regularidad de Mirotic para hacer daño en cualquier momento, de la clase y el peligro de un jugador con un talento increíble y un tiro espectacular como Cory Higgins (43% en triples), del veneno que aporta Laprovittola o de la consistencia de un juego interior de muchos quilates con jugadores como Jan Vesely (10 puntos y 4 rebotes en ACB), Sanli, Da Silva o Tobey. Interminable el plantillón que maneja el técnico lituano.
Sin embargo, pese a que en buena parte de las ocasiones está fuera de todos los focos, uno de los puntos donde el cuadro blaugrana obtiene una mayor ventaja respecto a sus rivales es con la presencia de Satoransky en cancha.
El espigado base checo aporta un sinfín de recursos. Además de dirigir –3,4 asistencias por partido– y anotar cuando el equipo le necesita, también es capaz de defender, al menos, hasta en tres posiciones gracias a su portentoso físico. El de Praga es capaz de frenar a todo tipo de bases, escoltas escurridizos, aleros fuertes e incluso a cuatros no muy contundentes gracias a sus 201 centímetros. Un portento.
18,2
El Barcelona es el segundo que más asistencias reparte en el torneo doméstico por detrás del Baskonia.
Además, Satoransky aprovecha esa envergadura para hacer daño desde el poste bajo cuando es defendido por jugadores mucho más bajos que él. Base, escolta, alero y algo más. Lo que le pidan. Más usos que una navaja suiza. Así es el checo. Un generador de juego fuerte, dinámico y atlético que, sin brillar en exceso a nivel estadístico, reluce en un Barça de plantilla interminable.
Y es que no hay que olvidar que a los jugadores anteriormente citados se podría añadir el peligro que atesora desde el perímetro con dos francotiradores como Kuric y Abrines y la solidez que aporta el recién llegado Kalinic, un bastión en defensa que, además, aporta rebotes (3,8) y puntos (5,8).