No se sabe con exactitud si fue en la mina de la cueva de Urallaga o en alguna otra oquedad minera cercana donde se usó por primer vez la lámpara de carburo o de acetileno que inventara en 1897 el ingeniero francés afincado en Barcelona, Enrique Alexandre Gracián. "Lo que no hay duda es no solo que fue en el municipio de Galdames donde se usó por primera vez este avance de la iluminación minera sino que además en el País Vasco estaban dos de las principales empresas que los fabricaban: la Unión Cerrajera de Mondragón y la empresa Fisma S.L. de Erandio, además de otras dos empresas bilbainas, Industrial Comercial REMA e Industria Bilbainas (GEBA) que entre su productos incluían esas lámparas", acredita el historiador y coleccionista, Fernando Cuevas, comisario de la exposición El carburo. Luz en la mina, recientemente inaugurada en el Museo de la Minería del País Vasco de Abanto Zierbena. Una inauguración que contó con la presencia del alcalde del palentino municipio de Barruelo de Santullán, Cristian Delgado, que fue recibido por su homóloga abantoarra, Maite Etxebarria poniendo de manifiesto la dilatada colaboración entre el Centro municipal de Interpretación de la Minería de Barruelo de Santullán y el Museo de la Minería del País Vasco.
La muestra estará hasta finales del mes de octubre y en ella puede contemplarse una espléndida colección de carburos o carbureros o candiles que eran utilizados en las minas del País Vasco con varios paneles explicativos de su origen y uso. "A finales del XIX aparecen las primeras patentes del carburo o lámpara de acetileno, un nuevo sistema de iluminación de llama directa, que durante la primera mitad del siglo XX se extenderá por las minas exentas de atmósferas peligrosas, debido a su bajo coste y a su gran poder lumínico", explicó Fernando Cuevas, director del Museo Minero de Barruelo y coleccionista que ha reunido más de 500 ejemplares de los diferentes sistemas de iluminación utilizados históricamente en la minería.
Seguridad
Los sistemas de iluminación mineros tenían un único propósito: aumentar la potencia lumínica en el interior y crear así un ambiente de trabajo más propicio. Pero con el auge de la minería del carbón en la revolución industrial, un nuevo factor entró en juego: la seguridad. "Durante esta época el carbón se convirtió en la principal fuente de energía y en estas explotaciones fue donde empezaron a comprobarse los nefastos resultados del contacto entre las lámparas de llama viva y el grisú por lo que las lámparas de carburo no podían utilizarse en estas minas", reseñó Fernando Cuevas quien rememoró cómo en las minas de Barruelo se decía que "se puede entrar con carburo pero no tienes garantía de que salgas".