Anoche se vivió otro partidazo en el Buesa Arena, pero su final no pudo resultar más amargo. Baskonia acumuló méritos para extender su vida en la Euroliga, pero no fueron suficientes. La fatiga propia y el oficio rival determinaron la eliminación volviendo a encajar demasiados puntos, esta vez 102, ante el vigente campeón, un Real Madrid que, igual que en fútbol, en baloncesto posee asimismo ese gen que en Europa ajusticia a sus rivales cuando se ve cerca de estar contra las cuerdas. El carácter y el orgullo de este grupo salieron a relucir, pero no fueron suficientes, solo sirvieron para morir con las botas puestas.
Europa ya es historia por lo que respecta a esta temporada de los azulgranas. De no haber mediado el nuevo formato del play-in, igualmente se habría accedido al Top8 y también habrían tocado en suerte los blancos, que buscan revalidar el título alzado en Kaunas y agrandar su palmarés al frente de la competición con la que en Berlín sería su duodécima Copa de Europa. La empresa era harto dificultosa, se iba contra la lógica, y llegar a la Final Four de la capital alemana ha resultado una quimera.
Es evidente que la exigencia del Madrid es otra, que Baskonia no parte como candidato número uno a ser el mejor club de Europa, algo hasta ahora nunca conseguido. Estar entre los ocho mejores se ha conseguido, y su incondicional seguidor ha disfrutado de un curso notable ante los grandes trasatlánticos del continente. Claro que podía haber sido mejor, pero no ha estado mal, y ahora toca estar otra vez entre los ocho mejores, pero de la Liga ACB.
Toda una vida sin faltar a los play-offs
Puede parecer, y de hecho, sería un contrasentido, que se pertenezca al estrellato de los mejores equipos de los mejores países europeos, y quedarte fuera de ser uno de los ocho que pelee por el título doméstico. Desde 1993, cuando se acabara noveno, aunque dio para jugar los play-offs ya que existían los octavos de final, siempre se ha estado entre los ocho mejores, con cinco primeros, seis segundos, cuatro terceros, cinco cuartos, tres quintos, cuatro sextos, un séptimo y dos octavos puestos.
Eliminatorias que previamente se han venido celebrando desde 1988 con otro tercero, otro quinto y otros tres séptimos. Hay que retrotraerse a la campaña 1986-1987 para ver a un Baskonia, entonces, Caja Álava, fuera de la pugna por el título liguero, al ser solo tercero de la serie A-2. Son 36 años consecutivos, toda una vida, estando donde, deportiva y económicamente, toca estar. Y después de no entrar en la Copa del Rey de Málaga tras fallar durante la primera vuelta, sería otro fracaso no acabar la segunda ni siquiera como octavo.
No está fácil
Todos los esfuerzos están ya focalizados en evitar otra gran decepción echando el resto. El Manresa marca la frontera por estar o no. Y a falta de tres partidos durante los diez próximos días, queda a un partido, con dieciocho triunfos, y Valencia es séptimo, con diecinueve. Son dos de distancia más el average, y a los de Álex Mumbrú les queda Joventut y Real Madrid en la Fonteta, y viajar a Andorra. Improbable alcanzarle. Y aunque no resulta sencillo, lo más factible es echar mano a los catalanes, que juegan en Zaragoza y Tenerife, y en medio reciben en el Nou Congost a Bilbao Basket. Con ellos sí basta igualarles a victorias.
Se depende de otros, por lo que convendría ganar los tres envites que restan después de tanto esfuerzo encadenado. Dos seguidos en Zurbano, este domingo (17 horas) espera el Girona de Fotis Katsikaris, que va a llegar de ganar a los bilbaínos, y el viernes próximo (finalmente se ha adelantado en 45 minutos a las 18.15 h para no coincidir con el Deportivo Alavés-Girona en Mendizorroza a las 21 horas) el Murcia de Sito Alonso, para despedir el domingo 12, de nuevo con el Real Madrid, y de nuevo en el WiZink Center. A darlo todo para salvar y prolongar el final de curso.