Pasear por el atractivo entorno natural del municipio de Bedia va a ser más fácil y cómodo gracias al proceso de señalización de los diferentes itinerarios existentes en el término municipal que está impulsando el consistorio local. El recorrido por el que ha arrancado la iniciativa es el denominado Ereño-Mandoia donde la brigada municipal ha procedido ya a la colocación de 11 columnas de madera a modo de flechas indicativas y otras 2 a modo de balizas a lo largo de una ruta circular de 14,2 kilómetros de distancia. La intervención se completa con marcas de pintura a modo de señalización horizontal direccional.
Estas indicaciones, acordes al medio natural y rural de la localidad arratiarra, facilitarán a senderistas y montañeros transitar por un itinerario que comienza y acaba en la plaza de Bedia y posibilita conocer y ver, en sus inicios, la casa torre de Tosubando, un gran caserío que, según la historia, fue construido por Sancho Ortiz de Bedia, fue habitado por los súbditos del rey de Navarra y del que llegó a depender, durante un tiempo, la ermita de Santo Tomas, la ferrería Utxaraingolea y el molino de Utxarain.
La senda da acceso, en primer lugar, al pequeño núcleo poblacional de Ereño, a casi 400 metros de altitud, conformado por una serie de caseríos como Jondobena, Etxebarri, Antonena (Antonenekoa), Sindonena (Sanjuanena), Portxinena (Portitxenekoa), Garaio (Garaikoa) o Bekoko, y en los alrededores Zeata, Ereñobeiti y Lexarreta. Son, en su mayoría, de típico estilo arratiarra que se caracteriza por tener en la planta inferior la cuadra para los animales, en la primera la vivienda familiar, y en el piso superior el camarote.
El principal elemento patrimonial del barrio es la coqueta ermita de San Martín Obispo, junto a la que se encuentra una bolera tradicional, y desde ahí continúa el camino desde el que se aprecia la silueta del Gazteluzar y, a su izquierda, el Mandoia, del 637 metros de altitud y el punto más elevado del recorrido, aunque de ascensión muy asequible. Durante la ruta hacia Mandoia, los senderistas se pueden refrescar e hidratar en una antigua fuente cuya agua procede de Lekubaso y que, por sus propiedades sulfurosas y saladas, llegó a abastecer a un balneario.
Otro punto de interés en el itinerario es conocido con el nombre de Gazteluzar o Castillozar donde las creencias populares aseguran que existían gentiles jugando con bolos de piedra. También es posible ver los agujeros de los caleros donde se producía cal, un oficio que ha perdurado hasta hace unas décadas y que algunos investigadores consideran que, con anterioridad, fueron hornos para fundir hierro.