El papa emérito Benedicto XVI ha pedido perdón y ha expresado su dolor por los abusos y errores ocurridos durante sus mandatos en los distintos cargos que ha tenido.
Benedicto XVI ha realizado esta declaración en una carta publicada tras la divulgación de un informe sobre los abusos sexuales a menores en Alemania, en el que se afirmaba que estuvo al corriente de cuatro casos de curas pederastas cuando era arzobispo de Múnich.
"Una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica", subraya Benedicto XVI.
No obstante, el que fuera máximo responsable de la Iglesia católica insiste en que desconocía lo sucedido debido a la "gigantesca tarea de aquellos días" y admite el "error" que cometió en su participación en la reunión del Ordinariato (reunión de obispado de Múnich y Freising) del 15 de enero de 1980.
En esa reunión se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, quien después volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, por lo que fue trasladado de nuevo. "Este error, que lamentablemente se produjo, no fue intencionado y espero que sea disculpado", indica. "Esto -continúa- no disminuye en absoluto el cuidado y la dedicación que era y sigue siendo un imperativo evidente para esos amigos. Me afectó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, y presentarme incluso como mentiroso".
Agradece en este sentido "las numerosas expresiones de confianza, los cordiales testimonios y las conmovedoras cartas de aliento" que ha recibido estos días. "Estoy especialmente agradecido al Papa Francisco por la confianza, el apoyo y las oraciones que me ha manifestado personalmente".
Cada caso "es terrible e irreparable"
Joseph Ratzinger, de 94 años, asegura en la misiva que en todos sus encuentros con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes "he percibido en sus ojos las consecuencias de una grandísima culpa y he aprendido a entender que nosotros mismos caemos dentro de esta grandísima culpa cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha sucedido y sucede demasiadas veces".
Admite que cada caso de abuso sexual "es terrible e irreparable. Me siento consternado por cada uno de ellos en particular, y a las víctimas de esos abusos quisiera hacerles llegar mi más profunda compasión". Y compara la situación con la vivida por Cristo en el Monte de los Olivos: "El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento representa, por desgracia, una situación que se repite incluso hoy y por la que también me siento interpelado".
La carta concluye, sin embargo, mostrándose feliz por que "pronto me presentaré ante al juez definitivo de mi vida" y cree firmemente "que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya padeció Él mismo mis deficiencias y por eso, como juez, es también mi abogado".