Familias obligadas a separarse. Vidas rotas que jamás se recuperarán. “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”, clamó Julio Anguita, histórico dirigente de IU, tras la muerte de su hijo, el periodista Julio Anguita Parrado. No hay nada que repare el dolor causado por la pérdida o separación de un ser querido. Durante la Guerra Civil, miles de familias tuvieron que hacer frente a dramáticas despedidas en Euskadi. El último beso o abrazo antes de partir hacia el frente, las tiernas miradas infantiles a bordo de un barco que no se olvidan o la caricia que queda guardada en la piel pensando en cuándo le volverás a ver.
El estallido del conflicto bélico supuso un drama cuyas consecuencias perduran aún en la retina, en las historias familiares y, sobre todo, en los silencios. Para todas aquellas familias que sufrieron el destino de aquella maldita guerra, el Ayuntamiento de Berango ha querido plasmar un recuerdo que quede para siempre al erigir un monumento ubicado en la plaza de Berangoeta, ubicada junto a la entrada del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, que celebra este año su décimo aniversario.
La escultura, denominada Agurra (La despedida), representa precisamente la separación de una familia vasca afectada por aquella guerra indeseada, pero que a su vez acerca a cualquier conflicto de características similares del presente, sensibilizándonos con su dramática y a la vez dulce expresión. Todo ello a través de un conjunto fundido en bronce en la que aparecen las figuras de un niño, una mujer y un hombre que marcha al frente colocadas sobre un pedestal de piedra moka.
“El estallido del conflicto trajo un cambio drástico en la vida de la población. Miles de jóvenes marcharon al frente y otros miles de personas participaron en la construcción de fortificaciones. Pasadas las semanas, los alimentos más básicos escasearon y los bombardeos aéreos sembraron el terror en la retaguardia. El Gobierno vasco decidió evacuar a la población infantil, alejándola del peligro hacia países de acogida. Durante aquel periodo, las mujeres desempeñaron un papel productor fuera del hogar, hasta entonces reservado a los hombres. En este contexto, las familias se separaron y la propia sociedad, fracturada, hubo de dispersarse a la espera de horizontes más humanos”, explica Aitor Miñambres, director del museo de Berango.
Campo de batalla
De esta manera, con ocasión del décimo aniversario del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, el Ayuntamiento de Berango ha impulsado este monumento en recuerdo de aquellas personas que en Euskadi, durante 1936 y 1937, sufrieron los efectos de una guerra impuesta y defendieron los valores de la sociedad democrática. Una obra artística que además, tiene la singular característica de que el material del que está hecha es testigo directo del conflicto. Y es que es obra de la Fundición Artística Jaizkibel y en su interior late el bronce recuperado del campo de batalla gracias a la labor de Euskal Prospekzio Taldea.
Asimismo, cabe recordar que el Museo Memorial del Cinturón de Hierro lleva una década dedicado a acercar a la ciudadanía a aquel episodio trágico de la historia reciente, con el resultado cada vez más cercano de recuperar el relato y la memoria. “En esta ocasión, la obra Agurra significa un gran paso adelante”, apunta Miñambres.
Por último, la inauguración de la obra y el consiguiente acto de homenaje tendrán lugar este próximo domingo 19, a las 12.30 horas, en la plaza situada frente al museo, en presencia de autoridades y al que está invitada la ciudadanía.