bergara– La propia configuración geográfica de Euskal Herria favoreció desde tiempos antiguos el desarrollo de una importante industria molinera, que en Bergara también escribió su propia historia. Una charla, visitas guiadas y un paseo engrosan el programa de actividades que durante los próximos días se ocupará de dar a conocer y poner en valor estas ingeniosas construcciones que forman parte del patrimonio histórico, tecnológico, antropológico y etnográfico.
Estos actos se encuadran en la primera edición del Día de los Molinos de Gipuzkoa, que ha marcado en rojo en el calendario la jornada del 8 de mayo. La iniciativa está impulsada por la asociación Ihurrita Errota, y cuenta con la colaboración de diversas asociaciones, municipios y agentes, como el Ayuntamiento de Bergara.
Para dotar de contenido a la programación, el Consistorio ha echado mano de los conocimientos del investigador de la genealogía e historia local, Patxi Larrañaga, que tras recoger en tres libros un minucioso trabajo sobre los caseríos bergareses, ya bucea de nuevo entre documentos antiguos para alumbrar una publicación dedicada al papel que desempeñaron los molinos en Bergara. "En la conferencia –tendrá lugar el próximo martes en Seminarixoa a las 19.00 horas–, voy a detenerme en los cereales, la molinería y las propias construcciones dedicadas a moler estas semillas. Apoyándome en imágenes, desarrollaré la exposición por las cuencas de los ríos Deba, Angiozar, Ubera... y sus afluentes", avanza Larrañaga.
Este incansable investigador centrará su relato en la historia de los 40 molinos que existieron en la localidad, "la mayor concentración de toda Gipuzkoa, tal y como pusieron de manifiesto expertos en la materia, como los historiadores y etnógrafos Antxon Aguirre Sorondo y Koldo Lizarralde Elberdin. Molinos, todo ellos, que fueron la verdadera riqueza industrial junto con las forjas durante 500 o 600 años. Se dice fácil, cuando nuestra visión cercana alcanza solo unos 100 años", expone Larrañaga.
De estas edificaciones solo "cuatro-cinco" se conservan "bastante completas, como es el caso de Iru Auxo Errota en Angiozar, Narbaiza Bolu y Elorza Bolu en el río Ubera a su paso por el barrio de San Juan, y Bolu en Osintxu", cuenta este soraluzetarra afincado en la villa mahonera. De otros muchos, quedan vestigios que dejan constancia de su existencia.
"Épocas duras con la peste negra, varias hambrunas importantes, la caza de brujas, guerras continuas, revueltas, las grandes producciones de cereales en la comarca (mijo, trigo, la llegada del maíz de América en 1600...). La presencia de los molinos se da en distintas etapas históricas. Nos estamos moviendo en un terreno muy rico, desde la época en la que empieza a haber algún testimonio escrito en la zona (1300-1400) hasta prácticamente mediados del siglo XX", explica Larrañaga.
Estas construcciones, por tanto, han tenido durante siglos una gran importancia en el desarrollo social, económico e industrial de Gipuzkoa. "Aprovechando la energía hidráulica fueron utilizadas, asimismo, como forjas; barrenaban los cañones de las armas, arcabuces, trabucos ...; majaban lino, telas.... Posteriormente, a finales del siglo XIX y principios del XX, con la energía eléctrica surgen las serrerías, carpinterías, panaderías... Lo defino como el inicio del I+D+i", apunta este investigador. De estas curiosidades y de otras muchas versará la charla de Larrañaga; un anticipo del libro que espera sacar a luz "para finales de año".
inscripciones Las actividades se completarán con una visita guiada el 7 de mayo –a las 11.00 y 12.00 horas– a los molinos Narbaiza Bolu y Elorza Bolu. Para el día 8 se propone un paseo circular por el valle de Angiozar a partir de las 11.00 horas. En ambos casos las plazas son limitadas y la inscripción debe formalizarse en www.bergara.eus. Por su parte, en la biblioteca municipal se expondrán libros relacionados con el tema.
Junto con la conferencia de Larrañaga, se han programado visitas guiadas y un recorrido para conocer los molinos que siguen en pie